(La eterna fractura española, IA)
La discordia histórica en España: un obstáculo para la concordia nacional
El debate sobre la memoria histórica sigue siendo uno de los temas más divisivos en España. Con la celebración en 2025 del 50º aniversario de la muerte de Francisco Franco, la gestión del gobierno liderado por Pedro Sánchez (en minoría el Congreso) ha puesto de nuevo en el centro de la política nacional las heridas de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Sin embargo, la manera en que se aborda esta cuestión genera críticas tanto en el ámbito político como social, especialmente cuando parece priorizarse la condena de un bando (Nacional) sobre el reconocimiento integral de la complejidad del conflicto (entre II República y los Nacionales).
La memoria histórica como herramienta política
Desde su llegada al poder, Pedro Sánchez (en minoría parlamentaria) ha promovido iniciativas relacionadas con la memoria histórica, como la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos (en Cuelgamuros Madrid) o actos en memoria de las víctimas del franquismo (10 de diciembre de 2024). Estas acciones buscan reparar décadas de olvido hacia quienes sufrieron la represión franquista. No obstante, este enfoque también ha sido percibido como parcial, omitiendo reconocer los crímenes cometidos por el bando republicano durante la Guerra Civil, como los asesinatos en Paracuellos del Jarama, la violencia en las "checas" (centros de detención y tortura republicanos) o los asesinatos de figuras destacadas como José Antonio Primo de Rivera y Calvo Sotelo.
Esta percepción de parcialidad alimenta el sentimiento de exclusión en una parte de la sociedad que considera que las víctimas del bando franquista o de la República no reciben el mismo tratamiento. Dejar fuera de la narrativa oficial estos episodios daña la legitimidad del objetivo declarado: la reconciliación nacional.
El trauma de la Guerra Civil: una herida abierta
La Guerra Civil española fue un conflicto marcado por una profunda polarización ideológica que dejó un saldo trágico de medio millón de muertos, desaparecidos y exiliados. Los crímenes y represalias no fueron exclusivos de un solo bando, los republicanos también bombardearon con los aviones rusos). Mientras el franquismo consolidó una dictadura de más de cuatro décadas basada en la represión, el periodo republicano también estuvo marcado por episodios de violencia sistemática. Reconocer esta dualidad no implica justificar ninguna atrocidad, sino entender que ambos bandos de hace 90 años incurrieron en acciones que dejaron un legado de dolor en el país. La joven población española actual no tiene ni idea de lo que paso antaño hace 90 años. Los que la vivieron o están muerto o en el asilo.
La omisión de esta realidad en el discurso político no contribuye al entendimiento mutuo. En lugar de ser un ejercicio de autocrítica colectiva, el recuerdo de la Guerra Civil y la dictadura sigue siendo instrumentalizado con fines políticos de la izquierda. Los socialistas, al liderar el gobierno en minoría, han optado por reforzar su narrativa mediante el enfrentamiento ideológico, alimentando tensiones con la oposición en lugar de buscar puntos de encuentro.
El camino hacia la concordia nacional
La concordia nacional solo puede lograrse mediante un reconocimiento honesto y equilibrado del pasado. Esto implica aceptar que ni los republicanos ni los franquistas pueden reivindicarse como portadores exclusivos de legitimidad histórica. En cambio, debe fomentarse una memoria histórica inclusiva, que reconozca las tragedias sufridas por todas las víctimas, independientemente de su bando.
Sin embargo, la estrategia actual del gobierno socialista-comunista (los que perdieron la guerra civil) parece orientada a profundizar la división, utilizando el enfrentamiento con la oposición como una herramienta para obtener réditos políticos. Este enfoque no solo perpetúa las tensiones, sino que también dificulta que España supere el trauma de su pasado. La instrumentalización de la memoria histórica como arma política no es el camino hacia la reconciliación, sino un obstáculo que perpetúa la discordia.
Conclusión
En el 50º aniversario de la muerte de Franco (que a nadie le interesa), España tiene la oportunidad de reflexionar sobre su pasado de manera integral. Lo único que consigue Pedro Sánchez es enaltecer al dictador, por sus megaproyectos en energía hidroeléctrica, viviendas sociales, Plan Badajoz, desvió del Turia ante la DANA de 1957 en Valencia, astilleros etc, etc y progreso en sanidad pública.
Ignorar los crímenes cometidos por la República o condenar exclusivamente al franquismo es un error que solo prolonga las fracturas sociales. Pedro Sánchez y su gobierno deben liderar un proceso de memoria histórica que sea inclusivo, imparcial y que fomente la unidad. Solo así será posible cerrar las heridas de la Guerra Civil y construir una concordia nacional duradera. El PP de Alberto Feijóo no va a entrar en te juego sucio de la izquierda, ya rancia y obsoleta.
Ramón Palmeral