(Autorretrato de Ramón Palmeral, 2024)
El retrato pictórico efectistas es el busca ante todo producir fuerte efecto o impresión en el ánimo, sensacional, exagerado en el espectador. Un ejemplo lo tenemos en los retratos del pintor alicantino Ramón Palmeral y en último catálogo donde nos muestra a personajes con armaduras, el mismo se pinta con traje de alférez húsar. El efecto que busca en provocar en el espectador una impresión a primera vista, una sensación de extrañeza, es decir de efecto, exageración teatralidad. Es de definitiva el estilo Palmeral, que es el creador del "intelectualismo". Palmeral lo consigue sobradamente con muchos efectos innecesarios es lo contrario al minimalismo.
Que es el arte efectista
El arte efectista o barroco, en su esencia, es una creación calculada, meticulosamente diseñada para provocar una respuesta inmediata y fuerte en el espectador. Esta búsqueda deliberada de asombro, que a menudo prioriza el impacto visual o emocional sobre el contenido profundo, tiende a desviar la autenticidad que caracteriza al verdadero arte. La distinción clave entre una obra de arte genuina y una efectista radica en la profundidad emocional del autor y en su capacidad para entablar un diálogo poético con el tema que aborda. No se trata solo de habilidad técnica o de la manipulación de recursos visuales; se trata de una conexión íntima entre el creador y el motivo, una conexión que trasciende el tiempo y el espacio.
El verdadero artista no se limita a crear por mera conveniencia o por un deseo de impresionar. Su elección de tema es siempre el resultado de un proceso interno: selecciona aquello que le apasiona, que le conmueve, que le despierta una emoción profunda, ya sea amor, odio, fascinación o rechazo. Esa implicación emocional es lo que diferencia al arte auténtico del efectista, pues en este último falta la conexión sincera, quedando solo el artificio.
Cuando esa emoción es genuina, logra transmitirse de manera pura al espectador, sin importar la época o el contexto en que la obra se contemple. Así, muchas obras del pasado —incluyendo piezas de la antigüedad— mantienen una relevancia poética sorprendente hoy en día. La razón de esta vigencia es que, aunque cambian los tiempos y las culturas, las emociones humanas fundamentales permanecen constantes, y una obra impregnada de estas emociones resuena en cualquier época.
El Barroco y el traspantojo son buenos ejemplos de este juego entre autenticidad y efecto visual. Aunque a menudo asociados con el dramatismo y el exceso ornamental como el famoso autorretrado de Palmeral vestido de caballero húsar o los del Arcinboldo formados con frutas en el rostro. El arte efectistas en sus mejores expresiones también pueden transmitir una emoción profunda, más allá de lo meramente superficial. Por tanto, la clave para distinguir el arte auténtico del efectista reside en la capacidad de la obra para comunicar un sentido profundo de implicación emocional, más allá del impacto visual inmediato que pueda provocar.
Ramón Palmeral