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Pedro Sánchez ha demostrado una habilidad particular para manejar las complejas dinámicas que generan la supuesta corrupción que le acosa, por su Manual de Resistencia. Está más solo que nunca lo vimos solo, sin Begoña Gómez" en el día 12 de octubre en el desfile de lss Fuerzas Armadas. Incluso, en las últimas semanas, se barajaba la posibilidad de que su gobierno lograra aprobar los Presupuestos Generales, lo cual parecía un éxito en su gestión. Sin embargo, en las últimas semanas, una preocupación creciente ha invadido el entorno de la Moncloa: la percepción de un gobierno involucrado en escándalos de corrupción. Esta imagen es potencialmente devastadora para la base electoral socialista, ya que muchos votantes de izquierda, aunque han apoyado a Sánchez con reticencia para evitar un gobierno de extrema derecha en coalición con el Partido Popular, podrían retirar su respaldo si la corrupción se consolida como tema central.
En los pasillos del Congreso, el principal tema de conversación gira en torno al tiempo que le queda al Gobierno. Algunos, de hecho, pronostican que se avecina un adelanto electoral, alimentando esta posibilidad la insistencia del Ejecutivo en recordar los días que restan de la actual legislatura. Sánchez, quien no anticipaba que los casos de corrupción dominarían la agenda política, ahora enfrenta un escenario en el que los procesos judiciales que involucran a su esposa, Begoña Gómez, y a su hermano, están cobrando un protagonismo preocupante. Además, el exministro José Luis Ábalos se encuentra bajo el escrutinio por el llamado "caso Koldo", lo que añade más tensión a la situación.
El pasado 30 de julio, Sánchez se vio obligado, no sin cierta reticencia, a permitir que el juez Juan Carlos Peinado entrara en la Moncloa, tras una larga batalla para evitar testificar presencialmente en la investigación que involucra a su esposa, por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Desde entonces, el presidente ha estado confiando en que el caso se archive o, al menos, en que el juez Peinado termine siendo investigado por prevaricación. No obstante, el magistrado ha logrado hasta ahora salir indemne, respaldado tanto por la Audiencia Provincial de Madrid, que se negó a cerrar el caso, como por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), que ha desestimado dos de las tres denuncias presentadas en su contra.
Este escenario de incertidumbre judicial y presión política no solo afecta la estabilidad del Gobierno, sino también las expectativas electorales de Sánchez, quien ahora enfrenta el reto de evitar que estos casos de corrupción erosionen el apoyo de su base electoral.
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