La industria europea del automóvil, atrapada entre el fanatismo climático y la competencia global
La pregunta es si Europa puede seguir liderando su lucha contra el cambio climático sin sacrificar su competitividad industrial
El debate sobre si el coche eléctrico es solo para ricos se enmarca en un contexto socioeconómico relevante, especialmente en España, donde la clase media atraviesa una crisis económica que amenaza su estabilidad y poder adquisitivo. Con un aumento considerable de los impuestos. Y un gobierno social-comunista que no es capaz de aprobar los presupuestos del 2023 y 2024. La transición hacia la movilidad eléctrica, promovida por razones medioambientales y políticas de sostenibilidad, ha generado una percepción de que estos vehículos están reservados para una élite económica, lo que plantea importantes interrogantes sobre la equidad social y el acceso a las nuevas tecnologías.
1. El precio del coche eléctrico: una barrera inicial
Aunque los coches eléctricos ofrecen beneficios como la reducción de emisiones de carbono y menores costes de mantenimiento a largo plazo, el alto precio de compra sigue siendo un obstáculo para muchas familias. En España, los modelos eléctricos suelen superar los 30.000 euros, mientras que los modelos de combustión interna más económicos pueden adquirirse por menos de 15.000 euros. Esta diferencia de precio inicial convierte al coche eléctrico en una opción inaccesible para una gran parte de la población, sobre todo para la clase media y baja.
A pesar de las subvenciones gubernamentales, como el Plan MOVES, que busca incentivar la compra de vehículos eléctricos a través de ayudas económicas, el impacto real en las familias de ingresos medios es limitado. Estas subvenciones no siempre cubren lo suficiente para igualar el coste con un vehículo de combustión, y muchos no pueden adelantar el capital necesario para la compra, ya que la ayuda suele llegar después de la adquisición. Además, los créditos y préstamos son menos accesibles para quienes enfrentan inestabilidad económica, dejando a la clase media con menos margen de maniobra para optar por este tipo de vehículos.
2. La crisis de la clase media en España
La situación de la clase media en España se ha deteriorado en las últimas décadas, marcada por una caída en los ingresos reales, el aumento de la precariedad laboral y una creciente desigualdad económica. Durante años, la clase media ha sido el pilar del consumo interno y la estabilidad social. Sin embargo, factores como la inflación, el estancamiento salarial y el alto coste de la vivienda han reducido su capacidad para ahorrar e invertir en productos y tecnologías más sostenibles.
La debilidad económica de España no permite estar en el ranking 10.
La pandemia de COVID-19 agravó esta situación, y muchos hogares aún no han recuperado el nivel de ingresos que tenían antes de 2020. Para estas familias, la adquisición de un coche eléctrico se percibe como un lujo innecesario o inalcanzable, sobre todo cuando priorizan necesidades básicas como la vivienda, la educación y los gastos cotidianos. El aumento del coste de vida, además, refuerza la idea de que solo aquellos con ingresos más altos pueden permitirse hacer el cambio hacia una movilidad sostenible.
3. Infraestructura y acceso desigual
Otro factor clave es la infraestructura. En las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, la disponibilidad de puntos de carga para coches eléctricos está en aumento, lo que facilita su adopción. Sin embargo, en zonas rurales o menos desarrolladas, la falta de infraestructura adecuada convierte al coche eléctrico en una opción poco práctica. Esto crea una brecha territorial en el acceso a la movilidad eléctrica, beneficiando principalmente a aquellos que viven en zonas urbanas con recursos, donde la clase media alta y las élites suelen estar más concentradas.
Noticias de hoy lunes 23 de septiembre en La Razón:
Las ventas de automóviles han caído bruscamente, especialmente en el sector de vehículos eléctricos, a pesar de los esfuerzos regulatorios para promover su adopción. Los datos muestran que las ventas de coches en Europa han caído significativamente durante el mes de agosto, destacando Stellantis (-28,7%), Nissan (-27%), Ford (-23,4%), Grupo BMW (-14,7%) y Volkswagen (-13,3%), entre otros. Igualmente, en el mercado del coche eléctrico en la UE la caída ha sido generalizada por países y marcas, de casi el 44% en general, destacando un descenso de casi el 70% en Alemania o del 36,4% de Tesla.
La pregunta que cada vez más nos hacemos es si Europa puede seguir liderando su lucha contra el cambio climático sin sacrificar su competitividad industrial dada la presión que ejerce sobre los agentes económicos. Un ejemplo es la industria automovilística, tradicionalmente uno de los pilares económicos del continente que, en los últimos años, está atravesando por la tormenta perfecta y que muestra una situación que nos hace plantear preguntas clave sobre la viabilidad de las políticas climáticas de la Unión Europea, los crecientes costes de producción y la feroz competencia de los fabricantes chinos.
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La debilidad económica de España no permite estar en el ranking 10.
El ranking de países con más coche eléctrico lo demuestra (son los más ricos)
- Los diez países con más coches eléctricos
- China: 7 millones de coches eléctricos
- Estados Unidos: 2 millones de vehículos eléctricos
- Alemania: 1,3 millones de coches eléctricos
- Reino Unido: 745.000 coches eléctricos
- Francia: 724.000 vehículos eléctricos
- Noruega: 636.000 coches eléctricos
- Países Bajos: 385.000 vehículos eléctricos
- Suecia: 300.000 coches eléctricos
- Canadá: 298.000 vehículos eléctricos
- Italia: 235.000 coches eléctricos
El Gobierno ha ignorado todas las advertencias y ha decidido enviar a Bruselas una revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) en el que mantiene inalterable que en 2030 habrá 5,5 millones de vehículos eléctricos, pese a que los fabricantes han advertido que es un objetivo «irreal» por la incapacidad del mercado de asumir esa cifra de ventas de coches eléctricos y por el enorme retraso en la implantación de puntos de recarga en España, muy por detrás de la media europea. Lo aprobó esta semana el Consejo de Ministros pese a que España apenas logra una cuota de mercado de este tipo de automóviles del 4,5%. Un porcentaje que representa menos de la cuarta parte de los registros de la Unión Europea, donde la media de los eléctricos puros es del 20%.