Con la futura propuesta de amnistía a punto de salir del horno -se rumorea que el PSOE y sus colegas la presentarán en el Congreso en las próximas horas-, Carles Puig-demonio se prepara para enfrentar su primer juicio por el "procés" el próximo viernes, junto con una banda de exaltos funcionarios de la Generalitat que también se sumarán a la fiesta. Todo esto con el "comodín" de la medida de gracia, que probablemente incluirá el drama contable por el supuesto desvío de más de tres millones de euros de fondos públicos para la organización del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
¡Ah, el "procés", ese episodio tan entretenido que desató el artículo 155 y el cese en bloque del gobierno de Puigdemont! Y ahora, como si de un juego de cartas se tratara, están a punto de jugar la carta de la amnistía. ¿Quién lo hubiera imaginado? (Bueno, casi todos).
A pesar de los intentos de Puigdemont por frenar el juicio, el tribunal ha decidido seguir adelante. ¿Sus argumentos? Que no puede ser juzgado por desviar fondos cuando ya está siendo investigado por los mismos hechos en el Tribunal Supremo. Pero, ¿quién necesita coherencia en estos asuntos?
A diferencia de la jurisdicción penal, no es necesario que los encausados asistan a la vista oral, pero claro, Puigdemont no se quiere perder la oportunidad de hablar. La defensa de otro demandado, Artur Mas, lo ha solicitado. ¡Qué conveniente!
Y luego está el asunto de las fianzas. Puigdemont y su pandilla tuvieron que soltar una buena cantidad antes de que la Generalitat de Cataluña, como un superhéroe con capa y todo, viniera al rescate con un aval de 5,4 millones de euros. Algo que inicialmente el Tribunal de Cuentas rechazó, pero después de un poco de insistencia, ¡voilà!, lo aceptaron. Como en una película de intriga, pero menos emocionante.
Ahora, con la ley de amnistía en el horizonte, los partidos independentistas exigen que se incluya la obligación de devolver esas fianzas. ¡Nada de fiestas gratis en Cataluña!
En el próximo capítulo, Puigdemont está programado para testificar por videoconferencia. ¿Por qué? Pues, según su defensa, está "fuera de Cataluña y de España" por "razones de su cargo". Claro, claro, "razones de su cargo". Porque todos sabemos que los expresidentes independentistas tienen una agenda muy ocupada.
Y así, mientras esperamos el desenlace, con la ley de amnistía en el aire y Puigdemont evitando poner un pie en España para no ser detenido, el juicio continúa. ¿Cuánto durará? Quién sabe, pero esperemos que no más allá del viernes, porque las defensas y acusaciones deben presentar sus conclusiones por escrito. ¡Qué emocionante! ¿Habrá sorpresas al final? Solo el tiempo lo dirá.
