ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Jerónimo de Espinosa, un pintor alicantino del S. XVII

 


Jerónimo de Espinosa, un pintor alicantino del S. XVII

 

Ramón Palmeral /

Pintor y escritor con más de 50 libros publicados

Muchas veces he oído comentar o mejor decir, quejarnos, a los pintores alicantinos de no tener en nuestra terreta figuras como Velázquez, El Greco, Sorolla o Dalí o un Picasso representativos en Alicante. Ello se debe a nuestro desconocimiento  de nuestros  pintores, por una  dejadez en visitar museos como el GRAVINA,  IVAM de Valencia o el Museo de Arte Sacro de Orihuela, quizás sea una falta de promoción o de interés porque lo tiempos cambian. Tenemos dos pintores antiguos barrocos alicantinos como Nicolás Borrás  y Jerónimo de Espinosa, ambos nacidos en Cocentaina (Alicante) en los siglos XVI y XVII, respectivamente, con obras en el Museo del Prado.

Nicolás Borrás Falcó nació en  Cocentaina, en, 1530 , falleció en Cotalba, Valencia, en 1610,  Pintor español formado con Juan de Juanes, cuyo estilo imitó, fue ordenado sacerdote y abrazó la vida monástica sin dejar la pintura, tal y como atestigua su extensa producción para iglesias y conventos de la región valenciana. Borrás prolonga en cierta manera el de su maestro en el reino de Valencia ya entrado el siglo XVII, con composiciones severas y estáticas, de colores predominantemente fríos, De entre la obra destaca un “Retablo de las ánimas” para la de basílica de Santa María de Alicante. Se le atribuye la tabla que representa a San Esteban ordenado de diácono del retablo de este santo conservado en el Museo Nacional del Prado (Madrid).

 No obstante,  voy  a dedicar  un apunte a una obra que me ha llamado la atención “La vendedora de verduras” o “La dos moscas”(Museo del Prado) de Jerónimo de Espinosa. Es una obra excepcional en la producción del pintor, aunque su habilidad en el tratamiento de los objetos de bodegón se pone de manifiesto también en algunas de sus escenas religiosas. Adquirido por el Museo del Prado en 2008, solo la aparición de la firma «Hierº Jacintº de Espinosa f.» hizo posible su atribución al pintor, del que no se conocía ninguna otra obra de género costumbrista ni referencias documentales que indicasen su dedicación a ese género. ​La verdulera esta cobrando a un joven en maravedíes de cobre, porque lo reales de vellón era una aleación de plata y otros metales. El oro joven que mira al pintor con descaro está mordisqueando un melón.

Jerónimo Jacinto de Espinosa nació en Cocentaina (Alicante)  en 1600. Era Cocentaina una próspera y rica localidad hasta su decadencia a partir de 1609 con la expulsión de los moriscos en tiempos de Felipe III, muchos de ellos salieron por los puertos de Valencia y Santa Pola. Tenía entonces unos 1.000 moriscos y unos 2.000 cristianos Y dejaron de cultivar  productos de la huerta por desconocer el sistema de riego, con azures y acequias, dejaron los frutales y la morera de la seda muy estimada en la comarca de la Marina Alta como Polop  por su calidad y coloridos. Posteriormente se recuperó la prosperidad gracias  al as gestiones del duque  de Medinaceli.

 Jerónimo se formó en Colegio de Pintores junto con su hermano Antonio Luis, donde, a partir de la muerte de Francisco Ribalta en Valencia en1628, se convirtió en el pintor de mayor prestigio de la ciudad y cabeza indiscutible de la escuela valenciana. Competía como José Ribera “El Españoleto” nacido en Játiva en 1591.

Jerónimo fue un trabajador concienzudo, han llegado de él algunos dibujos que permiten hacerse una idea de su sistema de trabajo, con estudios hechos del natural en los que se apoya el realismo de su pintura.​ La preparación de sus lienzos, a base de una capa de cola y otra de aceite de linaza le facilitaba el trabajo rápido. Sobre la base, de tono cálido y brillante, restregaba el pincel a la manera veneciana, con veladuras y pasta fluida. El resultado, la brillantez del color elogiada por sus contemporáneos, ha tenido también como consecuencia la ruina de muchos de sus cuadros, al adherirse deficiéntemente el color a la tela por la dureza de la preparación.

Son pintores alicantinos olvidados hoy día que dormitan en los museos del Barroco y que  deben ser, al menos recordados.

Notas

Ramón Palmeral ha colaborado con el Diaria Información y Alicante Plaza en temas de pintura