Gracias al trabajo de
investigación realizado por los periodistas Antonio López Mariño y Joaquín
Pedrido ha podido ser desvelada recientemente su verdadera identidad y muchos
datos sobre su infancia y juventud. Isabel nació posiblemente en el año 1771 en
la aldea de A Agrela, perteneciente a la parroquia de Santa Mariña de Parada en
el municipio de Ordes de la provincia de A Coruña, que por aquel entonces
formaba parte de la jurisdicción de Folgoso, bajo el señorío del conde de
Altamira. Es un lugar a medio camino entre A Coruña y Santiago de Compostela, distante
a unos 42 Km de la capital herculina, que ocupaba apenas unas 53 casas
habitadas con unos 252 vecinos en total. Fue la segunda en nacer de nueve
hermanos, tres de los cuales no consiguieron superar el primer año de vida. Era
hija de una familia de labradores humildes de paupérrima condición que no
tenían propiedad de tierras de labranza. Su
padre, Jacobo Zendal, procedía de la parroquia de Santa Cruz de Montaos, y su
madre, Ignacia Gómez, de la misma parroquia de Santa Mariña de Parada; ambas
situadas en el municipio de Ordes. Con toda probabilidad, Isabel no llegó a
tener ninguna formación académica durante su infancia por la necesidad que los
campesinos pobres de aquel entonces tenían en ocuparse tempranamente de las tareas
agrarias y la atención de animales para sostén de la economía familiar. Además,
por su condición de mujer tenía que implicarse activamente en el cuidado de sus
hermanos menores y en las labores propiamente domésticas de la casa.
Prueba de su posible analfabetismo lo constata el hecho de no saber estampar su
firma en un documento del año 1811, cuando ya contaba con 40 años de edad. Se
tiene constancia de la presencia de Isabel en su parroquia natal el 19 de
agosto de 1781 -entonces tenía unos 10 años- con ocasión de su asistencia al
acto de confirmación sacramental oficiado por el obispo auxiliar de Santiago,
Juan Varela Fondevila, en compañía de sus padres y hermanos Juan, María y
Francisca.
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Aldea de A Agrela en la parroquia
natal de Isabel Zendal de Santa Mariña de Parada (Ordes, A Coruña) |
En 1788 su madre falleció. La
precaria situación en la que queda su familia pudiera ser el motivo por el que
Isabel, con 17 años de edad, decida trasladarse a A Coruña para buscar un mejor
porvenir. Otras dos hermanas, María Antonia y Francisca, también seguirán el
mismo camino. En un censo de vecinos realizado en A Coruña en el año 1794
figura Isabel Zendal integrada como criada en el domicilio de Gerónimo Hijosa
en la calle Real número 36, contando con 23 años de edad. Hijosa era en aquel
momento posiblemente el comerciante más rico de la ciudad como lo demuestra el
amplio séquito de servicio doméstico que poseía. No se sabe en qué momento
entró Isabel como sirvienta en esta casa ni cuánto tiempo permaneció en la
misma, aunque por el acta bautismal del nacimiento de su hijo, en julio de 1796,
ya no figuraba domiciliada en la demarcación de la parroquia a la que
pertenecía la casa de Hijosa por lo que se deduce que ya no prestaba servicios
en esa casa. Efectivamente su hijo Benito había nacido el 31 de julio de ese
año siendo criado por Isabel como madre soltera, condición que no le supuso
ningún obstáculo para aprovechar sus oportunidades laborales.
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Memorial del Sacramento de
Confirmación (fragmento) de la familia Zendal Gómez oficiado por el obispo Juan
Varela en 1781 en la parroquia de Santa Mariña de Parada, lo que confirma la
presencia de Isabel en su localidad natal en esta fecha cuando contaba con 10
años de edad. Archivo Histórico Diocesano de Santiago de Compostela |
Gerónimo Hijosa, que además
era comisario honorario de Guerra y prior del Real Consultado, era también el
mayor patrocinador privado del Hospital de Caridad de A Coruña, un centro
benéfico que había sido fundado en 1791 por la filántropa coruñesa Teresa
Herrera y que dirigía y gestionaba la Congregación de los Dolores con sede en
la iglesia de San Nicolás. El 26 de mayo de 1973 comienza a funcionar la Casa
de Expósitos como una sección más, junto con el Hospital para Pobres y el
Cuarto de Partos Secretos. El 24 de marzo de 1800 Isabel es contratada como
rectora del orfanato de este hospital, cuando contaba con 28 años de edad, en
sustitución de Luisa López. No se tiene conocimiento documental de que Isabel
tuviera algún tipo de relación laboral previa con esta institución, pero cabe
constatar que su hermana María Antonia ingresó en este hospital como paciente
hasta en cinco ocasiones, la primera en el mes de agosto de 1796, lo que puede
inducir a pensar en una posible mediación de Isabel para facilitar estos
ingresos hospitalarios, ya como trabajadora de la entidad benéfica. Su otra
hermana Francisca también ingresó en el mismo Hospital de Caridad en junio de
1803, un tiempo en el que ya está ejerciendo Isabel como rectora en la Casa de
Expósitos. También se ha especulado de que su antiguo patrono Gerónimo Hijosa
hubiese intercedido para avalar su contratación en el hospicio, conocedor de su
valía y adecuación para el desempeño de tal función, pero la Congregación nunca
la hubiese aceptado sin contar con informes favorables de otros vecinos y del
párroco del centro. Para acceder al cargo de rectora se exigía ser una mujer de
honradez e integridad moral manifiesta pero también con capacidad demostrada
para el cuidado de estos niños, siendo irrelevante la condición social de la
elegida, y parece que Isabel cumplía sobradamente con estos requisitos como el
mismo presidente de la Junta de Gobierno del hospital reconoce cuando afirma
que “en la habitación de estos expósitos ay una muger de probidad con el
nombre de Rectora a cuio cuidado está el vestirlos, desnudarlos, peinarlos,
hazerles la comida, distribuírsela y tiene dos ayudantas para subsidiarla en
estas labores”.
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Censo
de vecinos de A Coruña en 1794 (fragmento) que sitúa a Isabel Zendal con 23
años integrada como criada en el domicilio del rico comerciante Gerónimo Hijosa
en la calle Real número 36. Archivo Municipal de A Coruña |
Desde el primer momento de ser
nombrada rectora, Isabel destaca por su competencia en el manejo de los niños.
Según las normas del orfanato, como rectora era la responsable del buen orden,
régimen y método que debía observarse en las salas donde residían los expósitos
y en el cumplimiento de lo que prescribiesen los facultativos para aquellos
niños aquejados de alguna enfermedad. Se encargaba de distribuir las tres
comidas diarias, el cuidado de la salud y de la higiene y el mantenimiento del
vestuario de los niños proporcionándoles seguridad y bienestar en todo momento.
Ocasionalmente, también auxiliaba a la tornera en la acogida de los neonatos
expuestos al torno realizando el primer aseo, la vestimenta y el cuidado hasta
que se les asignaba una nodriza para lactación.
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Acta bautismal de Benito, hijo
de Isabel Zendal nacido el 31 de julio de 1796, figurando como madre soltera. Archivo
Histórico Diocesano de Santiago de Compostela |
Solamente
al mes de comenzar sus funciones de rectora, el hospicio comenzó a experimentar
múltiples mejoras. Se repararon camas y la estancia que ocupaban los expósitos
fue dividida por un tabique en dos habitaciones "a fin de que esté
separado un sexo del otro". Siguieron obras de reparación de tejas de
la cubierta, encalado de muros, montaje de celosías en las cuatro ventanas del
cuarto de los expósitos "para impedir que estos caigan por ellas a la
calle" e instalación de farol en las habitaciones. Se repusieron los
orinales de barro y las escobas para limpiar el torno y también se emplazaron
dos trampas para ratones. Para la escuela se añadieron siete nuevos bancos y
dos tablas en el suelo para aislar del frio. Además, desde el primer momento
Isabel inició sus particulares batallas diarias para preservar la salud de los
niños. Se procedía a cambiar la paja de los jergones y lavar la ropa de las
camas de los expósitos infestados por sarna. Se les afeitaba la cabeza y se
adquirieron unas pinzas de hierro para quitar las raíces de la tiña. Cuando
enfermaban se le mejoraba la alimentación proporcionándoles pan blanco, ración
extra de carne, chocolate y vino. Otras veces se recurría a levantarles la
paletilla, darles friegas de aguardiente o vino con paños calientes y también
al remedio tradicional de llevar a los niños “a tomar aires”. A pesar de
los cuidados recibidos la mortalidad de los niños era alta, sobre todo en los
tres primeros años de vida.
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Hospital de Caridad de A
Coruña. Entidad benéfica fundada por la filántropa coruñesa Teresa Herrera en 1791.
Dentro del hospital se encontraba ubicada la Casa de Expósitos de donde fue
rectora Isabel Zendal de marzo de 1800 a noviembre de 1803. Archivo
Municipal de A Coruña |
En la
Casa de Expósitos de A Coruña -una ciudad con una población cercana a los
quince mil habitantes y su área de influencia unos cinco mil más- por aquel
entonces cada semana eran acogidos unos dos niños, la inmensa mayoría recogidos
del torno, lo que supone unos cien bebés al año. La primera parada en el
hospicio no se prolongaba más allá de 72 horas. Los expósitos, tras la
inspección médica y el bautizo preceptivo, en su mayoría se distribuían en
familias de acogida o eran trasladados a la inclusa del Hospital Real de
Santiago de Compostela. El hospicio coruñés se encargaba del cuidado directo de
un número de niños que no superaba los 30, pues contaban con muy escasos
recursos financieros. Los niños que se entregaban a familias eran amamantados
por las madres a cambio de unos 20 a 30 reales al mes. Estos niños podían
retornar al hospicio con 3 años, pero habitualmente lo hacían al cumplir 7 años
con el objeto de recibir formación profesional y educación religiosa. A los niños varones les enseñaban a leer, escribir
y la aritmética elemental, y las niñas debían aprender a hilar y a coser. La
intención era que tanto unos como otras aprendiesen los cimientos de un oficio
y no quedasen expuestos a la calle y a la mendicidad cuando abandonaran la
inclusa. Al llegar a la edad de 13 o 14 años salían del hospicio y pasaban a
ser adoptados por familias pudientes; en otros casos los niños eran colocados
como aprendices en talleres de artesanos -carpinteros, canteros o sastres- y
otros se enrolaban como tambores del Ejército; algunas niñas entraban como
criadas en el servicio doméstico y otras se incorporaban a la Escuela de
Hilado.
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Contabilidad de la Casa de Expósitos
del Hospital de Caridad de A Coruña (fragmentos) en marzo de 1800 mostrando el
salario recibido por Isabel Zendal como rectora así como los alimentos en
especie. Archivo Municipal de A Coruña |
Por su función de rectora,
Isabel percibiría un salario mensual de 50 reales y el pago en especie de una
libra diaria de pan elaborado con harina fina, de primera criba. En abril de
1801, Isabel cae enferma estando de baja durante nueve días. Al reincorporarse
al trabajo, la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad decide que, a partir
de mayo, reciba otra media libra diaria de pan para su hijo y, desde agosto,
media libra de carne al día. Aunque el cuidado y
repaso de la ropa de los hospicianos ya era una de sus responsabilidades, por
su habilidad como costurera recibirá en diciembre de 1802 un extra de 8 reales
“por hechura de unas sábanas”, en febrero de 1803 también cobró 18
reales “por hechura de camisitas de los niños de la lactancia”, y justo
a partir de esta fecha tendrá un extra fijo mensual de 16 reales por "la
composición de la ropa de uso de los niños" tal como hacer camisas y
pañales de sábanas viejas, remendar pantalones y chaquetas, reponer cordones y
botones en los calzones o confeccionar sábanas y batas. En mayo de 1803 tendría
otro extra de 14 reales por hacer “camisas para las niñas”. También
recibía un aguinaldo de frutas y dulces en Nochebuena y la bula para poder
comer carne en Cuaresma. Más que su salario propiamente, eran estas
gratificaciones las que mejoraban sus condiciones de vida. El salario de Isabel
era bajo si lo comparamos con otros trabajadores del hospital, más aún teniendo
en cuenta sus obligaciones y dedicación exclusiva a los expósitos, y solamente
superaba a los 24 reales que cobraba la cocinera y los 40 reales que cobraba la
tornera. Pero su salario era inferior al de la maestra de hilado y calceta, y
el maestro de primeras letras que recibían 4 reales por cada niño atendido. El aguador se retribuía con 80 reales y la
lavandera con 100. Mayor cantidad se llevaba el encargado de compras, 120
reales, o el capellán del hospital, 150 reales.
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Acta bautismal de la niña
expósita María Isabel Claudia del 30 de octubre de 1800 actuando como madrina
Isabel Zendal. Como rectora de la Casa de Expósitos tenía la función de
apadrinar a los niños que eran recogidos en la institución benéfica. Archivo
Provincial de A Coruña |
Su incorporación a la Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna
En el proyecto inicial de la
REFV el cuidado de los niños estaba reservado a los enfermeros seleccionados,
pero en el último momento Balmis vio la necesidad de incorporar para esta
función a una enfermera con experiencia en el cuidado de niños expósitos que
pudiera ofrecerle la confianza y el cariño que necesitaban en una expedición de
tal complejidad. Cuando Balmis conoce a Isabel durante la selección de los
niños en el hospicio coruñés, tras llegar a A Coruña el 21 de septiembre de
1803, quedó totalmente convencido de su valía e idoneidad para tal empresa al
observar en la rectora una gran fortaleza de carácter para aceptar tamaña
responsabilidad e intuir que una mujer de su experiencia en el trato de estos
niños garantizaría su mejor atención. La aceptación por parte de Isabel para
incorporarse a la expedición estuvo facilitada por su condición de madre
soltera que vivía sin arraigo familiar en A Coruña y sin ninguna motivación
especial de retornar a su aldea natal que poco o nada podría ofrecerle. La posibilidad
de seguir teniendo a su hijo a su lado, como uno más de los niños vacuníferos
de la expedición, era otro elemento favorable para decidir su incorporación. No
menos atractivo le resultaba la mejoría de su estatus económico-social por los
elevados salarios que le ofrecían. También es muy probable que tuviera el deseo
de arraigarse en tierras americanas, donde podría iniciar una nueva vida con
mayores oportunidades como madre soltera y poder ofrecerle un futuro mejor a su
hijo.
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Puerto
de A Coruña, ciudad de donde partió Isabel Zendal con la Real Expedición rumbo
a América el día 30 de noviembre de 1803. Pintura de Mariano Ramón Sánchez
(ca. 1795). Patrimonio Nacional de España. Palacio Real de El Pardo de Madrid |
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Lista
del personal sanitario de la Real Expedición elaborada por Francisco Xavier Balmis
el 24 de agosto de 1803. En esta lista, considerada como definitiva, aparece
por primera vez Isabel Zendal. Archivo General de la
Nación de México |
En un documento elaborado por
Balmis en Madrid, con fecha del día 24 de agosto de 1803, donde enumera el
personal sanitario que va a formar parte de la expedición, se incluye por
primera vez el nombre de Isabel Zendal en calidad de enfermera. Resulta
llamativo que Balmis tuviese conocimiento previo de Isabel en fecha anterior a
su traslado de Madrid hacia A Coruña un mes más tarde a esta fecha. Una posible
explicación sería la intermediación de Ignacio Carrillo Niebla, vicepresidente
de la Junta de Gobierno del Hospital de Caridad de A Coruña y a la vez Juez de
Arribadas, quien recomendaría a Balmis a la rectora del hospicio. Carrillo pudo
tener una relación previa con Balmis en relación a anteriores viajes realizados
por éste a América. En respuesta a la propuesta de incorporación de Isabel a la
REFV que realizan conjuntamente, el 14 de octubre de 1803, Francisco Xavier
Balmis e Ignacio Carrillo, el ministro de Gracia y Justicia del Reino, Joseph
Antonio Caballero, les dirigió una Real Orden que manifestaba la conformidad
del rey Carlos IV para que Isabel fuera incluida en calidad de enfermera “con
el sueldo y aiuda de costa señalada a los enfermeros, para que cuide durante la
navegación de la asistencia y asio de los niños que haian de embarcarse (…) con
el alivio de una muger de providad”. Isabel, por tanto, es contratada como
enfermera con un sueldo igual al que disfrutaban los varones de su formación y
funciones, cifrado en tres mil reales con destino a su habilitación y un
salario en Indias de quinientos pesos anuales y la mitad a su regreso a cuenta
del erario público. Su presencia en la corbeta no fue inicialmente bien acogida
por su condición de mujer. Una vieja tradición marina decía que para tener una
buena travesía “no debían entrar en los barcos ni sombrillas, ni sotanas, ni
mujeres”. Isabel, en consecuencia, tuvo el desafío sobreañadido de tener
que embarcarse como única mujer de la tripulación, una situación inédita para
aquella época.
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Real
Orden del 20 de octubre de 1803 firmada por el ministro Joseph Caballero por la
que se acepta la incorporación de Isabel Zendal a la Real Expedición como
enfermera con salario igual al resto de enfermeros varones. Archivo
Municipal de A Coruña |
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Autorización Real a Balmis del
23 de septiembre de 1803 para la selección de niños expósitos de la Inclusa del
Real Hospital de Santiago para incluir en la Real Expedición. Archivo
Histórico Universitario de Santiago de Compostela |
Cuando Balmis redacta el
proyecto de derrotero que ha de seguir la expedición menciona las obligaciones
específicas de los enfermeros señalando que “han de ser personas de juicio y
prudencia, que cuiden del aseo y asistencia de los niños, acompañándoles quando
salten en tierra y que deberán entenderse en quanto ocurra con el Director o
con sus Ayudantes en falta de aquel”. Isabel queda incorporada para las
funciones específicas de cuidar, acompañar, entretener, tranquilizar y asear a
los niños durante el viaje, tanto en las travesías por mar como en los
desplazamientos por tierra, La tarea encomendada a
Isabel no era nada fácil porque era la responsable de mantener el orden y la
compostura de un grupo numeroso de niños, de baja edad y que estaban confinados
en el pequeño espacio de un navío durante un largo periodo de tiempo de
navegación. Por otra parte, estaban los problemas generados del propio viaje
como la aparición de mareos, vómitos, gastroenteritis, parásitos, accidentes
ordinarios en las navegaciones y otros. Las condiciones climáticas cambiantes
durante la navegación también influían marcadamente en su salud y grado de
bienestar. A esto hay que añadir la extrema atención que requería la vigilancia
de las sucesivas inoculaciones que se iban practicando, observar que no se
mezclaran los inoculados con el resto para que no se contagiaran, evitar que se
manipularan las pústulas y conseguir una buena transmisión del fluido vacunal.
Se debe
subrayar el buen hacer de Isabel en todas las responsabilidades que le fueron
asignadas produciéndose una escasa siniestralidad y morbilidad en los niños durante
los diversos trayectos seguidos. Solamente fue registrada la muerte de un niño
mexicano en alta mar en el viaje de regreso de Filipinas a Acapulco, un hecho
que Balmis responsabilizó de forma personalizada a Gutiérrez Robredo, quien en
el ese momento ejercía la dirección delegada de los expedicionarios.
Su participación en la
expedición a América (de noviembre de 1803 a agosto de 1804)
Isabel parte con el resto de
la comisión expedicionaria en la corbeta María Pita desde el puerto de A
Coruña el 30 de noviembre de 1803 hasta llegar a Ciudad de México el 9 de
agosto del año siguiente. Durante este trayecto seguirá la ruta marítima
haciendo escalas en Santa Cruz de Tenerife, Puerto Rico, Caracas, La Habana,
Mérida y Veracruz, para dirigirse desde aquí hasta Ciudad de México por vía
terrestre. Durante toda esta travesía queda al cargo del cuidado de 21 niños
expósitos, todos ellos varones con edades comprendidas entre 2 y 9 años, que
sirven como portadores del virus vacuno. Entre estos niños, cuatro provienen
del Colegio de los Desamparados de Madrid, cinco de la Inclusa del Hospital
Real de Santiago de Compostela y otros doce de la Casa de Expósitos del
Hospital de Caridad de A Coruña. La vacuna necesariamente debía ser transmitida
por inoculación en el brazo de niños que no hubieran padecido previamente la
enfermedad y debía ser traspasada secuencialmente de dos en dos niños -por si
alguno fallecía que no se rompiera la cadena- y en periodos de cada 10 días, el
tiempo que tardaba en formarse una pústula de donde se extraía el nuevo fluido
para vacunar a otros dos niños, y así sucesivamente para servir a modo de
cadena humana para la transmisión del virus activo. Los niños que formaron
parte de la expedición fueron Clemente de la Caridad de 9 años; Francisco
Antonio y Andrés Naya de 8 años; Vicente Ferrer, Antonio Veredia, Manuel María
y Benito, éste último hijo de Isabel Zendal, de 7 años; Cándido de la Caridad,
Juan Antonio, Jacinto, Gerónimo María y Domingo Naya, hermano de Andrés, todos
ellos de 6 años; Martín de 5 años; Florencio y Juan Francisco de 4 años; Joseph
Manuel María, Vicente María Salee y Vellido, Tomás Melitón, Joseph y Pasqual
Aniceto de 3 años; y el más pequeño, Joseph Jorge Nicolás de los Dolores, de
tan solo 2 años. Un niño más, Ignacio Joseph, de 3 años y residente en la Casa
de Expósitos de A Coruña, que en principio formaba parte de los niños
vacuníferos seleccionados, enfermó unos días previos de la partida de la
corbeta quedando en tierra por lo que finalmente el número se redujo a 21 de
los 22 niños previstos inicialmente.
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El día
30 de noviembre de 1803 partió desde A Coruña la corbeta María Pita
rumbo a América para difundir la vacuna de la viruela. Isabel Zendal quedó al
cuidado de los 21 niños vacuníferos seleccionados entre los expósitos. Grabado
idealizado de un niño vacunífero de la Real Expedición |
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Mapa
de la ruta de la Real Expedición seguida por Isabel Zendal desde A Coruña en
dirección a América con llegada a Caracas (de noviembre de 1803 a mayo de
1804). Fuente https://balmis.org/ |
El erario público se
comprometía a hospedar y cuidar a todos los niños expedicionarios, debiendo
formales en una profesión que les garantizase y les permitiera integrarse
laboralmente en la sociedad una vez finalizada la misión. En una circular para
la propagación de la vacuna, fechada en San Ildefonso el 1 de septiembre de
1803, se indicaba claramente el tipo de cuidados que los niños debían recibir,
de manera que "serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que
tengan ocupación o destino con que vivir, conforme a su clase y devueltos a los
pueblos de su naturaleza, los que se hubiesen sacado con esa condición".
Como dote, al inicio del viaje cada niño recibió un hatillo que contenía dos
pares de zapatos, seis camisas, un sombrero, tres pantalones con sus
respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días más
fríos. Para el aseo personal recibieron tres pañuelos para el cuello, otros
tres para la nariz y un peine; y para comer, un vaso, un plato y un juego
completo de cubiertos. Todo ello iba numerado con el número asignado a cada
niño.
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Mapa
de la ruta de la Real Expedición seguida por Isabel Zendal desde Caracas hasta
Ciudad de México y posterior de Acapulco a Manila en las Islas Filipinas (de
mayo de 1804 a agosto de 1807). Fuente https://balmis.org/ |
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Folleto
del obispo Manuel Ignacio González del Campillo (Puebla, Virreinato de Nueva
España) del 2 de agosto de 1804 destinada a los feligreses en apoyo de la
vacunación. El obispo de Puebla quedará al cuidado del hijo de Isabel Zendal mientras
continúa su expedición a Filipinas. Wellcome Library |
Al llegar a Ciudad de México,
Isabel y el total de los niños expedicionarios que partieron desde A Coruña
quedaron instalados en el Real Hospicio de Pobres de la capital mexicana.
Su participación en la
expedición a Filipinas (de febrero de 1805 a agosto de 1807)
Nuevamente Isabel acompañará a
Balmis en una nueva expedición, esta vez con destino a Filipinas. Salen de
Acapulco el 7 de febrero de 1805 a bordo de la fragata Magallanes
cruzando el océano Pacífico hasta llegar a Manila el 15 de abril del mismo año.
Después de más de tres años en el archipiélago filipino regresarán a Nueva
España. La expedición parte de Acapulco con un grupo de 26 niños vacuníferos
mexicanos quienes —excepto dos expósitos— eran hijos de familias estructuradas.
Todos los niños eran varones con edades comprendidas entre 4 y 9 años, a
excepción de un niño que tenía 14 años; 19 niños son de familias de origen
español y 7 de origen mestizo. El hijo de Isabel no va a participar en esta
nueva misión quedando en la ciudad mexicana de Puebla de los Ángeles a cargo
del obispo González del Campillo durante un periodo que se extendió hasta los
38 meses. Los niños que viajan en la expedición son los expósitos Joseph María
Lorechaga y Joseph Francisco. Los niños de padres conocidos son Juan Napomuceno
Torrescano, Juan Joseph Santa María, Joseph Antonio Marmolejo, Joseph Silverio
Ortiz, Laureano Reyes, Joseph Agapito Yllan, Joseph Feliciano Gómez, Joseph
Lino Velázquez, Joseph Mauricio Macías, Juan Ignacio Nájera, Joseph María
Úrsula, Teófilo Romero, Félix Bazarra, Joseph Mariano Portillo, Martín Marqués,
Joseph Antonio Salazar, Pedro Nolasco Mesa, Joseph Castillo Moreno, Juan Amador
Castañeda, Joseph Felipe Osorio Moreno, Joseph Catalino Rivera, Buenaventura
Safiro, Joseph Teodoro Olivas y Guillermo Toledo Pino.
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Relación
de los 26 niños vacuníferos mexicanos seleccionados por Balmis el 9 de febrero
de 1805 para el viaje con la Real Expedición de Acapulco a Filipinas. Archivo
General de Indias de Sevilla |
La selección de los niños
mexicanos se llevó a cabo con ciertas dificultades, ya que la población era
consciente del trato impropio que se estaba dando a los niños vacuníferos que
llegaron con Balmis desde España, situación de la que él mismo se quejó en
varias ocasiones manifestando que “a mi arribo a esta capital (…), mandó el
virrey colocar los veinte y un niños galleguitos en el hospicio de pobres
confundiéndolos en la miseria y asquerosidad de los mendigos, y ocupando los de
mayor edad en concurrir alumbrando en los entierros. Y como este hecho
escandalizó a todo el reino, me hubiera sido imposible llevar la vacuna a
Filipinas por falta de niños, cuyos padres se resistían a prestarme sus hijos
alegando, que si a los gachupines los había puesto el virrey en el hospicio,
qué podían esperar ellos. En este estado, no me quedó otro recurso (…) que dar
cuenta a S.M. y al mismo tiempo exhortar a los ayuntamientos, curas e
intendentes del reino y al ilustrísimo señor obispo de Guadalajara para que
asegurasen a los padres, prestasen sus hijos, afirmando por mi parte que verían
cumplidas las reales promesas de S.M.”. Finalmente, el modo de reclutar a
los niños fue muy variado, unos a cambio de dinero y otros gracias a la
participación de las autoridades civiles y siempre bajo el amparo de la Corona.
En la mayor parte de los casos, los padres fueron gratificados con 16 pesos por
prestar a sus hijos. Balmis llegó a lamentarse “del carácter desconfiado de
los naturales, que estimaban más una gratificación pecuniaria que la gran
recompensa que el rey ofrecía de mantenerlos y tomarlos después hasta la edad
de darles acomodo”.
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Puerto de Acapulco (Nueva
España). De este puerto partió Isabel Zendal con la Real Expedición en
dirección a Filipinas el 7 de febrero de 1805 regresando al mismo puerto el 14
de agosto de 1807. Grabado de Thomas Wallis (1807) |
Balmis, además de seleccionar
personalmente a los niños, participó en la elaboración de una lista de ropas,
utensilios de higiene y descanso destinados a la travesía según informe
realizado en Ciudad de México el 30 de diciembre de 1804. Del análisis de las
prendas se desprende la intención de proporcionar una uniformidad que
identificara la expedición y reforzara la cohesión del grupo, presentándose
éste como un bloque compacto y disciplinado. La dote estaba compuesta por “zapatos,
medias botas, medias de hilo, pantalones de Mahón, camisa, chalecos de Mahón,
chaquetas de Mahón, pañuelos de cuello, y pañuelo de faldriquera, sombrero y
guantes para que no se rasquen la vacuna”. El uniforme llevaba bordado un
escudo con la inscripción “sirvo a la serenísima de Asturias única en su
Albergue”, dedicada a la reina de España.
Durante el viaje de Acapulco a
Manila, Balmis trasladó múltiples quejas al capitán de la fragata por el trato
dispensado a los niños ya que “fueron colocados de montón en un peaje lleno
de inmundicias y de grandes ratas, tirados en el suelo, expuestos a los
vaivenes, rodando y golpeándose unos con otros, de los que resultó haberse vacunado
accidentalmente hasta siete de una vez. El alimento de los niños era miserable,
reduciéndose a carne de vacas muertas de enfermedad, por la mayor parte;
frijoles, lentejas y un poco de dulce, en el que tampoco fueron más felices el
director e individuos de la expedición, que hubieren perecido de necesidad a no
ser por los socorros recíprocos que se hacían los pasajeros de lo que cada uno
llevaba”.
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Puerto de Manila (Filipinas).
Durante la expedición, Isabel Zendal permaneció al cuidado de los niños
vacuníferos mexicanos en el Hospicio de Manila del 15 de abril de 1805 hasta el
19 de abril de 1807. Grabado de 1885 |
Al igual de lo ocurrido en
México, Isabel se instaló en el hospicio de Manila a su llegada a Filipinas y
allí estuvo al cuidado de los niños mexicanos participantes en la misión. Los
anhelos del cuidado que precisaban estos niños son transmitidos por Isabel a
Balmis quien informa desde Manila en junio de 1805 que “La Rectora de esta
Real Expedición me ha hecho presente que en atención a la dilatada navegación,
que se debe emprender para nuestro regreso, necesitan los 26 jovenes que han
servido para trasmitir la Vacuna a estas Yslas de algunas ropas y utensilios
para mantenerlos con el aseo y limpieza correspondiente; lo que pongo en
consideración de V.m. para que de cuenta de la Real Hacienda se les habilite de
todo lo que fuere de absoluta necesidad conforme a la soberana voluntad de su
Majestad”.
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Mapa de las rutas de la Real
Expedición en el Archipiélago de las Islas Filipinas (de abril de 1805 a abril
de 1807). Fuente Balaguer E y Ballester R.
Monografías de la Asociación Española de Pediatría, 2003 |
La estancia en Filipinas se
prolonga durante más de tres años por las especiales dificultades geográficas
de llevar la vacuna por el archipiélago. La expedición regresaría a Acapulco el
día 14 de agosto de 1807, ahora dirigida en delegación por Gutiérrez Robredo
debido al adelantado regreso de Balmis a España por encontrarse enfermo con
disentería crónica. Los niños Juan Nepomuceno Torrescano y Félix Barraza
fallecen, uno durante el viaje de vuelta de Manila a Acapulco y otro en Ciudad
de México. Con la devolución al hogar familiar del resto de los niños mexicanos
finalizaba, en octubre de 1807, la tarea de Isabel como enfermera
expedicionaria de la REFV.
Destino de Isabel Zendal y de
los niños vacuníferos al finalizar la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
Los problemas políticos
surgidos en la sucesión de la Corona del Reino de España, el conflicto bélico
con motivo de la invasión napoleónica y el inicio de los movimientos de
segregación de los territorios en América dificultaron el regreso de los
miembros de la REFV.
Niños vacuníferos de la
expedición a América
Balmis siempre mostró un
desmedido interés para que los niños vacuníferos fueran bien tratados tras
cumplir su cometido. En una carta dirigida al ministro Caballero, poco antes de
la salida de los primeros expedicionarios desde Madrid, Balmis sugiere que “en
cuanto al destino de los niños españoles a su arribo a América y concluidas sus
vacunaciones, me parece más preferible regresarles a España en el primer buque
que se presente de la Real Armada y podrán ser más felices si la piedad del rey
les señala cinco o seis reales diarios hasta que lleguen a ser aptos para ser
empleados, que no el dejarlos en América al cuidado de los virreyes para que
les facilite su educación y mantenimiento a expensas de S.M., porque además de
costarle cuatro veces más no lograrían jamás buena educación, en unos países
tan abundantes de vicios y en donde la incauta juventud se pierde con mucha
facilidad”.
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El niño vacunífero coruñés Francisco
Antonio llegaría a ser catedrático del Real Colegio de San Juan de Letrán de
México. (A la izquierda) Ficha de Francisco Antonio en la Casa de
Expósitos de A Coruña. Archivo Diputación de A Coruña. (A la derecha)
Pedro Marcos Gutiérrez y su familia, quienes adoptaron a Francisco Antonio. Retrato
de anónimo novohispano (1814). Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim, México |
Los niños expósitos españoles
del primer viaje nunca regresaron a España como deseaba Balmis y, una vez
finalizada la expedición en agosto de 1804, quedaron ingresados en el Real
Hospicio de Pobres de Ciudad de México en condiciones poco apropiadas. Balmis
escribe repetidas quejas sobre esta situación recordando de forma reiterada “el
incumplimiento de órdenes concernientes a los niños empleados en la expedición,
solicitando que se extraigan del hospicio de pobres de la ciudad de México a
los que fueron del reino de Galicia, y que se les proporcione una ocupación,
carrera o destino según los talentos, cuya gracia y protección sea extensiva a
todos los niños que de este virreinato fueron a Filipinas”. En enero de
1805, Balmis protestaba ante la Corona por el mísero estipendio asignado a
estos niños y por haber sido alojados en la multitudinaria compañía de golfillos
recogidos de la calle.
El estado de abandono en el
que se encontraban los niños vacuníferos era patente. En 1806, atendiendo a las
reclamaciones de Balmis, el rey encarga al arzobispo de México y a la Audiencia
que asuman la responsabilidad de la crianza y educación de estos niños debiendo
abandonar el Hospicio e ingresar en la Escuela Patriótica para su capacitación
profesional como se había dispuesto. Esta Escuela se había fundado a expensas
del legado del propietario de minas Francisco Zúñiga. Más adelante, Balmis
vuelve a lamentarse de la falta de cumplimiento de este mandato expresando que
“enterada la Suprema Junta Central de todo lo expuesto, se dignó mandar en
nombre de nuestro soberano el señor D. Fernando 7.º la Real Orden para que
inmediatamente sacase del hospicio de pobres a los jóvenes galleguitos, y todo
lo demás consta en ella, de que acompaño copia; y sin embargo, de que ha pasado
más de un año que se expidió, nada se ha cumplido, los galleguitos, parte
existen aún en el hospicio, y los del reino nada han disfrutado de lo mandado
por S.M., según he visto con harto dolor mío a mi arribo a esta capital. En
este estado, no puedo menos de acudir a V.A. y suplicarle se digne dar
cumplimiento a la última Real Orden del 17 de marzo del año próximo pasado que
obra en la secretaría de este superior gobierno, a favor de los jóvenes de este
reino”. Balmis mostraba así su responsabilidad, manifestándose como un
director reivindicativo en defensa de los miembros esenciales de la expedición.
Finalmente consigue que se cumpla la Real Orden para que los niños sean
educados en la Escuela Patriótica.
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Disposición
del virrey de Nueva España dada el 8 de abril de 1808 para que Isabel Zendal
pueda residir en Puebla y reciba los 500 pesos anuales asignados como enfermera
de la Real Expedición. Archivo General de la Nación de México |
Sobre el destino final de
estos niños poco se sabe y la mayoría de la información que se tiene es gracias
al estudio de investigación realizado por el historiador norteamericano Michael
M. Smith. El responsable de la Escuela Patriótica de la capital mexicana, en
donde estaban siendo educados los niños de mayor edad, señala que “catorce
niños mayores, los que tenían seis años o más, asistían regularmente a clases,
de mañana y tarde. Todos estuvieron recibiendo instrucción religiosa, ya que
ninguno era capaz de hacerse siquiera la Señal de la Cruz. Cinco de los 14
niños fueron cualificados como estudiantes con gran dedicación y los otros
nueve como cortos de inteligencia, Los seis más pequeños eran atendidos en una
guardería que funcionaba en el Departamento de la Mujer del Real Hospicio. El
comportamiento de todos los niños, sin excepción, fue descrito como
insatisfactorio y los instructores tenían dificultades para apartarlos de los
juramentos blasfemos que habían aprendido de los marineros durante el viaje
hasta América”.
En un informe de julio de 1809
elaborado por el presidente del Consejo Mexicano de Beneficencia informa que
dos niños habían muerto; cuatro estudiaban en la Escuela Patriótica, y catorce
habían sido adoptados. Efectivamente, los niños Tomás Melitón y Juan Antonio
habían fallecido en 1807. Vicente Ferrer, Pasqual Aniceto, Martín y Juan
Francisco continuaban internos en la Escuela en 1809. Joseph Jorge Nicolás de
los Dolores fue adoptado en 1806 por el cirujano de la Escuela. Antonio Veredia
fue acogido en 1807 por el rector del Colegio de San Pedro. Francisco Antonio,
Clemente de la Caridad y Manuel María fueron adoptados en noviembre de 1807 por
un rico comerciante de la capital mexicana y militar realista, Pedro Marcos
Gutiérrez, comprometido a facilitarles crianza y educación. El niño Francisco
Antonio, natural de Santa María de Sada (A Coruña), estudiaría en la Universidad
Real Pontificia y llegaría a ser catedrático propietario de Mínimos y Menores,
Filosofía y Artes en el Real y Primitivo Colegio de San Juan de Letrán y, ya
conseguida la independencia de México, fundador de una de las primeras escuelas
de la ciudad de San Luis de Potosí. Los niños
Joseph Manuel María y Domingo Naya fueron acogidos en 1808 por el rector del
Hospicio de San Nicolás. Vicente María Salee y Florencio fueron adoptados en
1808 por el rector del Hospicio de San Jacinto. Andrés Naya, que había sido acogido
por un sacerdote en 1808, se dio a la fuga escapando de su custodia. Cándido de
la Caridad, Gerónimo María y Jacinto se trasladaron en 1808 a Ixmiquilpan, en
el estado de Hidalgo, después de haber sido adoptados por un comerciante local.
Cándido trató de seguir la carrera militar, aunque finalmente acabó realizando
estudios eclesiásticos por lo que solicitó una beca. Benito, el hijo de Isabel
Zendal que estaba al cuidado del obispo de Puebla, fue recogido por su madre en
abril de 1808, una vez que finalizó su labor expedicionaria.
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Puebla de los Ángeles (Nueva
España). En esta ciudad mexicana fijó su residencia Isabel Zendal junto a su
hijo Benito. Grabado de Robert Brown (1876) |
Niños vacuníferos de la
expedición a Filipinas
Balmis había encomendado a
Gutiérrez Robredo la dirección del final de los trabajos de vacunación en
Filipinas y también del regreso a Acapulco del grupo expedicionario con los
niños vacuníferos mexicanos, a los que se les había garantizado su “manutención,
se vistiese y educase a cuenta del Erario, hasta que tuviesen la edad
correspondiente para poder ser colocados según su aptitud y circunstancias”.
Los niños que regresaron de Filipinas, al contrario que los niños españoles,
casi todos tenían padres o al menos madre conocidos, lo que constituye una
sensible diferencia. A los padres de estos niños se les hicieron promesas y se
les había ofrecido una compensación económica para que dieran su
consentimiento, pero no se cumplieron enteramente las expectativas y las
familias fueron defraudadas. Una vez que los niños llegaron a México, el virrey
Joseph de Iturrigaray dictó una orden, fechada el 31 de octubre de 1807, para
que los niños fueran devueltos a sus hogares, encargando dicha tarea a “D.
Rafael Gómez, conductor de los niños que transmitieron el fluido vacuno a
Filipinas haciendo entrega a sus padres junto con toda la ropa de su uso”.
Este cometido se desarrolló entre los meses de noviembre y diciembre de ese año
sin que se cumpliese la promesa de que recibieran una formación educativa.
Balmis reaccionó
sistemáticamente contra esta dejación, durante y después de la expedición. Como
muestra sirva que en un escrito que presentó el 30 de junio de 1810 a la Real
Audiencia Gobernativa Mexicana manifiesta que “vivía tranquilo en la corte,
creyendo se verificaría lo mandado, cuando recibo las quejas de los
ayuntamientos y curas, así como las representaciones de los padres y de los niños
mismos, haciéndome las justas reconvenciones de que nada se había cumplido de
mis promesas, y que el virrey, desde el siguiente día de su arribo a México,
los había devuelto a sus padres sin darles nada de lo prometido”.
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Documento del 17 de marzo de
1809, emitido en Sevilla por la Suprema Junta de Gobierno de España e Indias, que
reconoce el derecho a Isabel para que perciba con efecto retroactivo las
cantidades que corresponden a su hijo por haber participado en la expedición
como niño vacunífero |
Los niños vacuníferos de las
distintas expediciones fueron elevados a la categoría de héroes anónimos en
reconocimiento a su papel principal en la propagación de la vacuna. En palabras
de Michael M. Smith estos niños “conformaban el más vital elemento de la más
ambiciosa empresa médica que jamás gobierno alguno haya emprendido”.
Tuvieron la garantía de los cuidados y desvelos por parte de Isabel Zendal y,
además, la constante defensa de su dignidad y derechos por Balmis. Sin embargo,
la respuesta del Reino y sus representantes no estuvo a la altura de los compromisos
adquiridos, dejando algunas de sus biografías estigmatizadas por la situación
de abandono.
Isabel Zendal
El virrey de Nueva España,
Joseph de Iturrigaray, en noviembre de 1807 notificó a los cinco
expedicionarios que habían regresado de Filipinas que debían abandonar la
amplia residencia donde estaban alojados y buscar un nuevo alojamiento por su
cuenta, una vez que había concluido la misión de la REFV, y para lo cual les
fue asignada una subvención mensual de 12 pesos. En abril de 1808, Isabel solicita
al virrey autorización para trasladarse a Puebla de los Ángeles para reunirse
con su hijo, que había quedado al cargo de los cuidados del obispo de la ciudad
durante su expedición a Filipinas, decidiendo establecer su residencia en este
lugar. Asimismo, el virrey da instrucciones el día 8 de abril para que, por
cuenta de las Reales Cajas, el intendente de Puebla le continúe abonando los
500 pesos anuales a que tenía derecho como enfermera participante en la REFV.
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Certificados solicitados por
Isabel Zendal, firmados por el notario poblano Antonio Palacios el día 23 de
junio de 1810 (a la izquierda) y el 10 de diciembre de 1811 (a la
derecha), donde se hace constar la condición de viuda para Isabel y de hijo
legítimo de Esteban Vales para su hijo Benito |
En documento del 17 de marzo
de 1809, emitido por la Suprema Junta de Gobierno de España e Indias, se le
reconoce el derecho de que perciba con efecto retroactivo las cantidades que
correspondían a su hijo por haber participado en la expedición como niño
vacunífero, de manera “que al hijo de la Rectora de la Expedición Dª Isabel
Cendalla y Gómez se le pase y abone en esas Casas Reales desde 1º de agosto de
1804 aquella cantidad que hubiere tenido de costo en el Hospicio de Pobres uno
de los destinados a él, respecto a no haber disfrutado auxilio alguno en ese
tiempo del Real Erario, y que se le continúe por ahora y hasta tanto que se
halle con la colocación o destino a que su inclinación le llame y quiera su
madre, cuyo zelo y extraordinarios servicios contraídos en la Expedición han sido
muy satisfactorios a S.M.”.
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Documento del 15 de diciembre de 1811 donde Isabel Zendal solicita la
cantidad de tres reales diarios para su hijo Benito que le correspondían por
haber sido niño vacunífero de la REFV. Es de notar que en esta solicitud figura
como firmante un tal José María Texada en nombre de Isabel “por no saber
firmar”, lo que pone de manifiesto su condición de analfabeta |
Fue precisamente en México
donde aparece documentalmente, por primera vez, su hijo Benito reflejado con el
apellido de Vales por considerarse hijo legítimo de Esteban Vales. En unos documentos
recientemente desvelados por el profesor José Tuells, consistentes en
certificaciones datadas del 23 de junio de 1810 y el 10 de diciembre de 1811 que
están firmadas por Antonio Palacios, escribano real y notario de Puebla de los
Ángeles, se hace constar “que Don Benito Vales y Cendal, familiar de Su
Excelencia Ilustrísima, el Obispo, mi Señor, es hijo legítimo de Don Estevan de
Vales, difunto, y de Doña Isabel Sendal y Gómez”. Sobre estas certificaciones
queda bastante margen de duda sobre su veracidad al mostrar a Isabel como esposa
viuda y al legitimar la paternidad de su hijo pues en los documentos existentes
en España se alude constantemente a la condición de Isabel como madre soltera
desde la misma partida de nacimiento de Benito. Podría interpretarse que Isabel
tuviera interés en certificar indebidamente la legitimidad de la paternidad de
su hijo para hacer desaparecer para siempre cualquier lastre que podía suponer
su condición de madre soltera.
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Documento del 19 de diciembre
de 1811 donde Isabel Zendal solicita que se le transfiera a Puebla el importe asignado
de tres reales diarios para su hijo por tener dificultades para su cobro en
Ciudad de México |
De su vida posterior se tiene
poco conocimiento. Parece que tuvo relación epistolar con Antonio Gutiérrez Robredo
y Ángel Crespo, los otros dos expedicionarios que también decidieron permanecer
en México. La última referencia que se tiene de ella deriva de dos documentos
de 1811, cuando contaba con unos 40 años de edad, en donde reclamaba el día 15
de diciembre la cantidad de tres reales diarios para su hijo Benito que le
correspondían por haber sido niño vacunífero de la REFV. Es de notar que en
esta solicitud figura como firmante un tal José María Texada en nombre de
Isabel “por no saber firmar”, lo que pone de manifiesto su condición de
analfabeta. En el otro documento, del 19 de diciembre, Isabel solicita que se
le transfiera a Puebla la posibilidad de cobrar el importe de 3 reales diarios como
ayuda económica para la crianza y formación a la que tenía derecho su hijo,
entonces con 15 años, en virtud de “estar los caminos llenos de vandidos y
no tener en el día persona de confianza que pueda cobrarla en esta capital (de
Ciudad de México)”. Justamente la persona de confianza mediadora hasta entonces
había sido Ángel Crespo, uno de los enfermeros que formaron parte de la REFV. Se
ha especulado que Isabel podría haber trabajado como enfermera o cuidadora en
alguno de los hospitales o centros asistenciales de Puebla, lo cual entraría en
buena lógica, pero al día de hoy no se tiene ninguna referencia documental que lo
confirme. Se desconoce la fecha y el lugar de su fallecimiento, aunque parece
casi seguro que nunca regresó a España. Respecto a su hijo Benito se marchó a
California de donde se sabe que tuvo un hijo.
Reconocimientos a su papel
histórico en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
Isabel puede considerarse como
uno de los pilares fundamentales que contribuyeron al éxito de la expedición. Estuvo
al total cuidado de los niños españoles desde su salida de A Coruña hasta la
capital novohispana y después de los niños mexicanos que partieron desde Acapulco
rumbo a Filipinas. Permaneció junto a ellos en todo momento cuando fueron
internados en los hospicios de Ciudad de México y de Manila respectivamente mientras
los sanitarios expedicionarios proseguían el proceso de vacunación por los
territorios. De nuevo, volvió a acompañar a los niños mexicanos desde el
archipiélago filipino hasta su regreso a Nueva España. Su participación en la
REFV supuso para Isabel un reconocimiento social a su trabajo y le posibilitó
salir de un entorno más limitado, permitiéndole conocer nuevos mundos y tener
nuevas experiencias. No menos importante fue el poder rehacer su propia vida
personal sin el lastre que suponía ser señalada en su localidad como madre
soltera. Posiblemente también, Isabel aceptase este reto como un acto puramente
vocacional creyendo tener capacidad y motivación suficiente para cumplir las
funciones que se le encomendaban, sin obviar las oportunidades que se le abrían
de mejorar considerablemente su condición económica y social. Lo que sí parece
estar bastante claro es que no pretendía ningún honor ni reconocimiento
público.
|
Reconocimientos de Isabel
Zendal en México. (A la izquierda) Medalla de Mérito en Enfermería “Enfermera
Isabel Cendala y Gómez” que otorga anualmente la Presidencia de la República Mexicana
desde 1975. (A la derecha) Escuela de Enfermería “Isabel Cendala y
Gómez” de San Martín de Texmelucan en el estado de Puebla que lleva su
nombre desde 1983 |
La participación de Isabel en
la REFV fue ejemplar, mostrando en todo momento un control absoluto en todo lo
relacionado con el cuidado y grado de bienestar de los niños sin mostrar signos
de fatiga ni sufrimiento y, a su vez, ofreciéndoles el cariño de la más
sensible madre. Fue una auténtica proeza conseguir que los niños pudieran
cumplir el cometido de transmitir el virus vacuno inoculado en sus brazos sin que
se produjeran incidencias de destacar teniendo en cuenta las duras condiciones
que suponía un viaje de esas características. En la Gazeta de Madrid del
14 de octubre de 1806, en donde se hace referencia de la reciente llegada a
España de Balmis procedente de Filipinas, se ensalza la labor realizada por
Isabel Zendal en la expedición al archipiélago filipino “sacando veinte y
seis niños de Nueva España para vacunarlos sucesivamente como en las
anteriores; y por ser párvulos muchos de ellos, fueron al cargo de la Rectora
de la Casa de Expósitos de La Coruña, que así en este, como en las anteriores
navegaciones, cuidó de su aseo con el mayor esmero”.
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Reconocimientos de Isabel
Zendal en A Coruña. (A la izquierda) Escultura de Acisclo Manzano en el
puerto de donde partió la Real Expedición inaugurada en 2003. (A la derecha)
Escultura de Francisco Escudero en el lugar donde se encontraba la Casa de
Expósitos inaugurada en 2020 |
La profesionalidad y buen
hacer de Isabel en todo momento le valió recibir los elogios de cronistas e
historiadores que la han calificado como una “mujer de probidad”, “madre
de los niños”, “enfermera abnegada y patriota”, “primera
enfermera de la historia”, “primera enfermera de la historia de la medicina
hispana” o “primera enfermera de la historia de la salud pública”. Para
los profesores Susana María Ramírez
Martín y José Tuells esta mujer “es un ejemplo pionero en la historia de la
enfermería pediátrica española” destacando que ha sido una total
desconocida para la historia hasta hace bien poco. Seguramente el primer
reconocimiento a su labor lo realice la Congregación de los Dolores de A
Coruña, la institución laica que gestionaba la Casa de Expósitos donde era
rectora Isabel, cuando decide aceptar a su hermana María Antonia como cofrade
de dicha Congregación el 18 de noviembre de 1826, solamente dos décadas después
de concluida la REFV. Esta proposición la recibían exclusivamente personas de distinguida
posición social, condición que no tenía María Antonia ya que era una humilde trabajadora,
de lo que se deduce como un gesto indirecto de consideración hacia Isabel
Zendal, ausente en la distancia.
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Hospital de Emergencias “Enfermera
Isabel Zendal” de Madrid inaugurado en 2020, en plena pandemia por
Covid-19, que fue especialmente diseñado para gestionar pandemias |
Habrá
que esperar hasta mediados del siglo XX cuando empiecen a manifestarse los
primeros reconocimientos históricos sobre su figura y su labor. Miguel
Enrique Bustamante, un relevante impulsor de la medicina preventiva y social de
México, reivindicó ya en el lejano año de 1948 el relevante papel desempeñado
por Isabel Zendal en la REFV considerándola como “la primera enfermera
sanitaria que vio la América y quizá el mundo en una misión internacional”.
Gracias a la mediación de Bustamante, la Presidencia de la República mexicana
otorga anualmente, desde 1975, la Medalla de Mérito en Enfermería “Enfermera
Isabel Cendala y Gómez”, en las modalidades de oro, plata y bronce. Con
esta Medalla se pretende reconocer el mérito por la actividad profesional en
enfermería, particularmente en el ámbito de la salud pública. Asimismo, la
Escuela de Enfermería de San Martín de Texmelucan, en el estado de Puebla (México),
lleva su nombre desde 1983. El lema de esta Escuela “Sacrificio sin esperar
gloria” está muy en consonancia con el talante que siempre mostró Isabel.
En España, este reconocimiento también ha llegado aunque un poco más tarde. Uno
de los primeros en reivindicar su figura fue el médico Pastor Nieto Antúnez quien, en un artículo publicado en
1966, considera a Isabel como “la primera enfermera internacional”
denunciando su olvido y lamentándose de que ningún centro sanitario lleve su
nombre. Por lo menos, bajo su influencia, consiguió que el Ayuntamiento de A
Coruña dedicase una calle a su nombre en 1971.
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Sello dedicado a Isabel Zendal,
editado por Correos de España en 2022, con diseño de la ilustradora Isa
Muguruza |
Desde
entonces, los actos en su reconocimiento han ido en aumento. En 2003, con
motivo de la celebración de los 200 años de la REFV, el Museo “Casa del
Hombre” de A Coruña le dedicó un monumento con el nombre de los 21 niños que
participaron en la expedición. El 30
de noviembre de 2003 fue inaugurada una escultura de Acisclo Manzano en el
puerto de A Coruña en recuerdo de la salida de la expedición. En 2015 fue creado el Premio Nacional de
Enfermería “Isabel Zendal y Gómez” por La Asociación de Enfermería
Comunitaria y la Cátedra Balmis de Vacunología de la Universidad de Alicante
según un convenio específico firmado entre ambas instituciones. Este premio
pretende reconocer el mérito y trayectoria desarrollado por una enfermera en su
actividad profesional, docente y/o investigadora en el ámbito de la enfermería
comunitaria. En sesión celebrada el 30 de noviembre de 2016, Isabel
Zendal fue nombrada hija predilecta del ayuntamiento de Ordes. También en 2016 fue creada en A Coruña la
Asociación Isabel Zendal con el claro objetivo de recordar su figura y de
investigar, difundir y promover, en los ámbitos local, nacional e
internacional, el protagonismo de Galicia en la REFV. En ese
mismo año de 2016, la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería le concedió
el premio especial de “Enfermería en Desarrollo” por ser la primera
enfermera de la historia en misión internacional reconocida por la OMS. En 2017, el Sindicato de Enfermería en
Galicia renombró los premios que entrega en su “Encuentro Científico Gallego
de Enfermería y Fisioterapia” bajo el nombre de Premios Isabel Zendal. Asimismo, en 2016, el Ministerio de Defensa, como
homenaje a su trabajo, puso el nombre de CENDALA al sistema informático de
gestión de vacunas y actividades sanitarias que utilizan las Fuerzas Armadas
españolas. En 2018, Isabel Zendal fue incluida en la “Tabla
Periódica de las Científicas” para conmemorar en el 2019 el Año
Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos. En 2018, la Universidad de A Coruña y el Círculo
Escéptico crearon los Premios Isabel Zendal para el fomento del pensamiento
crítico. En 2019, el SUMMA 112 entrega los
galardones Isabel Zendal de Enfermería al CODEM, el PAL 24 y la ORCAM. El 30 de noviembre de 2020 se inauguró en A Coruña
una escultura dedicada a Isabel Zendal y los niños vacuníferos, obra del
escultor Francisco Escudero, que quedó ubicada cerca del lugar donde se
encontraba la Casa de Expósitos. El 1 de diciembre de 2020,
durante la pandemia de la Covid-19, se inauguró en Valdebebas el hospital de
emergencias de Madrid con el nombre de "Hospital Enfermera Isabel
Zendal", un centro diseñado para gestionar pandemias. En 2020 se creó la Academia de Enfermería
Militar Isabel Zendal. En el
año 2022, Correos de España emitió un sello dedicado a la insigne enfermera.
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Fragmento del informe de
Francisco X. Balmis dirigido al ministro Joseph A. Caballero, datada en Macao el
30 de enero de 1806, donde hace un excelso elogio de la labor desarrollada en
la REFV por Isabel Zendal “que con el excesivo trabajo…perdió enteramente su
salud”. Archivo General de Indias de Sevilla |
La importante labor realizada
por Isabel Zendal en la REFV fue resaltada por el mismo Francisco Xavier
Balmis, un hombre de rígida conducta y muy poco dado a las alabanzas sino, más
bien, propenso a censurar la labor de sus colaboradores y en particular contra
todos aquellos que obstaculizaban sus designios. En pleno viaje de regreso a
España desde Filipinas, Balmis elabora un informe el 30 de enero de 1806,
mientras se encontraba en Macao, que ensalza sobremanera el trabajo realizado
por Isabel afirmando que “se distingue en el cumplimiento de sus deberes y
el amor y cariño que les prodiga a todos (los niños), adoptándolos como
hijos, y con ánimo varonil, va con la Expedición a Filipinas para no perderlos
de vista, y poder continuar con su aseo y limpieza en que tanto se esmera ….
que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos
recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado
todas las ternuras de la más sensible madre sobre los 26 angelitos que tiene a
su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y
los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.
Isabel Zendal en la literatura
El
magno acontecimiento que supuso el proyecto de la REFV por su carácter
humanitario, heroico y de dimensión internacional hizo que se prestase mucho a
ser fabulado en la literatura. La vida personal de Balmis, llena de contrastes
y medio envuelta en el misterio, y no menos interesante la figura de Isabel,
aunque más desconocida y enigmática, ha despertado el interés de varios
escritores para situar a ambos personajes en la ficción otorgándoles atributos
e imaginándoles en distintos escenarios. Existen varias versiones noveladas
escritas sobre la expedición que, en la mayoría de los casos, se centran en el
personaje de Isabel confiriéndole un protagonismo mayor que el habitualmente se
le atribuye en los documentos y crónicas históricas.
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La figura de Isabel Zendal ha
sido tratada en varias recreaciones literarias. (A la izquierda) En 2016
se estrenó la película 22 Ángeles, dirigida por Miguel Bardem e
interpretada por María Castro en el papel de Isabel. (A la derecha) La novela
Ángeles custodios de Almudena de Arteaga publicada en 2010 da especial protagonismo
a la labor desempeñada por Isabel |
Enrique Alfonso inicia en 1950
las novelas publicadas con su obra “…Y llegó la vida” donde Isabel
ejerce su rol de enfermera y es presentada como una atenta colaboradora de
Balmis. Enrique V. García publica en 2005 la novela “La soledad de Balmis:
la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de la Viruela (1803-1806)”
donde presenta a un Balmis romancero enamorado de Isabel Zendal. En 2006, la
novelista dominicano-estadounidense Julia Álvarez escribió “Para salvar el
mundo”, un relato de ficción sobre la expedición Balmis desde la
perspectiva de Isabel Zendal, con un fuerte lanzamiento publicitario incluyendo
una reseña en la revista JAMA. Ese mismo año de 2006, Luis Blanco Laserna
publica “Balmis y los niños de la vacuna”, una novela dirigida al lector
infantil y juvenil. En 2010, la expedición fue recreada también por la
escritora madrileña Almudena de Arteaga en su novela “Ángeles custodios”
con el papel protagonista de Isabel. Basándose en esta última novela, en 2016
se estrena la película “22 ángeles”, dirigida por Miguel Bardem y
producida por RTVE. En 2011, la expedición es el tema central de la novela “Los
héroes olvidados” de Antonio Villanueva Edo y de la novela “Los hijos
del cielo” de Luis Miguel Ariza. En 2013, el escritor zaragozano Javier
Neveo publica la novela “Los niños de la vacuna”, donde uno de los niños
vacuníferos va narrando el relato. En 2015, el escritor y periodista Javier
Moro escribe “A flor de piel”, una novela llena de aventuras sobre la
REFV y donde la figura principal es ocupada por Isabel Zendal. En 2016 se
estrenó el documental “Isabel Zendal, la enfermera que cambió el rumbo del
mundo”, obra de Ana Fernández, Enrique Sierra y Javier González, y
promovido por el Sindicato de Enfermería (SATSE) y la Fundación para el
Desarrollo de la Enfermería (FUDEN). En 2017, la escritora gallega María Solar
escribió la novela juvenil “Los niños de la viruela” que relata la
historia de Isabel Zendal como rectora de la Casa de Expósitos y de cómo pasó a
formar parte de la expedición. En 2018 se publicó el cómic “Nuevo Mundo.
Isabel Zendal en la expedición de la vacuna”, dirigido al público infantil
y juvenil, cuyos autores son Borja López Cotelo y María Olmo Béjar. Finalmente,
en 2021 Javier de Isusi publicó una novela gráfica “El mar recordará
nuestros nombres” donde Benito, el hijo de Isabel, ocupa un gran
protagonismo.
Bibliografía recomendada
-Ávila Olivares JA, Martín
Barrigós J. Isabel Zendal: La enfermera que fue clave para erradicar la viruela
en medio mundo. Compañía Seqirus Spain, 2020.
-Balaguer Perigüell E, Ballester Añón R. En el
nombre de los niños: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806).
Madrid: Monografías de la Asociación Española de Pediatría nº 2, 2003.
-Blanco
Laserna L. Balmis y los niños de la vacuna. Ediciones El Rompecabezas, 2006.
-Bustamante
ME. La primera enfermera de la historia de la salud pública. Salud Pública de
México 1975; 17(3):353-363.
-Gómez Vicente MA. Isabel Zendal
Gómez. Primera enfermera de la historia en misión internacional. En VV. AA.,
Mujeres emprendedoras entre los siglos XVI y XIX, Madrid: Ministerio de
Economía, Industria y Competitividad, Instituto de la Mujer y para la Igualdad
de Oportunidades, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2017.
-González Guitián C, Pazos MC,
Pichel Guerrero MJ, Prieto Díaz A, García Sánchez M. Expósitos y sala de partos
secretos. Hospital de La Caridad de A Coruña. Revista Rol de Enfermería 2000; 23(6):451-456.
-Ibáñez V, Navarro O, Bofill
I. Enfermeras invisibles. Inventoras, invencibles, increíbles. Plan B, 2021.
-López Mariño A. Isabel Zendal
Gómez, la enfermera de la primera vacuna. Temperamentvm 2018, 14(e12229):1-14.
-López Mariño A. Isabel Zendal
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Como citar este artículo:
Lancina Martín JA.
Isabel
Zendal Gómez: Primera enfermera de la historia en misión internacional.
Su
papel en la Expedición Balmis para extender la vacuna contra la viruela
en los
territorios españoles de Ultramar [Internet]. Urología e Historia de la
Medicina. 2023 [citado el día/mes/año]. Disponible
en: https://drlancina.blogspot.com/2023/03/isabel-zendal-expedicion-balmis.html