La ‘alerta antifascista’ ya no cuela para ganar elecciones. A ella se apuntan los abajofirmantes, titiriteros y sindicalistas a sueldo del Régimen. La verdadera amenaza es el fascismo de izquierdas.
Hoy todos somos fascistas y bisexuales, según una opinión extendida en la sociedad. El poder, tal como nos enseñó Foucault, decide el significado de las palabras, y ese poder ha decidido quién es fascista y quién no. Pero el asunto es más complejo. Siempre que pensamos en fascistas nos vienen a la mente el señor Mussolini y sus huestes. Este fascismo, hijo legítimo del socialismo, no es el único. Deberíamos leer al gran Pasolini para saber que hay otro fascismo, el fascismo de izquierdas. Él fue víctima de los dos: del primero, que intentaba reventarle sus estrenos en el festival de Venecia, y del segundo, que lo insultaba en las publicaciones comunistas de la época...