EFEMÉRIDE. 250 años de la muerte de Jorge Juan (Boletín de EDA de 4 de julio 2023)
Por Juan Giner Pastor
El pasado 21 de junio se cumplió el 250 aniversario del fallecimiento de Jorge Juan
y Santacilia, que nació en la localidad alicantina de Novelda el 5 de enero de 1713, cuya
vida y méritos son de gran relevancia. Ya que Jorge Juan fue Caballero de la Orden de
Malta, Jefe de Escuadra de la Real Armada, Capitán de la Compañía de Caballeros
Guardia Marinas, Rector del Real Seminario de Nobles, Consejero de S. M. en la Junta de
Comercio y Moneda, Embajador del Rey en la Corte de Marruecos, Consiliario de la Real
Academia de San Fernando, Socio correspondiente de la Real Academia de las Ciencias
de París, Miembro de la Real Sociedad de Londres, Miembro de la Academia de Berlín.
Y, como se lee en su lápida mortuoria: ≪Después de haber dominado el mar con barcos
de nuevo tipo y construcción, explorando el África como Embajador en Marruecos,
recorriendo la América para levantar el plano de la Tierra y Europa para llevar a cabo
investigaciones literarias, entregó al Señor la vida que de Él había recibido a los sesenta
años de edad, en Madrid, el 21 de junio del año del Señor 1773≫.
Si Jorge Juan hubiera nacido en Estados Unidos seguro le habrían dedicado alguna
película o serie televisiva, pues su biografía fue un compendio de actividad como marino
de la Armada Española, de investigador sobre navegación y construcción naval, incluso
actuando como espía en Inglaterra para ello, y de modernizador de la Academia de
Guardia Marinas en Cádiz, de la que fue capitán comandante, preparando el
establecimiento de un observatorio astronómico dotado de excelentes instrumentos.
Pero, además, fue encargado de otras muy diversas comisiones, desde la reorganización
y ventilación de las minas de Almadén al asesoramiento sobre obras hidráulicas o acerca
de las aleaciones empleadas en las monedas, siendo nombrado vocal de la Junta
Superior de Comercio y Moneda, desarrollando una labor infatigable siempre.
También el nombre de Jorge Juan va unido, junto al de Antonio de Ulloa, a la
medida del meridiano terrestre. En la medición del meridiano hay que considerar la
teoría de Newton, el científico inglés que en el siglo XVII desarrolló la hipótesis de que la
Tierra no era una esfera perfecta sino achatada por los polos. Esta teoría fue rebatida
por varios astrónomos que consideraron que la Tierra era un geoide alargado en el
sentido de los polos. En 1733 la Academia de Ciencias de París, deseando zanjar esta
controversia, y estimando los grandes beneficios que el correcto conocimiento de la
forma y tamaño de la Tierra reportaría para la navegación, la cartografía y muchas otras
disciplinas, solicitó permiso al rey Felipe V para que una comisión de científicos
franceses midiera con exactitud un grado del meridiano terrestre en el virreinato del
Perú, cerca del ecuador.
El monarca hispano accedió pero exigió la incorporación al grupo expedicionario de
dos marinos españoles, siendo elegidos los guardias marinas Jorge Juan y Antonio de
Ulloa para que colaboraran con los académicos franceses y realizaran sus propios
cálculos. Juan y Ulloa, que entonces tenían, respectivamente, veintiún y diecinueve años
de edad, fueron ascendidos a tenientes de navío con el fin de presentarse ante los
franceses con una cierta graduación militar.
La expedición al continente sudamericano fue larga y laboriosa y, por lo que hace
a los jóvenes marinos españoles, adquirió caracteres de auténtica aventura científica,
calificada como la empresa más importante de la ciencia española en la primera mitad
del siglo XVIII. Las tareas de medición del meridiano terrestre se prolongaron desde
1735 hasta 1744, siendo a menudo interrumpidas por las llamadas del virrey del Perú a
Juan y Ulloa para que organizaran la defensa de las costas del Pacífico frente a los
ataques de la flota inglesa mandada por el vicealmirante Vernon. Y aunque el desarrollo
de las observaciones no estuvo exento de penalidades, a consecuencia también de las
durísimas condiciones vividas en la cordillera andina, finalmente se podía confirmar la
tesis de Newton de que la Tierra es una esfera achatada por los polos. Juan y Ulloa
fueron ascendidos a capitanes de navío, y los datos obtenidos en la expedición se
publicaron con rapidez. En 1748 Juan redactó las ‘Observaciones astronómicas, y
Physicas, hechas de orden de S. M. en los reynos del Perú’, donde se recogen los
resultados de aquel acontecimiento científico por el que siempre se recordará a tan
insigne personaje alicantino: Jorge Juan y Santacilia.