Carta a Concha Sempere Juan: Cuando el apellido sí importa
En la imagen, los hermanos Eusebio y Concha Sempere mostrando el primer cuadro pintado por Eusebio. Onil, ca. 1929. Fotografía: Archivo Familia Sempere.
Querida Concha: Cuando eras pequeña todos te llamaban Conchita, todos menos tu hermano Eusebio. Era el único que no te nombraba así, que lograba cautivarte, embaucarte, enamorarte hasta la médula. Eso me contabas en una conversación que mantuvimos en octubre de 2016: “Éramos todos para él. Yo, enamorada de mi hermano; los tres con él y para él. Todo, todo lo que hacíamos era por él”, me decías recordando a tus padres y a ti misma en aquel Onil de la década de los veinte del siglo XX, cuando nacisteis, tú en 1920 y Eusebiet en 1923; que eras la “fuerte” y no tenías “ninguna enfermedad”. Eusebio Sempere Juan había nacido con estrabismo en un ojo, lo que “marcó durante mucho tiempo su actitud ante la vida y el arte”, además de un fuerte sarampión que padeció siendo niño y “que le había dejado grandes secuelas”...