(El Pinocho de la Moncloa no encuentra la salida)
Esta nueva etapa victimista de Sánchez me tiene fascinado. Hace tiempo que le conozco y sigo con enorme interés su evolución. Nunca le he menospreciado como hacían sus actuales aliados políticos y mediáticos. Por supuesto, nadie alcanza la presidencia del Gobierno sin estar dotado de habilidades notables. Ahora hemos descubierto su capacidad para el teatro. No es Fernando Fernán Gómez o Adolfo Marsillach, pero hubiera hecho un papel digno en el instituto interpretando algún personaje como Ricardo III de Shakespeare. Hay una norma que tiene que asumir cualquier político y es que a la política se viene llorado. Ahora ha dado un giro trumpista [Donald Trump -el llorón de la casa Blanca] siguiendo los pasos del expresidente estadounidense y ha decidido quejarse de que los medios de comunicación ni le quieren ni le entienden. Le sucede lo mismo que Santiago Abascal. En el caso de Sánchez es llamativo porque se lo debe todo a su tenacidad y al firme apoyo de los medios de comunicación. El PP sufrió un acoso político con la corrupción que no tiene parangón con lo que vivió González, cuyo gobierno y partido protagonizaron los mayores escándalos desde la Transición. No solo económicos, sino políticos y morales...