Si observa detenidamente a los políticos en campañas electorales tienen un gran problema con el uso o no de la corbata, en un mismo día aparecen con el mismo traje, otras con americana y pantalón de colores o vaqueros, unas veces con corbata azul, otras roja, otras de colores, a veces la llevan en el bolsillo para ponerse la o quitársela.
La corbata es un símbolo, roja: izquierda. Azul, derecha, Otras veces se las quitan para demostrar cercanía, otras se la ponen la lejanía. Pero a quién engañan, a nadie.
Las caras con las mismas de sonrisa de victoria, pero la corbata es como comodín, según quieran aparentar, respeto, autoridad o hombre de negocio. Otras veces en actos oficiales, en mítines sin ellas, en decir, que es un cachondeo tal lo de la corbata, que ya al ciudadano le da igual. La corbata es de trilero, mira a ver donde la escondo, la llevo o me la quito. Como si fuera un arma arrojadiza, o sea un boomeran que no engaña ya a nadie. La corbata llegara a desaparecer por lo mucho que se le maltrata, menos en militares y banqueros.
-Señores políticos, no engañáis a nadie.
La corbata ahoga, y la corbata es una prenda de trileros.
-Por favor, que me den una corbata que voy a casarme.
Pedro Sánchez es un show de corbatas: roja para los del PSEO, o sin ella, azul para Biden, sin corbata para el mitin del pueblo. Lo malo de todo ello, es que ellos se lo creen. Los asesores de imágenes los llevan locos. Frac incluso.
Ramón Palmeral
Fijaos es los colores de corbatas de estas fotos