El honor es una divida, un concepto con diversas valencias, según se tome en una acepción subjetiva (lo que uno siente como su propio honor) o en su acepción social, como elemento que entra en juego en las relaciones sociales en muchas civilizaciones.Una cualidad de respeto personal, cuando se pierde se destruye el respeto, como le ha pasado al exgeneral Espinosa de la Guardia Civil encarcelado por supuesta corrupción.
Los dinero corroen lo sabemos, pero cuando se pierde el honor se ha perdido la persona y el prestigio de subordinados y compañeros. Ya lo dijo bien claro el duque de Ahumada en la cartilla en el articulo UNo de la Cartilga del Guardia Civil (1844).-"El honor es la principal divisa del Guardia Civil, debe por consiguiente conservarse sin mancha, una vez perdido no se recobra jamás".
Ya que parece ser que el exgeneral de división ha perdido el honor, al menos que tire de la manta. Lo único que puede salvar su prestigio perdido es decir toda la verdad caiga quien caiga. Porque la verdad es el único camino de recuperar la credibilidad. Es el único corcho de salvación en un mar de corrupciones.
El poder y el dinero corrompen, es indiscutible y los políticos son los más próximos a perder el honor y la honra.
La persona íntegra es incompatible con la política como Griñán pendiente de entrar en la cárcel, aunque los hay íntegros, hasta que e demuestre lo contrario. Aunque a veces la Justicia se equivoque.
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Lo del honor también le atañe a los árbitros de fútbol españoles. Como dar patadas sobre relojes de oro.
Recibir regalos es una forma de corrupción.
Pero también atañe a jueces, magistrados, funcionarios, y empresarios, por supuesto. Y a mujeres.
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Soy un fan del Tito Berni, ese patriota
Visto que ya le han condenado a la hoguera, debería largarse al Brasil, que también hay putas. Camps se comió 200 portada de El País.
A ver, chicos, estaréis de acuerdo conmigo en que el «Tito Berni» es un tipo fenomenal. Un tío al que, a las tres de la mañana, le tocan a la puerta de su habitación de hotel, le dicen que le van a presentar unas señoritas y se pone los pantalones en lugar de quitárselos sólo puede ser un caballero y un patriota. Y luego está lo de su sobrino y la juez en ese momento culmen en la historia de la instrucción judicial española. Pregunta la juez: «si usted no ha hecho nada, ¿por qué esta ahí sentado?», y el sobrino, pillado de marrón, en lugar de responder «pues dígamelo usted, a ser posible con pruebas», balbucea algo así como que se han aprovechado de su buena fe.
Visto cómo están las cosas, yo aconsejaría al Tito Berni que, aprovechando que la Fiscalía no ha pedido su prisión preventiva como si fuera un Zaplana cualquiera, hiciera las maletas y se largara al Brasil, país con el que no tenemos tratado de extradición. Sería, claro, una «fuga preventiva», pero a un tipo como el Tito Berni, que daba a los empresarios el «timo del paleto», como hacía Urdangarin, tiene un futuro carcelario cierto y ya le advierto de que, pese a lo que piensa el vulgo, las prisiones no son esos hoteles de cinco estrellas, con piscina, donde a las tres de la mañana se te llena la celda de señoritas. Además, su partido, el glorioso PSOE, ya lo ha amortizado políticamente, en la vieja tradición de los partidos que reza que la presunción de inocencia no vale un pimiento cuando están en juego un puñado de votos. Que se lo digan a Camps, que se comió doscientas portadas del «El País» a cuerpo limpio.