Cuando un partido político se derrumbe tan fácilmente, por una investigación interna, es que no tenía una base sólida. Los barones le han abandonada por salvar se pellejo personal. Feijóo fue el primero. Pablo Casado no tenía el control del partido.
A esta alturas con un Pedro Sánchez fuerte, hacer un Congreso Extraordinario del PP es hacerse un harakiri, un diálogo a navajazos, le le puede hacer perder votos en unas generales.
Tan como están las cosas, y a corto plazo, Pablo Casado debe dimitir, dar un paso atrás hasta que el tema de Ayuso y su hermano se aclare. Casado es joven y puede volver con más fuerza y unidad.
Y todo por invetigar mal un expediente de posible corrucción a Ayuso.