Las bombas en los muros
¿Por qué Alacant apenas conserva edificios anteriores al siglo XVIII? ¿Por qué están perforados los muros litorales de la iglesia de san Nicolás y algunos sillares del Pasaje Consistorial? ¿Han observado el tamaño brutal de los boquetes, los redondos mordiscos de granada en la piedra? ¿Y la metralla incrustada en la fachada marítima de santa María? Para buscar respuestas, es preciso imaginar una ciudad cuyo mar prácticamente mojaba el Ayuntamiento. Una urbe en la orilla, al borde de la bahía, sin las fincas señoriales que hoy bordean la Explanada. Rodeada, eso sí, de una sólida muralla defensiva y de varios baluartes repletos de cañones, con sus bocas vigilando el horizonte.
La reivindicación de la memoria histórica ha gozado últimamente de un decidido avance, pero excesivamente centrado en la tragedia de la guerra de España. Sin embargo, otros sucesos bélicos apenas recordados cambiaron para siempre la fisonomía de Alicante, la lengua preexistente, la cultura y las leyes. Remontémonos a más de tres siglos atrás, hasta la Guerra de los Nueve Años (1689-1697), una contienda que Alicante vivió intensamente, y que enfrentó a la Francia del monarca Luis XIV con la Liga o Imperio de los Habsburgo, la coalición de los estados alemanes, Austria, Saboya, Inglaterra, los Países Bajos y los reinos hispánicos de los Habsburgo. Borbones contra austracistas.
El duro verano de 1691
Alacant formaba parte del Reino de València, defensor de la causa austracista. Excesivamente confiada, apenas contaba con una ligera guarnición de soldados apostada en santa Bárbara, que despertaría sobresaltada durante la tarde del 21 de julio de 1691. Exactamente cuándo por altamar aparecieron de golpe 25 galeras, 14 navíos de guerra, tres pontones o naves de fondo plano y nueve embarcaciones de refuerzo. Una potente y amenazante armada que entraba en la ensenada después de haber bombardeado Barcelona el 10 y 11 de julio, y que comandaba el mariscal y conde de Francia al servicio de Luis XIV, Jean d'Estrées.
En la mañana del 22 de julio la flota se recolocaba en la bahía en posición de ataque. Lejos de una inmediata rendición, también descartada por el Justicia o principal autoridad del municipio, Gaspar Castillo, los austriacos se prepararon para defender Alacant ferozmente, auxiliados por las milicias civiles y por la mayoría del vecindario. Ya abierto el fuego, la metralla francesa rugiría implacable sobre el baluarte portuario de san Carlos, la batería de cañones más potente, sobre las iglesias de santa María y san Nicolás y sobre el Ayuntamiento, entonces situado en primera línea marítima. Paralelamente, unos 700 soldados franceses desembarcarían en las calas de Aiguamarga, disparando desde las estribaciones de El Baver y siendo repelidos momentáneamente por una patrulla austriaca apostada en La Muntanyeta. Al caer la noche, y tras siete horas de ataque, más de 900 explosivos habían acribillado el corazón de la ciudad, que ardería en llamas cerca de una semana. Aunque lo peor llegaría a la mañana siguiente.
Disgustado por la inesperada resistencia y resuelto a ganar, el mariscal D'Estrées respondió duramente, atacando Alacant el 23 de julio de 1691 con una feroz lluvia de 1.300 bombas e intentando tomarla al asalto en la jornada del 24, al cuarto día de su aparición en la costa, cuando apenas quedaba munición y ante unos 300 voluntarios austriacos y un vecindario armado y agotado. Mas el viento de la Historia cambiaría rápidamente un día después, al aparecer el día 25 por el mar de Levante y el Cap de l'Horta la flota más avanzada del rey Carlos II, con 80 navíos al mando del conde de Aguilar. Inmediatamente, D'Estrées abandonaría su objetivo, perseguido por escuadras del bando aliado. Sí, Alacant no había sido tomada por las tropas borbónicas, pero quedaba devastada, completamente destruida, calcinada, sin apenas nada en pie. Y con un tercio de su población aniquilada. Con precisión, 743 vecinos vivos de más de un millar de habitantes censados con anterioridad al ataque francés.
La guerra de Sucesión
Sí, muy pocos edificios subsistieron tras la tragedia de 1691, se calcula que apenas un diez por ciento. Numerosas viviendas de la cara litoral, entre el Portal de Elche y la Porta Ferrissa, se vinieron abajo; el Archivo Municipal fue pasto de las llamas, perdiéndose pergaminos y documentos medievales y modernos; las dos iglesias más importantes, san Nicolás y santa María, fueron acribilladas por el doloroso impacto de las granadas enemigas; y el Ayuntamiento, la Casa del Consell, de estilo gótico, apenas operando desde 1668, quedó prácticamente en ruinas, reuniéndose a partir de entonces el pleno municipal en otros edificios, como en la cercana Lonja de Caballeros. Solo tres lustros después del asedio y destrucción de la ciudad por las tropas del mariscal D'Estrées, llegaría otra cruel batalla, la de la Guerra de Sucesión al trono de España. Para la mayoría de historiadores, la primera Guerra Mundial realmente.
Antes de la derrota en los campos de Almansa, el 25 de abril de 1707, de las tropas austracistas del conde de Galway por el ejército borbónico del duque de Berwick, Alacant, plaza fuerte y castillo del Reino de València, ya había sido recuperada por los borbónicos, siendo defendida por unos 4.000 efectivos (cuatro veces más soldados que vecinos), entre tropas italianas, francesas e irlandesas, dragones del regimiento de Granada y milicianos de la comarca, todos bajo las órdenes del mariscal y conde francés de ascendencia irlandesa Daniel O'Mahony. Pero no por mucho tiempo. El 15 de Junio de 1706, una escuadra inglesa de 70 bajeles de combate, 30 transportes y 9 pontones anclaba en la costa, reclamando a O'Mahony la entrega de la plaza. Sin lograrlo, Alacant era de nuevo bombardeada al principio de agosto. Durante ocho días y noches, «disparándose 135 balas, y cuatro mil bombas y granadas», según la crónica de Juan Bautista Maltés, entrando los ingleses o austracistas por la Puerta del Mar el 8 de agosto de 1706.
Dos años más tarde, el 28 de Noviembre de 1708, las tropas de Felipe V llegaban de nuevo a Alacant comandadas por el caballero Claude Antoine Bidal d'Asfeld, cayendo la ciudad definitivamente del lado borbónico el 20 de abril de 1709, tras volar la mina perforada en las entrañas rocosas de santa Bárbara, donde resistirían los ingleses. Siglos después, el primer ministro británico Winston Churchill compararía la derrota de la armada aliada en Almansa con el descalabro británico de Dunkerque en la Segunda Guerra Mundial.
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Comentario
Sr. Belda, la defensa de Alicante en 1691 contra las trofas francesas del almirante D'Estrées fue realizada por tropas españolas, tercios regulares y milicias, los austriacos, no estaban en España ni se les esperaba. No había bando austriaco ni borbónico, si de la Gran Alianza, 10 países, entre ellos España, el Sacro Imperio Germánico, Suecia, las Provincias Unidas, Inglaterra y otros, contra Francia. Creo que se ha confundido con Guerra de Sucesión, la que relata más abajo. Un saludo.