Hoy 18 de julio sabemos que se inicio el Alzamiento Nacional contra las nefastas gestiones del gobierno de la Segunda República comanda con Azaña y el Frente Pupular.
Pero todavía nadie me ha dicho por qué que inció el levantamiento de los generales africanistas: Franco, Mola, Queipo de Llano...
Nadie habla de la quema de iglesias y conventos en el 31 y del asesinatos de curas y monjas, y del asesinato de miles de personas en toda España en los primeros meses de 1936 por no ser afines a la República.
Por ello, los españoel actuales hemos de defender la Constitución de 1978 con uñas y dientes, porque es lo única Norma que no puede defender de los tiranos.
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85 años del inicio de la Guerra Civil española: El domingo que lo cambió todo
El golpe de Estado tomó cuerpo en Zamora el 19 de julio después de una primavera sangrienta, pero lo peor estaba por llegar en la fratricida contienda que duraría tres años
La realidad zamorana estaba revestida de violencia desde años antes de que estallara el conflicto. Las elecciones de 1936 dieron el triunfo a la coalición de centro-derecha en la provincia, en medio de un ambiente ya plenamente radicalizado. Hacia la primavera el clima era irrespirable, con protestas y enfrentamientos entre los partidarios de las distintas ideologías. Tres asesinatos marcaron el mes de mayo de ese año: el del militante de Acción Católica Francisco Gutiérrez Rivero, que recibió un tiro por la espalda el día 21. Durante su entierro muchos comercios cerraron sus puertas y se organizó una manifestación que tuvo que ser disuelta por la fuerza pública.
Cuatro días más tarde, el 25 de mayo, llegaba la respuesta del otro bando con otra muerte a tiros, la del obrero del barrio de Olivares Rafael Ramos Barba, de tan solo 19 años e hijo de “El Pelao”, muy conocido en la capital. Al sepelio acudió gente llegada de otras partes de la provincia y, de nuevo, se produjo una gran manifestación que se encaminó hacia Santa Clara. Al final de la misma se repitió la tragedia con Martín Álvarez, de 32 años, militante de Acción Católica, como víctima mortal. Otras cinco personas resultaron heridas. Además de los tiroteos, a la altura de la antigua imprenta de Calamita, donde se editaba el liberal Heraldo de Zamora, se produjo la explosión de una botella con líquido inflamable. El caos se desató y, como consecuencia, el Gobierno Civil prohibió todas las manifestaciones y aumentó la presencia policial en las calles. Los sucesos violentos se repetían, igualmente en la provincia. En Aspariegos ese mismo mes de mayo hubo otra refriega con resultado de un muerto y varios heridos.
La ideología era la excusa, pero como ocurriría durante toda la contienda y la posguerra, en la sucesión de hechos violentos se soterraban antiguas rencillas, envidias y desavenencias vecinales.
El 17 de julio los rumores de sublevación de los militares eran la constante en la calle. Sin embargo, EL CORREO DE ZAMORA, en la edición dominical del 18 de julio hablaba de “normalidad reinante en la península”, al tiempo que desmentía haberse declarado el estado de guerra y daba por desarticulado el movimiento de agresión a la República.
La verdad quedaba patente en la edición del lunes. El diario informaba que el general Sanjurjo se había hecho cargo de todas las fuerzas militares que actuaban en la península. Se publicaban, además, los bandos de los gobernadores civil y militar declarando el estado de guerra, además de los relevos en el Ayuntamiento y el nuevo mando sobre orden público.
El bando declarando el estado de guerra había sido ya colgado en los soportales de la Plaza Mayor el día anterior, 19 de julio, que fue cuando Zamora vivió de forma oficial el golpe de Estado. Las tropas del Regimiento de Toledo tomaron el cuartel de carabineros y se produjeron salidas a las calles de quienes apoyaban la sublevación. No hubo oposición en las instituciones: el teniente coronel Hernández Comes asumió el Gobierno Civil, el capitán Agustín Rodríguez, la Diputación y el comandante Teodoro Arredondo fue nombrado alcalde de la ciudad.
El Ayuntamiento de la capital, cuyo alcalde elegido era Cruz López sería uno de los primeros en sufrir la represión sangrienta. De doce concejales, seis acabarían fusilados. La “depuración” se extendió a funcionarios y demás población civil, a instancias de Hernández Comes. El socialista Ángel Galarza, diputado nacional, trató de convencer a varios correligionarios, entre ellos López y el recordado Quirino Salvadores, de que salieran de España por la frontera portuguesa. Convencidos de que no había nada que temer, acabarían fusilados junto a Felipe Anciones, Higinio Merino o Saturnino Barayón, hermano de Amparo, la esposa de Ramón J. Sender, también muerta en la cárcel durante aquellos años malditos. En los seis meses siguientes, en aquella ciudad de 20.000 habitantes en la que “nunca pasaba nada”. Fueron asesinadas más de mil personas, la mayoría de ellos inocentes y sin juicio previo.
El único punto de resistencia se presentó en Requejo de Sanabria, donde los 2.000 obreros que trabajaban en las obras del ferrocarril constituían un foco sindical fuertemente ideologizado. Pero la superioridad de los sublevados puso rápidamente fin a su intento. Desde entonces, Zamora quedaría en la retaguardia como punto de avituallamiento para el ejército franquista.
La venganza, el hambre, la miseria, se convirtieron en elementos de la vida habitual para la mayoría de la población durante los años siguientes. Y tras la cruenta represión, unos se resignaron a vivir con miedo permanente mientras otros asumían con resignación aquella sociedad pacata y retrógrada impuesta por la fuerza. Hace 85 años de aquel funesto 18 de julio y el fantasma de la división sigue revelando su siniestra sombra en todo un país que parece haber aprendido muy poco de su pasado.
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Málaga no se alzó, fue republicana por nueve meses hasta febrero de 1937. El barco prosión del puerto se lleno de presos, y la tapias del cementerio de San Rafael eran fusiladao falangistas todas las noche.
El febrero y marzo la población malagueña en huda de Málaga fueron ametralleados por la carretra de la costa hasta Almería, también republicana.
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Se cumplen 85 años del estallido de la Guerra Civil con un anteproyecto para la Ley de Memoria Histórica bloqueado por el cambio de ministros. Un conflicto ya octogenario que derrocó la II República e impuso 40 años de dictadura de Francisco Franco. Una guerra que se reinterpretó con los años y aún dista de ser un conflicto del pasado.
Desde The New York Times se hacían eco de las proclamas del Gobierno y daban fe de que algo se estaba cociendo en el norte de África, desde donde empezó el golpe de Estado. El titular del estallido de la guerra, en la primera plana del periódico el 19 de julio de 1936, aseguraba que "España identifica el ejército alzado como fuerzas rebeldes de Marruecos". Se mencionaban bombardeos en el norte de África, revueltas en Sevilla y tensión en Canarias. La página del diario, aquel día, es un pequeño augurio de lo que le espera a Europa en los próximos años: un breve recorte de apenas un párrafo sobre el nazismo en Alemania acompaña en la portada...
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