ARTICULOS DE OPINION


Revista digital de arte, cultura y opinión en Alicante. Enlace con POESIA PALMERIANA. En estas páginas no podemos estar ajenos a lo que pasa en España ni en el mundo. Dirigida por el escritor, poeta y pintor Ramón PALMERAL. Los lectores deciden si este blog es bueno, malo, o merece la pena leerlo. El periodismo consiste en decir lo que a algunos no les gustaría leer.

jueves, 15 de julio de 2021

Cuba. Ha emprendido el camino hacia la democracia y la libertad del pueblo.

 

 

 A los cubanos los engañaron con lo de la Revolucion de Fidel Castro y se hizo un satáliete de la Unión soviética con la crisis de los misiles en tiempoe Kennedy. Ahora, si no cejan en su intento pueden emprender el camino hacia la democracia, que es la única forma de liberarse de los tiranos y dictadores. "Es mejor morir que vivir de rodillas", decían los liberales españoles en el siglo XIX, cuando el rey Ferando VII los aniquilaba directamente en la horca.

Solamente los cuabanos son dueños de su destino.

 Solo ellos  pueden conseguir la libertad, nadie les puede ayudar.

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Yotuel Romero: «El pueblo cubano se cansó y quiere que se le escuche»

El rap «Patria y vida» se ha convertido en un dinamizador de las protestas. Youtel pelea por la liberación de la isla desde Miami

El músico cubano Yotuel Romero lucha contra la represión en la isla desde la distancia porque no le dejan entrar en el país
El músico cubano Yotuel Romero lucha contra la represión en la isla desde la distancia porque no le dejan entrar en el país©Gonzalo Pérez MataLa Razón

Yotuel Romero se agarra al «más se perdió en Cuba» del refranero para demostrar que España es conocedora del valor de aquella tierra y, por ende, que le tenderá la mano al pueblo cubano «sin dudarlo». «Es tiempo de que diga: “Estamos con ustedes”». Desde la salida de las masas a la calle, el cantante no duerme. No puede vivirlo en primera persona porque el régimen no le deja entrar, pero se entrega como si allí estuviera. Desde Miami, EE UU, Yotuel descuelga el teléfono.

–Perdón por las horas, tiene que ser muy temprano allí.

–Las 05.30, pero, además, me acosté a las cuatro de la mañana.

–Perdón, de nuevo. ¿Qué estaba haciendo a esas horas?

–No se preocupe. Estaba luchando por la libertad de Cuba.

Así de tajante se muestra un hombre que ha puesto música a la «revolución» de miles de personas. «No», interrumpe. «Todas las revoluciones acaban mal. Esto es una evolución, un giro hacia adelante». Una vuelta de tuerca impulsada por el ritmo de su «Patria y vida», que ha conseguido aquello que le advirtió su padre hace «muchos años»: «Cuando una canción llegue a las entrañas nunca saldrá de esa persona». Y es con toda esa rabia contenida en las vísceras, en lo más adentro, durante años con lo que los ciudadanos de La Habana, Santiago, Matanzas, San Cristóbal, Morón, Camagüey... han dicho basta. «El pueblo se cansó», resume el ex de Orishas.

–¿Cómo se puede luchar desde Estados Unidos?

–Contestando mensajes que vienen de Cuba, intentando recopilar información de todas las denuncias que me mandan, ayudando con mi humilde consejo, diciendo «cuidado por aquí o cuidado por allá», conectando a un cubano con otro del lado contrario de la isla porque no tienen conexión, se la han cortado.... Los artistas me llaman para ver qué pueden hacer, a dónde pueden ir de manifestación. Esto es un tema de todos los cubanos del mundo. De Chile, de Estados Unidos, de España, de Italia, de Francia... Tenemos una red de WhatsApp con un millón de cubanos mandando noticias todo el tiempo.

–¿Por qué ahora?

–Uno no decide. La vida es así. Nunca se sabe cuándo va a explotar la olla a presión. Un día hace «plaf» y salta todo por los aires. Es una mezcla de lo mal que lo ha hecho el Gobierno con la escasez de medicamentos, de comida, de libertades... Poder decirles «lo estáis haciendo muy mal». Durante años se ha ido llenando el vaso y ahora ha tocado decir basta. El pueblo se cansó y quiere poder opinar y quejarse. Quiere que se le escuche.

–No le dejan entrar. ¿Hace cuánto que no pisa su tierra?

–Cuatro años.

–¿Qué hizo entonces?

–Fui a cantar. Tuve que pedir permiso. Nunca había actuado allí y veía que todos los artistas internacionales lo hacían. Quería cantar para los míos, para el pueblo cubano. Y también, claro, fui a ver a parte de mi familia.

–¿Qué diferencias encontró respecto a anteriores visitas?

–Cada año que iba a Cuba veía un declive mayor. Cada vez me encontraba con más parques, que significan un derrumbe más. Casas caídas. Y esos parques son una metáfora de cómo el cubano se va derrumbando en su pensamiento.

–¿Qué hay más allá de ese abandono?

–Eso es. Lo importante de los derrumbes no es el abandono. La lectura que saqué es que lo importante es el olvido. Pasa el tiempo y ves el derrumbe, pero te olvidas de que ahí hubo niños corriendo, gritando, jugando... Lo triste es dejar atrás esas cosas que te hacen humano. Terminas convertido en alguien frío e inhumano.

–¿Un caribeño frío?

–Sí. Una cosa es el calor emocional y otra la frialdad con la que se empiezan a ver las cosas. «Es lo que hay», dicen. Como si no pasara nada por no tener leyes justas y derechos. Aspectos fundamentales en el mundo entero. Ahí está la frialdad. Cualquiera que haya estado en Cuba lo ha visto.

–¿Farmacias sin medicamentos, por ejemplo?

–Eso es una frialdad. Eso es un derrumbe. No hay más nada.

–¿Cómo se toma que el turismo vaya a Cuba a ver esos derrumbes como si fuera un parque temático?

–Muchos van como si fueran a ver las ruinas de Chapultepec. El cubano ha encontrado en la tristeza una forma de recoger los escombros. Con esos poquitos restos se hacen una repisa, un mueble o algo. Y con esos mismos turistas, los cubanos encontraban la forma de obtener algún beneficio. Cuba vivía del turismo todo el año. Hay una canción de Orishas, «Atrevido», que dice: «Eso te pasó por no saber que todo tiene su precio». Habla de una familia en la que ella se lía con un extranjero para enamorarlo y quitarle las cosas.

–¿Pillería de supervivencia?

–Algo así como decir que «este se piensa que soy tonto, pero no».

–«Patria y vida» en vez de «Patria o muerte»...

–Sí, pero es más que cambiar la «vida» por la «muerte». También se cambia la «o» por la «y». La «o» es egocéntrica. Excluye: tú o yo. La «y» es inclusiva: tu pensamiento y el mío. Unos buscan las diferencias y otros representan los derechos. Hay saber convivir con las diferencias.

–¿Cuándo se dio cuenta que no era feliz en Cuba?

–Tristemente, cuando el dolor es crónico no lo sabes. Vives con él incorporado. Luego, te quitas la mochila y lo ves. Poco a poco fui madurando. Viajar y conocer mundo me enriqueció. Con Orishas, como solista o como activista entendí la fuerza de los artistas a la hora de comunicar. Pero desde una posición en la que hay que convencer, no imponer. Nunca quise imponer un pensamiento mío. Soy muy optimista y hasta en la desgracia encuentro algo positivo. Pero no hay que confundir felicidad con alegría. El cubano es una persona alegre. La felicidad tiene que ver con metas y lograr sueños. Puedes ser alegre, pero la felicidad son momentos. Yo siempre fui alegre, pero me di cuenta de que, en Cuba, no podía triunfar con mi música. No existía ese tipo de música urbana. Después de aprender fuera no sé qué hubiera sido de mí si hubiera salido antes. El cubano tiene que salir y recomenzar de nuevo, que es un desgaste. Estudias y con 20-25 años te vas porque no hay futuro. Y, aun así, la alegría es innata. El cubano vive en ese derrumbe y es alegre.

–¿Cómo lleva el no poder entrar en casa?

–Como yo hay millones de médicos que tienen prohibida la vuelta. A Celia Cruz se le murió su madre y no la dejaron regresar. Es triste y duro que no te dejen hacer algo porque piensas diferente. ¿Qué pasaría en España si dices abiertamente que votaste a un partido diferente y te quitan derechos?

–Sonaría a otra época.

–Pues eso, en Cuba vivimos en 2021 como si estuviéramos en los 50. Se paró en el tiempo real.

–¿Y qué parte de culpa tiene el mundo internacional?

–El descuido. El olvido. Ese derrumbe. El mundo se olvidó de Cuba y de sus valores fundamentales como el derecho, la democracia o la libertad. El planeta ahora se ha colapsado con lo de Cuba. Y es que el cubano también quiere ser parte del mundo.

–¿Qué les preguntó la Administración Biden tras su «Patria y vida»?

–Se quisieron acercar porque escuchaban la canción en todos lados. Querían entender el mensaje. Están acostumbrados a oír gritar otras cosas como «abajo a la dictadura». Pero esta frase ha llenado al cubano de esperanza. Sabemos lo que queremos y, así, te dejas la vida si hace falta.

–Mejor no morir por la causa.

–Eso. No somos de «patria o muerte». Están llevando al cubano al límite y somos un pueblo indefenso que solo quiere democracia. Por eso cada uno hacemos lo que buenamente podemos: entrevistas, informamos, arreglamos teléfonos, labores de logística...

–¿Le gustaría estar allí?

–Mucho. A pie de guerra. Siento la impotencia. Hay cubanos que han partido en bote de Florida a Cuba y están esperando en el agua a poder entrar.

–¿El camino a la inversa?

–Exactamente. Es un momento histórico. Pero también es verdad que toda lucha es como una competencia de fútbol. Hay delanteros y porteros. Las posiciones son muy importantes para un fin común. Si yo estuviera dentro no hubiera podido dar entrevistas.

–Los que mandan le han llamado «jinetero» y «terrorista».

–Y de todo. También «vendido» y «pagado por la CIA».

–¿Paga bien la CIA?

–Todavía estoy esperando (risas). Si tiene que pagar a todos los que han alzado la voz estarían en una ruina terrible. Lo más importante es que el pueblo te quiera. Solo descalifica el que puede, no el que quiere. A mí solo me hace daño que mi pueblo no me quiera.

–¿Esta va a ser la definitiva?

–Estamos luchando para que sea la última de las batallas. Ojalá el mundo y Dios nos escuchen. Además, los cubanos se están llenando de valor. Yo no voy a parar. Tengo demasiada energía.

Basilio SilvaEFE