El presidente «renegocia» con Yolanda Díaz la coalición. Laya, Escrivá, Garzón y Marlaska, en el punto de mira
Exteriores, Defensa, Interior y Justicia. Los llamados «ministerios de Estado» que el PSOE se reservó en su negociación con Unidas Podemos para el reparto de las carteras de la coalición, serán piezas claves de los cambios que Pedro Sánchez tiene previsto emprender en su Gabinete. Tal como adelantara LA RAZÓN el martes, el presidente del Gobierno va a efectuar una remodelación de su Ejecutivo, una vez se resuelva la concesión de los indultos a los líderes del «procés», previstos entre finales de junio y principios de julio. Fuentes gubernamentales avanzaron a este diario que la modificación será «estructural», esto es, afectará a la esencia misma del Consejo de Ministros y conllevará una reducción de los departamentos y cambios de competencias de sus titulares.
Esta reducción afectará también a Unidas Podemos, con quienes ya se está «renegociando» la representación morada en el Gabinete, que tendrá que ser proporcional a la acordada en un inicio. En este punto, Pedro Sánchez ha retomado con Yolanda Díaz el contacto fluido que dejó en suspenso con Pablo Iglesias antes de que abandonara el Consejo de Ministros. Ha habido varias reuniones entre ellos, en las que el presidente le ha trasladado que tendrá que decidir qué cartera de su espectro es prescindible o integrable en otro ministerio. El movimiento es fácil porque Consumo se desligó de Sanidad y Universidades de la de Educación para dar cabida a los titulares de Podemos. En Moncloa dejan entrever que Alberto Garzón tiene más posibilidades de salida, porque apunta a Andalucía como posible candidato para los futuros comicios.
No obstante, es una decisión que todavía no está tomada y que corresponde únicamente a la dirección de Unidas Podemos que pilota Yolanda Díaz, lo cierto es que este movimiento cuenta con el respaldo del partido morado. La salida de Garzón no supondría ningún recelo para la cuota minoritaria, dado que se encuentra en plena reconstrucción tras la salida de Iglesias. A pesar de ello, desde la vicepresidencia prefieren guardar silencio sobre la renovación en ciernes. Dentro del partido sí valoran la posible marcha de Garzón. Además, es decisión de la futura líder de Podemos, Ione Belarra, la de reforzar territorialmente el partido y Andalucía –tras la entente con los anticapitalistas– es una de las comunidades que más preocupa, de cara a un posible adelanto electoral. Es clave, por tanto, Garzón dado que el malagueño conoce a la perfección el sur. Para el partido, insisten fuentes del entorno de la dirección, es fundamental la operación en Andalucía, para frenar el impulso de Errejón y la fuerza de Teresa Rodríguez. Su salida no se vería, ni así lo creen en IU, como una perdida de confianza en el comunista, del que sacan pecho en el ámbito de su lucha contra la publicidad en las casas de apuestas. La otra quiniela lleva el nombre del ministro de Universidades, Manuel Castells. No es la primera vez que le sitúan en la cuerda floja, aunque desde el partido explican que «cuenta con la confianza del presidente».
Cuando se cumplen tres años desde que Sánchez llegó a La Moncloa, el jefe del Ejecutivo tiene prevista una «catarsis gubernamental» para dar un nuevo impulso, un «impulso político» al Ejecutivo. En las previsiones está que el cambio se acometa en verano, para que los nuevos equipos puedan engrasarse y comenzar a trabajar a pleno rendimiento ya en septiembre, inicio del curso político. En Moncloa sostienen insistentemente que «la legislatura empieza ahora», y creen que esta renovación del Gabinete es la señal más explícita del «cambio de ciclo» que se va producir. Esta «nueva etapa» está fundamentada en la superación de la crisis sanitaria, cuando se habrá alcanzado la inmunidad de grupo, con los colectivos más vulnerables ya inmunizados, y con la llegada de los fondos europeos, que regarán de inversiones el país. También con la reactivación económica, cuyos primeros visos se comienzan a percibir en los datos de afiliación, que se hicieron públicos esta semana, y que se colocan en los niveles prepandemia.
Sánchez busca así fortalecer su Ejecutivo tras unos meses de desgaste, que cristalizaron en la debacle electoral en Madrid, con el objetivo de «reconectar» con la sociedad y retomar el pulso, ahora que en el bloque de la derecha se ha iniciado un proceso de reunificación –con la desintegración de Ciudadanos en favor del PP–. Para materializar este fortalecimiento se buscará neutralizar las principales debilidades. Fuentes próximas al presidente apuntan en varias direcciones. Se da por amortizados a los ministros del Interior, Fernando Grande-Marlaska; de Exteriores, Arancha González Laya; y de Seguridad Social, José Luis Escrivá. La crisis de Ceuta ha puesto de relieve la incapacidad de González Laya para desplegar la diplomacia necesaria para restablecer las relaciones con Marruecos. Por su parte, Marlaska y Escrivá llevan tiempo en el punto de mira y se les reconoce como «achicharrados» por la gestión que han hecho en este escaso año y medio de sus ministerios. No se esperan cambios en el área económica de Nadia Calviño y María Jesús Montero.
Si bien desde la cuota morada prefieren ser cautos y alejar las quinielas, e incluso el tiempo estimado para la futura renovación, remarcan que de producirse, el peso proporcional de Unidas Podemos pactado entre Sánchez e Iglesias, será el mismo, a pesar de que puedan perder un ministro. Por otra parte, la posible entrada de Ada Colau en el Gobierno, es algo que se descarta en el partido, que busca ahora reforzar con la alcaldesa su marca.