Intelectuales de izquierda y derecha se enfrentan a la «ley Celaá» por su acoso al español
Escritores, historiadores, dramaturgos y otros representantes del mundo cultural e intelectual claman contra la marginación del idioma común en la próxima norma educativa
Actualizado:Carmen Posadas
Escitora
Los millones de personas que en el mundo entero estudian español se quedarían estupefactos si supieran lo que se pretende con esta ley. ¿En qué cabeza desvariada cabe que en un país se intenten poner cortapisas para que sus habitantes aprendan, no solo la lengua de su país, sino también la segunda más hablada del mundo?
Andrés Trapiello
Escritor
Hablan catalán entre un 4% y un 6% de los españoles, pero los separatistas tratan de imponer su lengua al 100% de los catalanes. Creen tener derecho a ello porque creen que los territorios tienen derechos, y no los ciudadanos. De eso no se van a apear, y es comprensible, porque el castellano es la lengua común. No quieren una lengua común, sino propia (pero no propia de Cataluña, sino de los separatistas: el castellano es la lengua materna de mucho más de la mitad de los catalanes). Y no la quieren porque el castellano cohesiona, une. El catalán, tal como lo entienden ellos, divide y privilegia solo a unos. Por tanto la cuestión hay que plantearla de otro modo: si la ley proyectada, como aseguran el PSOE y sus socios de Podemos y ERC, ya garantiza el derecho de los castellano hablantes, no les costará en absoluto redactarla de modo que se entienda así, como lengua vehicular, no de una manera ambigua que se interprete de una manera artera, tal como viene haciéndose hasta ahora, y previsiblemente con mayor desequilibrio a partir de ahora.
Juan Pablo Fusi
Historiador
He seguido los debates pero no he leído el texto de la ley. De ser verdad lo que se dice me parece una ley regresiva. Es inaceptable que en un país la lengua oficial no sea la lengua vehicular. No ha existido jamás una situación histórica como esta. En el caso de España viene a suceder cuando nuestro idioma es la segunda lengua vehicular mundial, detrás del inglés. Es una ley que lesiona claramente la libertad de elección educativa de los ciudadanos. Un gobierno democrático debe limitarse en materia educativa a garantizar la pluralidad presente en la sociedad. No es democrático limitar esa pluralidad. Y tengo la impresión de que también lesiona o perjudica a todos aquellos que necesitan una educación especial.
Anna Caballé
Escritora
Me preocupa mucho que bajo el paraguas de la asunción de los criterios de un supuesto plurilingüismo (lograr ese plurilingüismo en la educación secundaria requeriría de muchos esfuerzos e inversión) la nueva Ley de Educación deja de defender el castellano como nuestra lengua común. No se concibe un Estado que no preserve y asegure el carácter vehicular y de cultura de su lengua oficial. Y hacerlo, como es su deber, no perjudica a las lenguas propias de cada territorio. Al menos yo lo entiendo perfectamente compatible. Lo que está sucediendo es que partidos políticos que carecen de una perspectiva de Estado (nacionalistas) imponen al Estado criterios que no les corresponden, de la misma manera que al Estado no le corresponde legislar sobre cómo regular la enseñanza del catalán en Cataluña. Pero también comprendo que legislar sobre el uso de las lenguas en España es una situación de una enorme complejidad por los muchos intereses que hay en juego.
Joaquim Coll
Historiador
El abandono del castellano como lengua vehicular en la enseñanza obligatoria en Cataluña no es una consecuencia de la ley Celaá. Es algo que ocurre desde hace mucho tiempo, desde que se implantó el modelo de inmersión (exclusión) lingüística, y que tampoco la ley Wert supo revertir pese a lo taxativo del redactado sobre la vehicularidad del castellano. Ningún Gobierno central, ni este ni el anterior, ha defendido los derechos lingüísticos de forma efectiva ni se ha molestado por plantear un debate pedagógicamente riguroso sobre la materia. Los grandes perdedores son los jóvenes catalanes, también los catalanohablantes, porque la escuela monolingüe es un mal modelo para todos. Para la izquierda, en la que ideológicamente me ubico, es un desastre. Supone el triunfo del nacionalismo lingüístico frente al bilingüismo y de «la tribu» frente una visión de España federal.
Carmen Iglesias
Historiadora
La Academia se ha tenido que posicionar sobre algo que está ocurriendo y que es muy real: unas políticas de inmersión lingüística que eliminan el castellano de la enseñanza. Y esto se ha hecho desobedeciendo la ley y pese a las sentencias del Constitucional. La inmersión es algo que propugna una cierta izquierda y que va contra los más desfavorecidos, rompe toda posibilidad de una igualdad en la enseñanza con independencia del lugar de nacimiento o la condición social. En Cataluña se ha multado a los comerciantes que rotulaban en español o se ha vigilado en los patios de los colegios para que no se hablara. Ha habido un acoso progresivo que ahora ha estallado. Siempre ha existido bilingüismo, los idiomas han coexistido sin problemas. Ahora todo se ha politizado.
Enrique Moradiellos
Historiador
No puede haber una ley de educación de parte. Me parece horrible que en cuarenta años de democracia, no tres siglos, hayamos tenido 8 leyes de educación, con reformas de calado. No es bueno para ningún país. Estoy triste. Exigiría que se pongan de acuerdo los principales partidos, la educación es clave para la sociedad. Es lo más democrático, incluso más que el voto. La sabiduría no se hereda. Pero el hijo de un paria hindú fue el mayor matemático que conoció Bertrand Russell. Lo del español creo que se declarará inconstitucional. Es lengua vehicular en España. Que haya nacionalidades con otras lenguas, que no se discute, no excluye que haya que dominar la común.
Ernesto Caballero
Dramaturgo
Privar a miles de conciudadanos de estudiar en su lengua materna es una profunda injusticia social perpetrada por las élites acomodadas del nacionalismo y sus rehenes políticos en el Gobierno. Es un golpe mortal a las cuadernas mismas que dan forma y coherencia a una nación. Merma la igualdad y cohesión ciudadana con los graves perjuicios que ello supone para la convivencia y la economía. Consagra la endogamia territorial al negar una irrefutable realidad lingüística: el español lengua vehicular, inapreciable herramienta para el conocimiento y la comunicación y, por tanto, para las oportunidades (vuelven a ser las clases humildes las más desfavorecidas). Ahora tendremos que ceder taciturna y deportivamente el mando de su defensa a países hermanos como México o Colombia, donde tratan el idioma común mucho mejor que nosotros.
Albert Boadella
Dramaturgo
La patología mental que sufre la izquierda en nuestra nación ha llegado hasta el límite de considerar que el nombre de España y todo lo que conlleva es patrimonio de la derecha. Obviamente, la lengua es el núcleo a desarmar.
Fernando Savater
Filósofo
Es anticonstitucional. Porque la Constitución Española especifica que el castellano es la lengua común del país y que todo el mundo tiene la obligación de conocerla y el derecho a utilizarla, también como lengua vehicular de la enseñanza. Y además es de sentido que la lengua castellana es la mayoritaria en el país y por lo tanto los ciudadanos tienen derecho a estudiar en su lengua materna. Desgraciadamente ya es muy difícil. Ya en Cataluña es muy difícil estudiar en la lengua materna porque desde hace décadas hay una imposición de esa inmersión lingüística del catalán. Eso ha privado de facto a los ciudadanos del derecho a estudiar en su lengua materna. Ahora eso ya se convierte en algo oficial. Las diversas sentencias que ha habido del Tribunal Constitucional diciendo que había que tener un tanto por ciento de la enseñanza en lengua castellana tampoco se aceptan. Por lo menos hasta ahora había derecho a reclamar. Puede que no fuera un consuelo. Algunos tuvieron que irse de Cataluña para poder matricular a sus hijos en castellano. Pero ahora ya esto se convierte en ley. El arrinconamiento del castellano forma parte ya oficial de la nueva ley educativa. Mario Vargas Llosa lo ha calificado como una idiotez sin límites. Yo creo que es una canallada inmensa.
Andreu Jaume
Editor
El abandono del español como lengua vehicular es uno más de los dislates de esta nueva ley de educación, que ya en sí misma es una vergüenza. La exclusión de nuestra «koiné» no obedece, por otra parte, a ninguna concepción educativa, sino simplemente a una cesión política -una más- de Sánchez a los nacionalistas, a quienes ha otorgado un poder inaudito en cuestiones de Estado, un Estado por el que sus socios no dejan de manifestar su desprecio y su odio. Entregarles a los nacionalistas la lengua de todos supone asumir su lógica perversa de lenguas propias e impropias y llenar el vacío común de la democracia con contenidos naturales que en sí mismos desbordan la Constitución y, en general, lo que hasta ahora se había entendido por modernidad política. Es un gesto regresivo y sumamente reaccionario.
Jordi Galcerán
Dramaturgo
En Cataluña hace años que el catalán y el castellano se utilizan en el ámbito educativo. Las dos son «vehiculares» más allá de que en determinados centros se use más el catalán o el castellano. Esa es la realidad y esta ley no la cambia. Y funciona. No encontrarán ni un solo estudiante de, pongamos, quince años y que haya sido escolarizado toda su vida en Cataluña que no sea competente en ambas lenguas.
Óscar Uceda
Historiador
Conocer desde la niñez una lengua universal, y poder acceder a su conocimiento culto a través de la educación es una suerte, un privilegio y a la vez, una fuente de riqueza cultural y material que buena parte de los españoles gozamos y no valoramos. La obsesión en su erradicación debido a motivos políticos por parte de los nacionalismos periféricos y la indiferencia que desde parte de la clase política española se ha tomado siempre el asunto de la lengua tiene ahora como culminación una ley que atenta contra los elementos comunes y cohesionadores discriminando el idioma de todos.
Hugo O'Donnell
Historiador
El Congreso ha aprobado la «ley Celáa», que elimina el castellano como lengua vehicular común en la enseñanza, al introducir la posibilidad de que los gobiernos autonómicos puedan determinar cuál es la lengua que pueda considerarse como tal en la comunidad educativa de cada territorio, con lo que las Administraciones educativas pueden dejar de garantizar el derecho del alumnado a recibir enseñanzas en castellano. Este aspecto, sumado al desprecio al derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, supone un atentado contra el espíritu de la Transición, del consenso y al de la Constitución. Se trata de la imposición, por la pura matemática mínima de votos, de una postura ideológica extrema, que ni siquiera aprueba buena parte del electorado del PSOE.
Ferran Toutain
Escritor
El abandono del español como lengua vehicular es uno de los precios que paga Sánchez por mantener el apoyo de sus socios. Los argumentos que se dan son todos falaces. El concepto de lengua propia es predemocrático. Es completamente falso que los niños catalanes tengan un nivel de castellano superior a la media española. Los niños castellanoparlantes tienen derecho a recibir educación en su lengua y los que no lo son tienen derecho a conocer académicamente la lengua del Estado. El bilingüismo no amenaza la supervivencia de ninguna lengua, al contrario, las fortalece a todas y es una realidad indiscutible.
Santiago Posteguillo
Escritor
Con esta llevamos ocho leyes de educación en cuarenta años de democracia. Con las siete anteriores, todas sin consenso, como esta, hemos conseguido maleducar a la peor clase política imaginable. Al que no le guste esta ley que no se agobie. No durará. Al que le guste esta ley que no se alegre demasiado. No durará. Sólo lo aprobado por consenso perdura en el tiempo. A Churchill se le atribuye la cita en la que explica la diferencia entre políticos y estadistas: el político piensa en las siguientes elecciones y el estadista en la siguiente generación. En España solo tenemos políticos.
José Enrique Ruz Domènec
Historiador
La supresión del carácter vehicular del español en la enseñanza en España es un despropósito; la afirmación del bilingüismo en aquellos territorios que gozan de dos lenguas es un ejercicio de madurez cosmopolita. El bochornoso rechazo del español que representa la nueva ley es, en parte, una función de nuestras enfermizas maneras de entender la gobernanza de un país; mientras que sostener el bilingüismo es la prueba de una excelente salud moral que no deja indiferente a nadie; lo que en un caso es una arrogante falta de sentido político a la hora de saber qué y a quién excluimos en otro es un amable ejercicio de sensibilidad cultural hacia los valores de la diversidad.
José Manuel Lucía Megías
Historiador
No hace tanto tiempo –antes de la pandemia que nos tiene confinados- tuve la suerte de impartir unas clases universitarias en México. El mejor de todos mis alumnos de Michoacán fue un indígena de la etnia Purépecha, que me refirió era el primero de su familia en llegar a la universidad. Esto ha sido posible, me dijo, «porque aprendí la lengua española». Fue emocionante descubrirnos, comunicarnos. Ahora, la persecución de la lengua española en España (el castellano se terminó en 1492, hace ya cinco siglos, cuando se hizo idioma americano y global) se consuma. Francamente, no sabría que decirle. Me han dejado sin palabras. ¿Cómo explicarle que los niños españoles no podrán aprender español en España y que, encima, pretenden que eso es progresista?
Gonzalo Pontón
Editor
Si nos alejamos de la pelea política, y somos capaces de atender solo a los datos objetivos, advertiremos en seguida que la preocupación por la lengua castellana es irracional. Hoy es la lengua materna de casi 500 millones de personas y cerca de 100 millones más la tienen como segunda o tercera lengua. Los hablantes reales de catalán, gallego y euskera no pasan, sumados, de cinco millones y no parece que en el extranjero haya cola para estudiar euskera, gallego o catalán como segunda lengua. Por otra parte, el valor económico de la lengua castellana es inmenso, como ponía de relieve el profesor García Delgado en estas mismas páginas. El valor de cambio de las otras tres lenguas tiende a cero.
Hay que recordar aquí una aparente paradoja aireada por los diversos informes PISA de los últimos años: los niños catalanes obtienen mejores calificaciones en lengua castellana que los niños de Castilla La Mancha. La explicación es sencilla: el niño de Castilla La Mancha ha aprendido el castellano en la cuna y no ha de esforzarse con una segunda lengua propia, mientras que el niño catalán tiene que bregar con una segunda lengua (sea castellano o catalán), tan cercana que debe ser muy cuidadoso para no caer en calcos lingüísticos. Un ejemplo, cuando un niño catalán escribe «ja n'hi ha prou de sumiar truites», tiene que pensar al expresar esa idea en castellano, porque aquí debe evitar el partitivo y saber discernir entre «truchas» y «tortillas». Lo mismo le sucede a un niño gallego cuando piensa «estou a escrebir unha mensaxe», donde tiene que recurrir al gerundio castellano y cambiar el género correspondiente, distinto del gallego.
No parece que en los próximos milenios la luz de la luna vaya a apagar al sol.
Santiago Posteguillo
Escritor
Con esta llevamos ocho leyes de educación en cuarenta años de democracia. Con las siete anteriores, todas sin consenso, como esta, hemos conseguido maleducar a la peor clase política imaginable. Al que no le guste esta ley que no se agobie. No durará. Al que le guste esta ley que no se alegre demasiado. No durará. Sólo lo aprobado por consenso perdura en el tiempo. A Churchill se le atribuye la cita en la que explica la diferencia entre políticos y estadistas: el político piensa en las siguientes elecciones y el estadista en la siguiente generación. En España solo tenemos políticos.
Azorín. de Ramón Palmeral
Retrato de Azorín por Ignacio Zuloaga
Azorín y el milagro de la palabra
Reflexiones sobre el legado del escritor español
Escasos escritores en lengua castellana de la generación del 98 (metáfora de una crisis española al final del siglo XIX), gozaron del prestigio de José Augusto Trinidad Martínez Ruiz (1873-1967), que escribía bajo el seudónimo de Azorín, desde 1904, en su trilogía de novelas autobiográficas: La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Fue un reflexivo escritor y periodista parlamentario, natural de Monóvar (Alicante), que cultivó todos los géneros literarios, excepto la poesía: la novela, el ensayo, la crónica periodística, la crítica literaria y, en menor medida, el teatro. Para sus incisivas críticas literarias usó varios seudónimos como «Ahrimán», para su primer libro Buscapiés (Sátiras y críticas), 1894, «Charivari», «Don Abbondio» y «Cándido», en honor del Cándido, o el optimismo de Voltaire, de 1759...
Leer completo en Wall Street International, de 20 de noviembre de 2020