Ramón Palmeral
He puesto en la foto de la calle Capitán Cortés para alguien de menos de 40 años me diga quién era este capitán sin mirar en internet, o acaso del capitán Hernán Cortés que también era franquista conquistador de México en el siglo XVI. La posición de ver bien o mal el cambio de un nombre depende la ideología de quien los mira. Para mí, por ejemplo Largo Caballero fue el que dejó limpio de oro el Banco de España, porque el oro no era de la República sino de todos los españoles: rojo, blancos o amarillos.
El pasado 3 de julio de 2018, la Junta de Gobierno Local del Ayuntamiento de Alicante gobernada compuesto por socialistas más Ezquerra republicana, aprobó el expediente de “Cambio de denominaciones de vías y espacios públicos de Alicante en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, como ejecución del Acuerdo Plenario de 28 de diciembre de 2017 por el que se aprueba la retirada de las denominaciones existentes” Y se cambiaron más de 36 calles y plazas. No hubo acuerdo vecinal. Ha entrado ahora el PP y no ha cambiado ninguna. Porque todo es relativo.
El argumento de que un vecino se pueda ofender por vivir en la plaza de la División Azul, es relativo porque también se puede ofender otro por vivir en calle Santiago Carrillo. Por ello, doy una solución al final para que esto no vuelva a pasar. La cuestión política es la de remover el pasado pero no de futuro.
Quiero comentar el cambio de la calle e n Alicante más cercan de donde vivo:
Periodista Rafael González Aguilar. Sustituye a un tramo de Fernando Madroñal. Rafael González Aguilar (Córdoba, 1937 - Murcia, 1999) fue un periodista del desaparecido diario La Verdad de Alicante. Comenzó su carrera periodística en el diario Hierro de Bilbao, pasando al diario alicantino en 1965 donde informó de la vida municipal. En la Hoja del Lunes se encargó de los temas deportivos. En 1985 se trasladó a La Verdad de Murcia, ciudad en la que murió a finales de 1999.
¿Y quién era Fernando Madroñal? Fue Secretario de propaganda de la Juventud de Acción popular de Gil Robles. Combatiente voluntario en las filas sublevadas. Murió en Teruel, durante la guerra civil, en 1936. Maestro de profesión. Cambia a Institución Libre de Enseñanza.
Aquí nos referimos a la memoria individual o colectiva o partidistas entre vencedores y vendidos de una guerra incivil que acabo hace más de 81 años. Y seguimos dándole vueltas como rédito político por uno y otro lado. Que a la izquierda alicantina les salió mal porque ganó el PP. Pero ellos, al menos, se quedaron a gusto. De este modo, estaríamos, sin duda alguna, ante la creación de una cultura política y a la vez histórica de una verdad relativa, a través de propaganda indirecta del nomenclátor callejero. Qué bajo hemos caído.
El nomenclátor de las calles de Alicante no es solamente un instrumento de espacio público sino de propaganda; o sea, que unas vías la conexión del entramado urbanístico que, sin duda pertenece a los paganos de los impuestos municipales facilita la publicidad de los ayuntamientos. Es mucho más que publicidad, es un uso ideológico anticonstitucional, por su simbolismo de anquilosados regímenes políticos, la evolución de la ciudad de Alicante no se merece nombres ni de héroes que no aguantan 50 años no de uno ni de otro bando. Sino de animales, aves, vegetales, fauna autóctona o planetas universales
Así los nombres de las calles, avenidas o plazas se convertirían en «no
ofensivos» para nadie, y perpetuas por Ley Orgánica. Y es que el territorio
nacional se ha convertido en un territorio comanche una dicotomía sangrienta de
indios y conquistadores como las de moros, judíos, cristianos, reyes,
absolutistas y libertadores, carlistas, fernandistas, republicanos y nacionales,
mártires, santos…. Los vencedores de siempre han impuesto su credo, ideología,
leyes, etc. a los vencidos.
Con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno,
se promulgó Ley de la Memoria Histórica, Ley 52/2007, de 26 de
diciembre, una que, según su artículo 15, obliga a las administraciones
públicas: «Tomar medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias,
placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o
colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de
la Dictadura». Para que esta ley sea legítima no puede ir contra del art, 16.1
de la Constitución que dice: Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de
culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus
manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público
protegido por la ley.
Una ley desenterradora de muertos, conciencias políticas para enfrentarnos, no
para reconciliarnos. Porque ahora con el gobierno Sáncheztein, Carmen Calvo y
republicanos o pensamos todos como socialistas, comunista o frentepopulistas o
no estamos en el camino correcto de la verdad.
Por ello, propongo desde este tribuna que los nombres de calles, como he dicho antes, debían ser todas nombres universales de la naturaleza a la que pertenecemos, lo mano que a mi calle le pongan calle Conejo o calle Culebra o Rata.
Publicado en AZ perisostas.com el 15 de octubre de 2020