A lomos de una gigantesca fortuna de imposible estimación, la riquísima familia real de Qatar, la dinastía Al-Thani,
parece haber emprendido en los últimos años una larga marcha sobre la
vieja Europa visible en su imparable avalancha de adquisiciones a golpe
de petrodólar que incluso ha ido fagocitando algunos de
los más emblemáticos edificios de París y Londres. Todo un rosario de
Palacios, Hoteles, grandes conjuntos inmobiliarios, prestigiosas
empresas y hasta obras de los más conocidos artistas que ya están bajo
el poder de esta dinastía regida por el viejo emir Hamad bin Khalifa, esposo de la glamorosa jequesa Mozah, y por su cuarto hijo -segundo con la famosa jequesa-, Tamim bin Hamad bin Khalifa, que desde 2013 es el soberano del pequeño Estado del Golfo Pérsico y el más joven de entre todos los príncipes reinantes en las dinastías de los emiratos.
Según la prestigiosa revista Forbes solamente la fortuna del padre se estima en 2.000 millones de dólares procedentes de las vastas reservas de gas y de petróleo
de la zona, y de amplias inversiones empresariales e inmobiliarias en
numerosos países entre los que destacan Francia, Gran Bretaña, Corea del
Sur, Bélgica y Taiwán, que le permiten llevar a cabo esta inquietante
política de adquisiciones suntuarias. Según informa la prensa británica,
los qataris, con la familia real a la cabeza, son los mayores
inversores extranjeros en el negocio inmobiliario inglés y, gracias a un
proceso comenzado en 2008 a través del Qatar Investment Fund, la familia real ya es en la actualidad la poseedora de los prestigiosos almacenes Harrod’s, adquiridos a Mohammed Al Fayed por una suma astronómica, una porción del 20% del popular mercado de Camden, la mitad del bloque más caro de apartamentos de Londres en One Hyde Park, el edificio d la Embajada norteamericana en Grosvenor Square y el 25% de los Almacenes Sainsbury’s,
además de importantes paquetes de acciones en el Mercado de Valores.
Una presencia más que notable que corona la magnífica residencia de Cornwall Terrace, en el Regent’s Park londinense, que es un auténtico palacio de 30.000 metros cuadrados compuesto por tres soberbios edificios que la jequesa Mozah adquirió en años recientes por 120 millones de libras para sus estancias en la capital británica.
Hoteles de lujo, firmas de moda, medios de comunicación…
Tan solo hace unos días la prensa inglesa se hacía eco de los rumores según los cuales la familia real de Qatar
estaría también detrás de la compra, por 7 millones de libras
esterlinas, de una finca de 546 acres que incluye una isla privada en
Escocia vendida por el magnate canadiense de la telecomunicación Brendan Clouston. Pero las adquisiciones de los regios magnates qataríes no son menores en Francia y en otros lugares. En septiembre de 2007 el príncipe Abdullah bin Khalifa, tío del actual emir, adquirió a la familia Rothschild el imponente Hotel Lambert de París que en otro tiempo fue propiedad del príncipe Adam Czartoryski, primo hermano del rey don Juan Carlos I; en 2011, el ahora emir se hizo con el 70% del accionariado del Club de Fútbol Paris Saint-Germain; en 2013, varios inversores qataríes vinculados a la familia real compraron el prestigioso Hotel Martinez de Cannes, erigido en el mismo solar en el que en tiempos pretéritos se alzó la Villa Marie Thérèse, residencia de los abuelos de la condesa de Barcelona; y en septiembre de 2014 el emir padre adquirió el imponente Hotel y Centro de Talasoterapia Miramar Crouesty, cerca de la localidad bretona de Morbihan, a través de su sociedad French Properties Management; sin olvidar que el fondo inmobiliario de la dinastía Al-Thani posee ya algunos de los más lujosos Hoteles de París como el Hotel du Louvre, el Royal Monceau, o el Hyatt Regency Paris-Étoile
por solo citar algunos. Pero Austria tampoco ha sido ajena a esos
intereses, pues en otoño de 2015 el emirato qatari compraba al Estado
francés el bello Palacio Glam Callas por 30 millones de euros, que hasta ahora albergaba el Institut de France.
En el ámbito de la industria de la moda la familia real compró en 2013 por una suma estimada en 700 millones de euros la firma Valentino a través de la sociedad Mayhoola for Investments, y es sabido el gran interés de la jequesa Mozah, icono de la moda, por el mundo del arte que propició que en 2012 la familia se hiciese con el Cezanne “Los jugadores de cartas”, por el que pagó entre 250 y 300 millones de dólares al armador griego George Embiricos y que pasará a los Museos de Doha gestionados por la hermana del emir, la jequesa Al Mayassa. En 2010 el jeque Abdullah bin Nasser Al-Thani se hizo en España con el Málaga Club de Fútbol, y hace tan solo un año el emir Tamim adquiría también, a través de su suegro, el empresario Abdulhadi Mana Al-Hairi, la mansión más cara del Bósforo, en Estambul, por 100 millones de euros. Los Al-Thani, financiadores de la famosa cadena de televisión Al-Yazira –a
través de la que han influenciado poderosamente al mundo árabe-, son
personajes poderosos cortejados por la realeza europea tanto reinante
como no, pues hasta son amigos de la familia real rumana.
Pero su vasta política de adquisiciones
sostenida por el poderoso negocio del petróleo ya comienza a preocupar
en Inglaterra, donde la prensa sigue de cerca los movimientos de esta
ambiciosa dinastía y recuerda que Qatar no es un paraíso en la tierra
sino un lugar donde no se respetan muchos de los derechos humanos
fundamentales. Y lo mismo sucede en Francia donde recientemente la
periodista independiente Vanessa Ratignier en su libro del 2014 titulado “Una Francia bajo influencia. Cuando Qatar hace de nuestro país su terreno de juego”, avisa de como la familia Al-Thani “coloca y desplaza sus peones políticos, diplomáticos, inmobiliarios e industriales” amenazando con ello con el advenimiento de una Francia-Qatar que olvida tanto “sus valores como las taras del pequeño emirato”.
Ricardo Mateos
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Tambien compraron el cuadro Cuándo de casas de 1892 de Paul Gaugin. Y son propietarios de miles de obras de arte para el museo