Diario del aislamiento/Diario de Tenerife
Día 27
Madrugo,
involuntariamente. El cocodrilo de Peter Pan se tragó un reloj. Y yo,
será por eso que duermo poco. Siempre empaticé con el cocodrilo. Peter
Pan nunca (jamás) me cayó bien -por egocéntrico, y manipulador-.
Retornos. Ecos del diario. Cómo conjugo maratones con bares. Hace años
(bastantes) publiqué mi explicación. Soy (somos) ronners. Corremos
maratones, […]
Madrugo,
involuntariamente.
El cocodrilo de Peter Pan se tragó un reloj.
Y yo, será por eso que duermo poco.
Siempre empaticé con el cocodrilo.
Peter Pan nunca (jamás) me cayó bien -por egocéntrico, y manipulador-.
Retornos.
Ecos del diario.
Cómo conjugo maratones con bares.
Hace años (bastantes) publiqué mi explicación.
Soy (somos) ronners.
Corremos maratones,
pero sin exiliarnos de fiestas u otros desórdenes.
Pleno parlamentario.
El virus ganó las elecciones de marzo con mayoría absoluta, los escaños vacíos lo confirman.
Anoche me apunté un mensaje.
Transcribo.
Me desconcierta que no veas razones para exigir la dimisión del Gobierno.
Respondo.
Carece de sentido (sinsentido) pedir que dimita el piloto sin dar tiempo a que finalice la maniobra de aterrizaje forzoso.
Hay más.
El PP no nos habría confinado una semana antes.
Vox no habría tenido los almacenes llenos de respiradores, test o mascarillas.
Motos no, gracias.
Hemos pinchado como país.
Occidente ha pinchado [Europa].
Tendríamos que dimitir como nación.
Nuestra forma de ser nos la ha jugado, admitámoslo.
Tiempo habrá -más adelante- de exigir responsabilidades por las pifias, errores y distracciones del Gobierno -después, ahora no-. El odio no cura; al revés, entorpece. Paro para tomarme un café. Sigo con el diario. Barajé otras opciones. Diario de un confinado. Diario de la cuarentena. Pero somos Islas. Pensamos (y digerimos) como isleños. Opté por un diario del aislamiento porque en nuestro caso (Canarias) la cuarentena no acabará cuando termine la cuarentena. Cuando finalice el confinamiento continuará la crónica de este aislamiento. Islas confinadas, aisladas. Aislados como lo estuvieron bisabuelos y tatarabuelos. Malas noticias. El padre de Penélope entró ayer en el hospital. Está preocupada, triste no.
No hay virus que nos robe la esperanza, escribe. Fuerza, Pe. Cojo un respiro. Buceo. Tecnoestrés. Impactos negativos causados por el mal uso o abuso de las tecnologías. Tomo nota. Entra un whatsapp.
Los bares como señal de normalización, claro que sí -me dicen-. Con gafas, tubo y aletas, vale, lo que nos digan, pero volveremos al bar -digo-. Con la distancia social gritaremos más de lo que solemos. Tendremos que llevar mascarillas y también tapones para los oídos.
O no, qué coño, bendito ruido.
El cocodrilo de Peter Pan se tragó un reloj.
Y yo, será por eso que duermo poco.
Siempre empaticé con el cocodrilo.
Peter Pan nunca (jamás) me cayó bien -por egocéntrico, y manipulador-.
Retornos.
Ecos del diario.
Cómo conjugo maratones con bares.
Hace años (bastantes) publiqué mi explicación.
Soy (somos) ronners.
Corremos maratones,
pero sin exiliarnos de fiestas u otros desórdenes.
Pleno parlamentario.
El virus ganó las elecciones de marzo con mayoría absoluta, los escaños vacíos lo confirman.
Anoche me apunté un mensaje.
Transcribo.
Me desconcierta que no veas razones para exigir la dimisión del Gobierno.
Respondo.
Carece de sentido (sinsentido) pedir que dimita el piloto sin dar tiempo a que finalice la maniobra de aterrizaje forzoso.
Hay más.
El PP no nos habría confinado una semana antes.
Vox no habría tenido los almacenes llenos de respiradores, test o mascarillas.
Motos no, gracias.
Hemos pinchado como país.
Occidente ha pinchado [Europa].
Tendríamos que dimitir como nación.
Nuestra forma de ser nos la ha jugado, admitámoslo.
Tiempo habrá -más adelante- de exigir responsabilidades por las pifias, errores y distracciones del Gobierno -después, ahora no-. El odio no cura; al revés, entorpece. Paro para tomarme un café. Sigo con el diario. Barajé otras opciones. Diario de un confinado. Diario de la cuarentena. Pero somos Islas. Pensamos (y digerimos) como isleños. Opté por un diario del aislamiento porque en nuestro caso (Canarias) la cuarentena no acabará cuando termine la cuarentena. Cuando finalice el confinamiento continuará la crónica de este aislamiento. Islas confinadas, aisladas. Aislados como lo estuvieron bisabuelos y tatarabuelos. Malas noticias. El padre de Penélope entró ayer en el hospital. Está preocupada, triste no.
No hay virus que nos robe la esperanza, escribe. Fuerza, Pe. Cojo un respiro. Buceo. Tecnoestrés. Impactos negativos causados por el mal uso o abuso de las tecnologías. Tomo nota. Entra un whatsapp.
Los bares como señal de normalización, claro que sí -me dicen-. Con gafas, tubo y aletas, vale, lo que nos digan, pero volveremos al bar -digo-. Con la distancia social gritaremos más de lo que solemos. Tendremos que llevar mascarillas y también tapones para los oídos.
O no, qué coño, bendito ruido.