Debilidades y fortalezas del Consell ante la crisis del coronavirus 28 días después
VALÈNCIA. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, anunciaba públicamente en la noche del 10 de marzo que
las Fallas se suspendían tras una intensa reunión por videoconferencia
con el Ministerio de Sanidad y un intercambio de pareceres complicado en
el seno de la comisión interdepartamental -en ese momento no se alcanzaba el centenar de contagiados- en la que se mezclan altos cargos de PSPV, Compromís y Unides Podem.
El 14 de marzo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretaba la implantación del estado de alarma. Apenas 28 días después -como aquella película de culto de Danny Boyle
sobre una terrible pandemia- de esa dura rueda de prensa puede hacerse
un primer balance sobre los aciertos y errores en la gestión y
comunicación del Gobierno valenciano en esta crisis. Si bien el panorama
no es tan desolador como en el citado film -no nos hemos convertido en
zombis-, el número de fallecidos y contagiados evidencian muchos de los
puntos negros que siguen causando una honda preocupación en el Ejecutivo
y en la ciudadanía.
Debilidades
-Las residencias de la tercera edad. Una de las consecuencias más duras y traumáticas que ha generado impotencia y frustración en el Gobierno valenciano se centra en la gestión de la crisis en los centros de ancianos. Los datos ofrecidos este sábado señalan que en más de una cuarta parte
(95 de 327) hay algún positivo. Tienen el virus 257 trabajadores y
1.073 residentes, de los que han fallecido 253. Se han establecido
protocolos para abrir la posibilidad de que los familiares saquen a los ancianos de estas instalaciones si así lo consideran y también para activar traslados intercentros si fuera necesario. No obstante, tanto la gestión de la vicepresidenta y consellera de Políticas Inclusivas, Mónica Oltra, como la de la consellera de Sanidad, Ana Barceló, está recibiendo críticas en este apartado.
-Falta de material y contagio de los profesionales. Los sindicatos sanitarios se han puesto en pie de guerra contra la conselleria
por la falta de mascarillas, gafas protectoras, guantes y EPIs
fundamentales para su protección durante la crisis. 1.459 sanitarios han
dado positivo -352 ya han sido dados de alta- pero todavía hay más de
2.000 efectivos en cuarentena. El desliz de Barceló al evitar relacionar
esta falta de material con los contagios de médicos y enfermeros causó
una fuerte tensión con los sindicatos. En cuanto a la previsión en la
compra de material, fuentes de la conselleria aseguran que se trató de
hacer acopio antes del inicio de la crisis pero no resultó posible.
La consellera de Sanidad, Ana Barceló, y la vicepresidenta, Mónica Oltra. Foto: KIKE TABERNER
-Falta de comunicación con la sanidad privada.
El martes pasado la consellera se reunió por videoconferencia con los
responsables de los hospitales privados -que fueron intervenidos a
mediados de marzo- por segunda vez. La Alianza de la Sanidad Privada
(Aspe) había lamentado previamente en el ámbito estatal que sus recursos
no estén siendo utilizados por las administraciones y criticó abiertamente la construcción de hospitales
de campaña en la Comunitat cuando todavía existen camas libre en planta
y UCI en sus centros. Al margen de esta petición de mayor actividad
para la privada -dado que no pueden ejercer sus consultas pero tampoco
se les remite un gran número de pacientes- otra de las quejas ha sido la
poca comunicación con la consellera. Un punto que parece haberse
encauzado tras la reunión de este martes.
-Comunicación desigual y control de la misma.
La comunicación de datos concretos siempre es mejorable en cualquier
crisis. Las comparecencias de la consellera de Sanidad, sobre todo
inicialmente, resultaron frustrantes por el poco detalle y contenido de
las mismas. Una situación que ha mejorado en cierta medida pero que
todavía dista mucho de ser la idónea. Tampoco constan refuerzos
importantes llegados de otros departamentos y se detecta cierta
descoordinación con otras áreas como Presidencia. En el Palau, por su
parte, vienen realizando una comunicación con Ximo Puig como única
figura, tratando de centralizar toda la información en el jefe del
Consell y canalizando las filtraciones. Un ejemplo del manejo y uso de
la información ha sido la llegada de aviones con material sanitario: un
éxito del Gobierno valenciano que ha bombardeado a los medios con todo
lujo de detalles -excepto el destino detallado del material- y evitando
contestar en esos días a cualquier otro tipo de cuestión para no desviar
la atención mediática.