Se acabó la magia
Cómo será de grave la parálisis de la economía europea
que por primera vez desde 2012, cuando Mario Draghi pronunció sus
mágicas palabras, los mercados han puesto a prueba la resistencia del
Banco Central Europeo (BCE) hasta obligarle a corregir el tiro y actuar
de emergencia.
Hace hoy una semana, el consejo de la autoridad monetaria
de la eurozona aprobó un importante paquete de medidas que pretendía
asegurar la liquidez y mantener tranquilos los mercados de deuda
pública, conteniendo la tendencia a la subida de las primas de riesgo y
los tipos de interés de países como Italia y España. Los responsables
del BCE se mostraban satisfechos del alcance de sus medidas y del
respeto con el que los inversores recibían sus palabras, asegurando
cobertura para todos los miembros de la unión monetaria. Pareció
funcionar. Pero por poco tiempo.
Por primera vez desde las palabras de Draghi el 2012, los mercados han puesto a prueba al BCE; y ha tenido que corregir
La pandemia iba paralizando progresivamente varias economías de la eurozona. Primero fue Italia, luego la coronomía saltó
a España, y casi sin dejar rastro se instaló en Francia. Angela Merkel,
la canciller de la primera potencia europea, preparaba a la población
para los peores momentos desde la Segunda Guerra Mundial...
Pocos días después, el pasado martes, el Eurogrupo, que
reúne a los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona, lanzaba el
mensaje de que para hacer frente a la grave situación económica, cada
Estado debía asumir su propia responsabilidad. Es decir, emitir su
propia deuda y venderla en el mercado. En sí, no era nada nuevo, antes
de la crisis ya era así. Después de ella, los estados emitían y el BCE
aseguraba su colocación, en gran medida comprándola el mismo, sin que
los inversores hubieran puesto problemas.
Pero, por primera vez desde aquel momento estelar de Super
Mario, los mercados han reaccionado con extremo nerviosismo. El cálculo
ha sido simple: cuánta deuda tendrán que emitir esos gobiernos para
compensar una destrucción como la que supondrá detener toda la economía
durante un período de dos o tres meses. Y la que luego habrá que añadir
para incentivar la recuperación tras la destrucción previa. Todos los
servicio de estudio de bancos o de fondos de inversión ha hecho sus
propios números. En todos los escenarios, la cantidad resultante es
estratosférica y a nombre de países cuya deuda ya alcanza ahora niveles
de vértigo: casi el 100% del PIB en el caso de España y Francia; 140% en
el de Italia.
Las primas de riesgo y el rendimiento de la deuda pública
volvieron pues a enfilarse. Y, cuando este pasado miércoles el pánico
llevó a los inversores a huir de las bolsas, no fue para buscar refugio
en la deuda pública de los países más seguros. Hasta Alemania se asomó
al rendimiento positivo, después de años de gozar del privilegio de
cobrar a los inversores si querían tenerla en sus manos. Algo que, en
este caso, sí ya le ha pasado a la de Francia, en rendimiento positivo
y, de momento, sin vuelta atrás. Italia alcanzaba casi el 2,5%, desde el
1% unos días antes. España llegaba al 1,2%, cuando a principios de mes
estaba en el 0,19%.
Así las cosas, el miércoles, cuando las bolsas volvieron a
cerrar una jornada de caídas, Christine Lagarde, la presidenta del BCE
convocó un consejo extraordinario para aprobar las medidas de emergencia
que ayer devolvieron cierto sosiego a los mercados.
El problema de las intervenciones del BCE es que por sus
propias características tiene un alcance limitado. Apuntalan el sistema
financiero, aseguran liquidez a los bancos, contienen el coste de la
deuda pública de los estados y con sus efectos sobre las bolsas
ralentizan las caídas de unas acciones con precios inflados. Esto
último, precisamente, porque el dinero que el BCE pone en circulación no
llega directamente a las empresas y a las familias.
La pelota de la deuda puede seguir creciendo pero
tal vez sin asegurar la financiación de las víctimas de una economía en
estado catastrófico. En esta primera fase, España podría alcanzar el
120% del PIB; Italia hasta el 150%. Por eso es muy probable que en los
próximos días el BCE tenga que hacer frente a un nuevo desafío como el
de esta misma semana.