Los que no buscan éxitos
Ramón Palmeral |
sábado, 4 de enero de 2020, 13:59
Tuve un amigo que era tremendamente arrebatador, que te cautivaba
enseguida, era un seductor nato, falleció en un accidente de moto en
Castellón de la Plana, se llamaba Prieto y tenía 35 años. Siempre pensé
que una persona como él nunca podía fallecer, ni desaparecer de
nuestras vidas. Mi padre, que también era una de esas personas
arrebatadoras que se hacía tu amigo en un momento, quizás por lo mucho
que sabía de la vida y de todo lo que se le preguntara, sabía, tenía
también el don de la seducción, era alto, moreno y guapo. Estos dones
naturales nos los heredé de mi padre, ni de mi amigo, aunque me hubiera
gustado parecerme a ellos.
Yo en mis años jóvenes era más bien tímido, y no me gustaba
destacar, era lo que se llama un «a-exitoso», una persona que se
conforma con lo que tiene y no busca más éxitos, con el sueldo mensual
que me daba para hacer mi trabajo, y pasar desapercibido por la vida,
conformándome con la comida del pesebre del Estado (salario mínimo).
Así estuve muchos años viviendo en el anonimato, de ciudad en ciudad,
casado con una bella mujer y dos hijos maravillosos. Esta era toda mi
vida, trabajo y casa, casa y trabajo, sin apenas relaciones amistosas,
porque los destinos me hacían volver y volver a empezar en el difícil
arte de hacer amigos de verdad.
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