Salir de la Union Europea. Para encerrarse en la isla es un error.
No estaba en el Euro.
Que pasara con los ingleses que viven en Alicante.. Benidorm, San Fulgencio, Rojales, Ciudad Quesada... y tantos otros pueblos de España.
O se hacen españoles o se tendrán que marchar.
Permiso de conducir. Los mayores no aprobarán. Un desastre. Error. La culpa del egoísmo de Cameron.
No podemos hacerle el boicot a los productos ingleses porque ellos no venden nada. Nosotros pesca desde sus caladeros. Bacalao.
"El 'premier' asegura que quiere unificar el país, pero lo que está haciendo es restregar el Brexit por las narices de los partidarios de la permanencia", ha denunciado el ex viceprimer ministro conservador Michael Heseltine, que considera la salida de la Unión Europea como "el mayor error histórico desde la Segunda Mundial". "Al menos no sonará el Big Ben, y así nos ahorraremos la fatídica pregunta: ¿por quién doblan las campanas?".
Una mezcla de alivio y resignación se ha apoderado entretanto de los británicos en el final de la cuenta atrás. Al cabo de tres años y medio de forcejeo con Bruselas y de interminables luchas internas, el país parece dispuesto a pasar de página, pero sin el entusiamo ni el ímpetu que acompañó a la victoria electoral de Boris Johnson el pasado 12 de diciembre.
"Es el momento de mirar hacia delante con la confianza en el país global y pionero en que nos convertiremos en la próxima década", reiteró Johnson en la antesala del día B.
La fricción inicial con Donald Trump -por la concesión a Huawei de parte de la infraestructura del 5G-, la caída de las exportaciones de automóviles del 14% en un año y el conflicto abierto dentro del Partido Conservador por cuenta del controvertido y costosísimo proyecto del tren de alta velocidad HS2 han sido las primeras advertencias de lo que se avecina en una semana especialmente turbulenta.
Johnson tiene previsto rendir pleitesía al presidente estadounidense en febrero y empezar incluso a negociar antes con Washington que con Bruselas. El Reino Unido pierde la voz y el voto en el Consejo Europeo, y partir del 3 de marzo se sienta ya a negociar el futuro tratado comercial con la UE como ex miembro de la organización, aunque todo siga aparentemente igual a efectos prácticos hasta el 31 de diciembre del 2020, cuando culmina el proceso de transición.
"El Brexit tiene desgraciadamente sus consecuencias", ha advertido el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, a su paso huracanado esta semana por la Queen's University de Belfast. "Entiendo los miedos que existen por los efectos económicos que pueden tener los controles interiores. Pero el Reino Unido está de acuerdo en crear un sistema de inspecciones y controles para las mercancías de Gran Bretaña que entren en Irlanda del Norte".
"El texto es muy preciso y sé lo que está escrito", recalcó Barnier. "La decisión del Reino Unido de salir del mercado único y de la unión aduanera hace que esos controles sean indispensables".
Las palabras de Barnier han reactivado el miedo a duras penas contenido en los últimos tres meses por la reiterados "desmentidos" de Boris Johnson, declarando que "no habrá papeleos, ni controles, ni barreras" en el comercio entre Irlanda del Norte y el resto del país.
La
semana pasada, en respuesta al líder unionista en la Cámara de los
Comunes Jeffrey Donaldson, el primer ministro británico aseguró
"enfáticamente" que no habrá restricciones en el comercio interior. Pero
no sería la primera vez que una promesa de Johnson acaba en saco
roto...
Katy Hayward, profesora de la Queen's University y coautora del informe "Bordering on Brexit", asegura que el acuerdo sellado con Bruselas supone "la fricción en el movimiento de mercancías" rumbo a Irlanda del Norte, y predice que la decisión tendrá "un coste para las empresas y para los consumidores". "Las fronteras tienen un alto valor simbólico, pero también unos efectos prácticos", precisa Hayward.
El temor de la vuelta a una "frontera dura" entre las dos Irlandas (algo que intentaba prevenir la Unión Europea con la polémica salvaguarda y contra la que tanto peleó Boris Jonnson) ha dejado paso al pánico a lo que algunos consideran una nueva "frontera marítima" dentro del Reino Unido.
"Los unionistas se van a sentir más vulnerables en este contexto, y sabemos por experiencia que la inseguridad en un lado puede llevar a polarización de la política", apunta la profesora especializada en divisiones sociales y resolución de conflictos.
Pese a la decisión del Partido Democrático Unionista (DUP) y del Sinn Féin de formar finalmente un Gobierno de coalición al cabo tres años, el Brexit ha dado ya un impulso renovado al referéndum por la unificación de Irlanda, convertido en la principal reivindicación de los republicanos para la próxima década.
.....................
Dice el rubiales Boris Jonson que pondrá aranceeles a los productos importados de Europa.
Buye bien, lo que pasarás que es estos productor les salndra más caros a los consumidores británicos.
Si ponen araceles a nuestros tomates, pomientos, calabacines, pasas, jamos y vinos y otros productor, nosotros, le pondremos un impuesto una ecotasa ecológica si quieren venir a España a tomar el solr en nuestras soleadas playas. Nosotros el Sol lo tenmos gratis, ellos tendran que pagar, o que se vayan a la India o Hong Kong, o a EE.UU de América.
No estaba en el Euro.
Que pasara con los ingleses que viven en Alicante.. Benidorm, San Fulgencio, Rojales, Ciudad Quesada... y tantos otros pueblos de España.
O se hacen españoles o se tendrán que marchar.
Permiso de conducir. Los mayores no aprobarán. Un desastre. Error. La culpa del egoísmo de Cameron.
No podemos hacerle el boicot a los productos ingleses porque ellos no venden nada. Nosotros pesca desde sus caladeros. Bacalao.
Bay Basy, Gran Bretaña |
Y llegó el Día B del Brexit
El
'premier' Boris Johnson convierte la salida de Reino Unido de la UE en
una celebración nacional. La ruptura será esta medianoche (23.00 horas
en Londres)
Boris Johnson planea convertir el Brexit en una celebración, pese a su llamamiento a la unidad nacional
y su promesa de dejar atrás las divisiones. El Big Ben no tocará
finalmente las campanas a las 23.00 horas de hoy (medianoche en España),
pero el primer ministro británico pretende reunir a miles de
partidarios de la salida de la UE ante Downing Street, donde se
proyectará la imagen de un reloj para marcar la hora H del día B.
Además,
el Gobierno británico prevé poner en circulación el 1 de febrero tres
millones de monedas conmemorativas del Brexit de 50 peniques con la
inscripción: "Paz, prosperidad y amistad para todas las naciones". Las
Union Jacks ondearán todo el día para marcar el momento a lo largo del
Mall y en la Plaza del Parlamento, donde el líder del Partido del
Brexit, Nigel Farage, festejará también el día de la "independencia". "El 'premier' asegura que quiere unificar el país, pero lo que está haciendo es restregar el Brexit por las narices de los partidarios de la permanencia", ha denunciado el ex viceprimer ministro conservador Michael Heseltine, que considera la salida de la Unión Europea como "el mayor error histórico desde la Segunda Mundial". "Al menos no sonará el Big Ben, y así nos ahorraremos la fatídica pregunta: ¿por quién doblan las campanas?".
Una mezcla de alivio y resignación se ha apoderado entretanto de los británicos en el final de la cuenta atrás. Al cabo de tres años y medio de forcejeo con Bruselas y de interminables luchas internas, el país parece dispuesto a pasar de página, pero sin el entusiamo ni el ímpetu que acompañó a la victoria electoral de Boris Johnson el pasado 12 de diciembre.
"Es el momento de mirar hacia delante con la confianza en el país global y pionero en que nos convertiremos en la próxima década", reiteró Johnson en la antesala del día B.
La fricción inicial con Donald Trump -por la concesión a Huawei de parte de la infraestructura del 5G-, la caída de las exportaciones de automóviles del 14% en un año y el conflicto abierto dentro del Partido Conservador por cuenta del controvertido y costosísimo proyecto del tren de alta velocidad HS2 han sido las primeras advertencias de lo que se avecina en una semana especialmente turbulenta.
Johnson tiene previsto rendir pleitesía al presidente estadounidense en febrero y empezar incluso a negociar antes con Washington que con Bruselas. El Reino Unido pierde la voz y el voto en el Consejo Europeo, y partir del 3 de marzo se sienta ya a negociar el futuro tratado comercial con la UE como ex miembro de la organización, aunque todo siga aparentemente igual a efectos prácticos hasta el 31 de diciembre del 2020, cuando culmina el proceso de transición.
Irlanda del Norte, en el acantilado
Irlanda del Norte se asoma mientras con gran inquietud al acantilado del Brexit. "Traición", puede leerse en los murales de Sandy Row, el barrio unionista por excelencia en Belfast, en una afrenta dirigida contra Boris Johnson por su acuerdo de salida de la UE. En el horizonte despunta la temida aduana interior en el Mar de Irlanda: los empresarios, los sindicatos y los agricultores han puesto el grito en el cielo y amenazan con reclamar compensaciones millonarias a Londres."El Brexit tiene desgraciadamente sus consecuencias", ha advertido el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, a su paso huracanado esta semana por la Queen's University de Belfast. "Entiendo los miedos que existen por los efectos económicos que pueden tener los controles interiores. Pero el Reino Unido está de acuerdo en crear un sistema de inspecciones y controles para las mercancías de Gran Bretaña que entren en Irlanda del Norte".
"El texto es muy preciso y sé lo que está escrito", recalcó Barnier. "La decisión del Reino Unido de salir del mercado único y de la unión aduanera hace que esos controles sean indispensables".
Las palabras de Barnier han reactivado el miedo a duras penas contenido en los últimos tres meses por la reiterados "desmentidos" de Boris Johnson, declarando que "no habrá papeleos, ni controles, ni barreras" en el comercio entre Irlanda del Norte y el resto del país.
Katy Hayward, profesora de la Queen's University y coautora del informe "Bordering on Brexit", asegura que el acuerdo sellado con Bruselas supone "la fricción en el movimiento de mercancías" rumbo a Irlanda del Norte, y predice que la decisión tendrá "un coste para las empresas y para los consumidores". "Las fronteras tienen un alto valor simbólico, pero también unos efectos prácticos", precisa Hayward.
El temor de la vuelta a una "frontera dura" entre las dos Irlandas (algo que intentaba prevenir la Unión Europea con la polémica salvaguarda y contra la que tanto peleó Boris Jonnson) ha dejado paso al pánico a lo que algunos consideran una nueva "frontera marítima" dentro del Reino Unido.
"Los unionistas se van a sentir más vulnerables en este contexto, y sabemos por experiencia que la inseguridad en un lado puede llevar a polarización de la política", apunta la profesora especializada en divisiones sociales y resolución de conflictos.
Pese a la decisión del Partido Democrático Unionista (DUP) y del Sinn Féin de formar finalmente un Gobierno de coalición al cabo tres años, el Brexit ha dado ya un impulso renovado al referéndum por la unificación de Irlanda, convertido en la principal reivindicación de los republicanos para la próxima década.
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Dice el rubiales Boris Jonson que pondrá aranceeles a los productos importados de Europa.
Buye bien, lo que pasarás que es estos productor les salndra más caros a los consumidores británicos.
Si ponen araceles a nuestros tomates, pomientos, calabacines, pasas, jamos y vinos y otros productor, nosotros, le pondremos un impuesto una ecotasa ecológica si quieren venir a España a tomar el solr en nuestras soleadas playas. Nosotros el Sol lo tenmos gratis, ellos tendran que pagar, o que se vayan a la India o Hong Kong, o a EE.UU de América.