DEJAR TRABAJAR AL SUBCONSCIENTE. Por Ramón Palmeral
Ramón Palmeral |
domingo, 1 de diciembre de 2019, 23:12
El subconsciente es un
conjunto de procesos mentales, no percibidos conscientemente por el
individuo en estado de vigilia, pero que pueden aflorar en determinadas
situaciones como un interruptor que salta automáticamente, y sí,
puede influir en nuestra manera de actuar o en nuestro carácter en una
situación determinada o de estrés. Pero es más, es la sede, la
residencia de la creatividad, de las ideas, de la intuición y del
arrebato, formas intangibles de una reacción almacenada en nuestra mente
como son los recuerdos latentes en un minúsculo de nexos de neuronas.
Todos los psicólogos reconocen que hay uno o varios subconscientes,
una parte de nuestro cerebro juega un papel muy importante en los
procesos del pensamiento, filosofía, abstracción y sobre todo
creatividad. Lo que no sabemos es cómo se pone en marcha el
interruptor.
Algunas veces
cuando me hacen un encargo para pintar un tema determinado, se me queda
la mente en blanco como un gato blanco, como un caballo blanco, la
nada alba. Y no es hasta el momento que me siento ante el caballete y
tomo el pincel de bocetar cuando sin saber cómo me fluyen ideas, acuden
a la herida como la sangre, es el momento en que he conectado con mi
subconsciente, sin saber cómo, por casualidad, o ¿acaso era la necesidad
de cumplir con mi palabra dada y la necesidad de encontrar en mí la
creatividad, o una obligación?
Pienso y creo firmemente que las ideas nacen, surgen, manan, brotan de
una necesidad y por ello cuando uno se encuentra en estado de
agitación busca en su cerebro la idea que necesita para salir de una
situación agobiante o de angustia. Sí tiene que ver con la fuerza de
voluntad, es como si buscaras las llaves de tu coche cuando no sabes
dónde están, y tienes una cita ineludible, y te tiene que ir sí o sí,
entonces en cuando conectas con el subconsciente y recuerdas el lugar
olvidado donde las dejaste. Es cuando fuerzas la maquinaria de los
pensamientos de los recuerdos inmediatos para buscar una idea. Es como
un parto indoloro, energético y a la vez tan satisfactorio como
extraño.
El subconsciente
nunca deja de trabajar, incluso cuando hemos aparcado un problema o una
situación, la mente subconsciente continúa trabajando por ti, y cuando
menos te lo piensas te llega la idea que envía el subconsciente con
una solución que podía ser buena o mala, pero es una idea, y es cuando
tu capacidad de análisis la vuelve a analizar, es el momento de
decidir, y esto solo se consigue con cierto empirismo de la vida y de
los años de batirte el pecho en la sociedad en la que sobrevives.
Incluso cuando estás durmiendo, el subconsciente se entromete en los
sueños -descarga de ansiedad y vivencias del día- para formar parte de
las soluciones que estabas buscando en vigilia y que no la hallas, y en
el peor de los casos entras en el laberinto de la depresión «del sí
puedes y del no puedes» y círculo del que se puede o no salir. Y esto
es lo terrible. Pero ante los problemas siempre hay una salida. Nada es
terrible, porque, incluso la muerte en un camino hacia lo Eterno.
Los sueños son ese choque inconexo de neuronas que colisionan entre sí
de una forma que no se puedes controlar, podría ser la incontrolable
danza loca del suelo: danza del fuego; en incluso, se pueden convertir
en pesadillas muy desagradables que no puedes ni imaginar, por lo
general, en el sueño el subconsciente intenta arreglar lo desaguisado,
la frustración o discusiones con otras personas en día anteriores. Pero
esa lucha onírica pude desembocar en fiebre y en pesadillas.
Recuerdo que cuando yo jugaba al ajedrez, soñaba con partidas que
había jugado, y tanto los caballos como los alfiles estaba toda la
noche buscando soluciones a los problemas ajedrecísticos. Igualmente, a
los sueños las escenas de las películas que has visto o las
situaciones de estrés que has sufrido o también suelo soñar con mis
antepasados ya fallecidos porque fueron causas de gran dolor, pero los
veo en momentos alegres de felicidad. Porque tanto el dolor como los
problemas son interferencias de nuestra mente en sueños. Las fases de
sueño son varias, y no las voy a analizar ahora. Descansar ocho horas
seguidas a cierta edad es todo un desafío; sin embargo hemos de dormir
un mínimo de cinco horas seguidas, para que los circuitos neuronales se
acoplen y en términos informáticos, se reseteen.
¿Quién no ha soñado que formaba parte de los personajes de una
película que has visto?, cuanto más dramática haya sido, más fácil es
que unos cientos de miles de neuronas se hayan cargado de esas imágenes
y por eso sueñas. Otras veces, me encuentro en un sueño tan estresante
que yo mismo, en sueños, me digo que es un sueño, que tranquilo, o
también pudiera ser placentero. Lamentablemente cuando tienes una fobia a
algo, ese sueño se suele repetir debido a neuronas muy entrenadas en
ello. El subconsciente proyecta las pinturas de los museos que has
visto y te ayudan a la creatividad. La imágenes las olvidas, pero el
negativo queda lo visto y observado. Y se retiene más lo desagradable
que lo agradable, se recuerdan más las ofensas que los elogios.
Como todos los seres humanos estamos hechos de la misma pasta medular y
cerebral, en realidad todos vivimos y pasamos por las mismas
situaciones mentales. Por lo tanto, no nos deben afligir demasiado con
los problemas diarios, puesto que si, por la noche, antes de
acostarnos, respiramos y nos relajamos con una tila, has de saber que tu
mente sigue trabajando en sueños por ti, en el subconsciente para
tratar de encontrar una solución a ese problema y que por la mañana lo
verás todo diferente, es un sistema de autodefensa que no falla, y tus
zonas de éxito se verán reforzadas.
Firmado.- Ramón Palmeral para El Monárquico