De desagradecidos está el mundo lleno
Ramón Palmeral |
sábado, 21 de diciembre de 2019, 15:53
"Desecha de tu corazón la envidia y acepta este libro como propio",
si no lo dijo Azorín, debió decirlo él o don Quijote o algún sabio
metido a filósofo de la vida empírica, de la experiencia y de la
lógica.
Una de las manifestaciones de la envidia es no contestar ni
agradecer los libros que nos envían los amigos o felicitaciones de
Navidad. Es que hay como una jerarquía, como un escalafón en la que
catedráticos, profesores, doctores y demás autoridades de las letras se
instalan en su pedestal, y desaprueban a quienes no pertenecen al
gremio de la Universidad. Pues su corporativismo linda con lo ilegal y
es hija de la prevaricación y de la descortesía. "Beatus Ille" o
dichoso aquel que cuida de su campo..., que dijera el poeta latino
Horacio en su retiro romano. O lo que es lo mismo: no te metas en
campos ajenos del saber, y deja la historia para los historiadores,
deja la política para los políticos, deja la novela para los
novelistas, la poesía para los poetas. Y así todo lo demás. Para los
académicos, somos unos intrusos, unos trepas, incordiantes e
inoportunos.