Historia Guerra Civil
La desconocida historia del juez que condenó a muerte a Primo de Rivera (y recibió un abrazo suyo)
Una biografía sobre el magistrado Eduardo Iglesias Portal rescata un "hecho insólito" que se registró tras ser sentenciado el fundador de Falange.
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"Estáis salvados". José Antonio Primo de Rivera
se dirigió con esas palabras a su hermano Miguel y a su cuñada
Margarita Larios nada más ser condenados a reclusión perpetua y a seis
años y un día de prisión mayor respectivamente. El fundador de Falange,
que actuaba en la vista como letrado defensor debido al permiso que
había obtenido del Colegio de Abogados de Alicante, recibió un castigo
mucho más definitivo: la pena de muerte como autor de un delito de rebelión. Momentos después, en un gesto ilógico, subió al estrado para abrazar al presidente del tribunal popular, Eduardo Iglesias Portal, encargado de leer la sentencia.
La escena, acontecida ya en la madrugada del 18 de
noviembre de 1936 en la sala de audiencias de la Prisión Provincial de
Alicante —Primo de Rivera sería fusilado en la mañana del día 20—, la
cuenta el investigador Honorio Feito Rodríguez en su libro Iglesias Portal, el juez que condenó a José Antonio (Editorial Actas), sobre la (desconocida) vida del magistrado del Tribunal Supremo, una de las figuras más mediáticas de la Segunda República
y que jugó un papel destacado en los juicios por el golpe de Estado de
Sanjurjo o el asesinato de Andreu Nin, líder del POUM, ya en plena Guerra Civil.
¿Pero cómo se explica este "hecho insólito" de que
el líder de Falange abrazase al hombre que le acababa de condenar al
paredón? ¿Acaso eran amigos? Si bien no se ahonda demasiado en la
supuesta relación amistosa de ambos personajes, Feito Rodríguez enumera una serie de procesos judiciales en los que ambos se vieron las caras, empezando por el pronunciamiento militar fallido de 1932,
en el que Iglesias Portal actuó como juez instructor y José Antonio fue
arrestado por las sospechas sobre su posible implicación. Asimismo se
enumeran otras actuaciones de 1936 en las que se juzgó al falangista por
desacato y publicación clandestina.
El abrazo al magistrado está ausente de las
principales biografías de Primo de Rivera, quien tras su ejecución se
convertiría en el protomártir del bando sublevado, aunque nunca pareció
llevarse especialmente bien con el futuro dictador —"si Franco intentase realizar una restauración o lograse llevarla a cabo, yo volvería a la cárcel", le dijo a Jay Allen, periodista del Chicago Daily Tribune y del News Chronicle,
que fue el último en poder visitarlo en su celda el 3 de octubre—. El
inverosímil hecho se rescata ahora citando un artículo publicado en 1968
en la revista Teresa por el cineasta José Luis Sáez de Heredia, director de Raza.
El primo de José Antonio incluye en ese texto los
extractos de una carta fechada en enero de 1955 y firmada por las hijas
de Iglesias Portal que estaba dirigida a Miguel Primo de Rivera, por
entonces embajador de España en Reino Unido, en la que dicen: "Si su
excelencia estuvo presente en el juicio, recordará que, al terminarse y
comunicarle la sentencia, su hermano subió al estrado y abrazó a nuestro padre
y le dijo que sentía el mal rato que por su causa estaba pasando, pues
no sé si sabrá que mi padre y él eran buenos amigos". El juez seguía con
vida en ese momento, en México, donde estaría exiliado casi veinte
años; y Feito Rodríguez escribe: "Entre los descendientes de Iglesias
Portal existe la creencia de que la carta fue redactada por el propio magistrado".
Y pudo regresar a España gracias, en parte, a la
mediación de Miguel Primo de Rivera. En otra misiva dirigida a Loli
Iglesias, una de las hijas del juez, asegura que "me consta que en
circunstancias normales y obrando según los dictados de su conciencia,
el magistrado don Eduardo Iglesias Portal jamás hubiese sido
directamente responsable de una sentencia dictada contra José Antonio, de quien no era enemigo".
La tercera persona de la familia del líder falangista presente en el
juicio de 1936, Margarita Larios, nunca llegó a mencionar el abrazo,
aunque sí que su cuñado y el juez compartieron una conversación de
varios minutos.
Procesos clave
El juicio al fundador de Falange es el principal highlight
de la carrera de Eduardo Iglesias Portal, y eso que en su currículum se
amontonan los eventos más trascendentes de los años 30. Nacido en
Luarca (Asturias) en 1884 y doctorado en Derecho en 1906, arrancó su
carrera con una sucesión de nombramientos por los juzgados de la zona.
"La segunda etapa, que consideramos iniciada con los sucesos de 1924
[los asesinatos de dos funcionarios del tren correo de Andalucía],
mantiene también una intensidad, especialmente por su compromiso político con la Segunda República, siendo parte activa en algunos de los casos más sobresalientes del difícil y convulso periódico histórico que fue el régimen republicano nacido en 1931", relata su biógrafo.
Iglesias Portela, protegido de Álvaro de Albornoz,
ministro de Justicia, aterrizaría en el Tribunal Supremo en 1931, muy
poco tiempo antes de ser nombrado juez especial para instruir el sumario
por el golpe de Sanjurjo en relación a los sucesos ocurridos en Madrid y
Alcalá de Henares. Después fue designado para hacerse cargo de la
investigación del asesinato de José Calvo Sotelo, líder de la derecha monárquica, aunque la resolución del caso se vio alterada por la sublevación militar del 17-18 de julio.
Convertido Eduardo Iglesias
en un juez mediático, ya conocido por los periodistas, fue el encargado por el Tribunal Supremo, con aprobación del
Consejo de Ministros, presidido por Casares Quiroga, de instruir el
sumario por el asesinato de José Calvo Sotelo (13.VII.1936); el sumario
sería robado por un grupo de milicianos doce días después (25.VII.1936), cuando el juez
especial, Iglesias Portal, no se encontraba en la sede oficial de su
tribunal en el Supremo, regresando una hora después de los hechos, y
enfrentándose con uno de los milicianos que le esperaban.
El odio general más odio, solamente el perdón puede mejorar la salud mental de los que odian.
Las autoridades republicanas le reservarían otro
proceso estrella a Iglesias Portal —como presidente del Tribunal Central
de Espionaje y Alta Traición en Barcelona se encargó del juicio contra
la cúpula del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) por los
sucesos de mayo de 1937— antes de exiliarse a México. El 27 de julio de
1956, el Consejo de Ministros presidido por Franco le brindó el indulto para regresar a España,
aunque no lo haría hasta el 12 de marzo de 1959. Pasaría los últimos
años de su vida, hasta su muerte a principios de 1969, en su casa
familiar de Aguilar de la Frontera, entregado a la lectura y al cultivo
de viñas y olivares; quien sabe si recordando ese abrazo con su "amigo"
José Antonio.