La voz del lector
“No es esto, no es esto…”
“Hay que evitar a toda costa que en las urnas del día 10N sea este personaje a quien los españoles le den la capacidad de liderar la formación de gobierno.”
El filósofo Ortega y Gasset, uno de los
impulsores de la caída de la monarquía y de la proclamación de la
Segunda República, reconoció a los pocos meses de su proclamación el
fracaso de ésta por el sectarismo que se reflejó en la Constitución y el
desorden social y la persecución religiosa que trajo consigo. Publicó
un artículo en El Crisol que titulaba el Aldabonazo y que terminaba con
su famoso “no es esto, no es esto…”,
Pues Sr. Sánchez, si como afirmó en la entrevista, que todos sus fracasos no le invitan a una reflexión personal (sic), el 10 de Noviembre habrá muchos españoles que al depositar la papeleta dirán “no es esto, no es esto” y tratarán de evitar, como haré yo mismo, que su soberbia y terca sinrazón termine una vez más con la esperanza de seguir trabajando y luchando por la España que nos merecemos.
Confieso que he tenido que hacer un esfuerzo considerable para seguir la entrevista que ese buen periodista que es Vicente Vallés le ha hecho en Antena 3 al candidato del PSOE y presidente en funciones del gobierno Pedro Sánchez. La única pregunta y respuesta que ha despertado mi interés y supongo que el de muchos televidentes ha sido precisamente la primera en la que Vallés le incomodaba una y otra vez interrogándole sobre los posibles acuerdos para conseguir la gobernabilidad con mayoría suficiente para no repetir el fiasco de anteriores ocasiones.
Todo su razonamiento y escapatoria giraba alrededor de dos palabras mágicas: bloqueo y progresista. Al PP y Cs no los quiere por ser condescendientes con su cansina cantinela de entendimiento con la ultraderecha de VOX y a Podemos porque le tiene “miedo” y es de suponer que a Mas País, que era su frustrada tabla de salvación, también se lo tendrá cuando destape el tarro de sus esencias radicales y ultraprogresistas, ya que Iglesias y Errejón son dos “caras” de la misma moneda.
Con el rostro serio y tenso que advertía una incómoda tensión y una vaciedad intelectual alarmante, se aferraba una y otra vez a su virtual mayoría de votos resultante de las encuestas, para demandar el apoyo a su investidura por el simple hecho de desbloquear gratuitamente las posibilidades de acceder a su gobierno progresista y estable, enrocándose en su estrategia simplista y absurda de sumar los votos y abstenciones de donde vengan para seguir disfrutando de sus días de vino y rosas en la Moncloa por la borrachera de poder que le consume.
La traca final estalló con la abracadabrante exhumación de Franco que según su sesuda y persistente obsesión revisionista traería la instauración real de la democracia en España y cerraría la inacabada transición como si de la sinfonía incompleta de Schubert se tratara. Si alguna conclusión positiva se puede deducir de esta decepcionante comparecencia televisiva del candidato Sánchez, es que hay que evitar a toda costa que en las urnas del día 10N sea este personaje a quien los españoles le den la capacidad de liderar la formación de gobierno.
La incapacidad demostrada del centro derecha para sumar voluntades de cara a los próximos comicios y de haber aprovechado estratégicamente el derrumbe y la fractura del ala izquierda de la vida política española, no es óbice para que desde una sopesada reflexión se apueste por la necesaria utilidad de aunar el voto para superar el riesgo cierto a que nos puede someter las ambiciones personales y partidistas de Pedro Sánchez.
Con un sistema de pensiones insostenible, una amenazante quiebra de la unidad de España y una nueva crisis económica en puertas el candidato Sánchez propone una ficticia subida de pensiones, se niega a censurar a Torra y niega una vez más la crisis emulando a Zapatero y a su Ministro de Economía Solbes quien recientemente ha confesado públicamente que mintió al pueblo español hace diez años, negando a la mayor el desastre que se avecinaba. Por cierto no sé si la ministra en funciones Calviño y el candidato socialista después de esa grave confesión dormirán tranquilos…
"Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron con el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: «¡No es esto, no es esto!» La República es una cosa. El «radicalismo» es otra. Si no, al tiempo".
Pues Sr. Sánchez, si como afirmó en la entrevista, que todos sus fracasos no le invitan a una reflexión personal (sic), el 10 de Noviembre habrá muchos españoles que al depositar la papeleta dirán “no es esto, no es esto” y tratarán de evitar, como haré yo mismo, que su soberbia y terca sinrazón termine una vez más con la esperanza de seguir trabajando y luchando por la España que nos merecemos.
Confieso que he tenido que hacer un esfuerzo considerable para seguir la entrevista que ese buen periodista que es Vicente Vallés le ha hecho en Antena 3 al candidato del PSOE y presidente en funciones del gobierno Pedro Sánchez. La única pregunta y respuesta que ha despertado mi interés y supongo que el de muchos televidentes ha sido precisamente la primera en la que Vallés le incomodaba una y otra vez interrogándole sobre los posibles acuerdos para conseguir la gobernabilidad con mayoría suficiente para no repetir el fiasco de anteriores ocasiones.
Todo su razonamiento y escapatoria giraba alrededor de dos palabras mágicas: bloqueo y progresista. Al PP y Cs no los quiere por ser condescendientes con su cansina cantinela de entendimiento con la ultraderecha de VOX y a Podemos porque le tiene “miedo” y es de suponer que a Mas País, que era su frustrada tabla de salvación, también se lo tendrá cuando destape el tarro de sus esencias radicales y ultraprogresistas, ya que Iglesias y Errejón son dos “caras” de la misma moneda.
Con el rostro serio y tenso que advertía una incómoda tensión y una vaciedad intelectual alarmante, se aferraba una y otra vez a su virtual mayoría de votos resultante de las encuestas, para demandar el apoyo a su investidura por el simple hecho de desbloquear gratuitamente las posibilidades de acceder a su gobierno progresista y estable, enrocándose en su estrategia simplista y absurda de sumar los votos y abstenciones de donde vengan para seguir disfrutando de sus días de vino y rosas en la Moncloa por la borrachera de poder que le consume.
La traca final estalló con la abracadabrante exhumación de Franco que según su sesuda y persistente obsesión revisionista traería la instauración real de la democracia en España y cerraría la inacabada transición como si de la sinfonía incompleta de Schubert se tratara. Si alguna conclusión positiva se puede deducir de esta decepcionante comparecencia televisiva del candidato Sánchez, es que hay que evitar a toda costa que en las urnas del día 10N sea este personaje a quien los españoles le den la capacidad de liderar la formación de gobierno.
La incapacidad demostrada del centro derecha para sumar voluntades de cara a los próximos comicios y de haber aprovechado estratégicamente el derrumbe y la fractura del ala izquierda de la vida política española, no es óbice para que desde una sopesada reflexión se apueste por la necesaria utilidad de aunar el voto para superar el riesgo cierto a que nos puede someter las ambiciones personales y partidistas de Pedro Sánchez.
Con un sistema de pensiones insostenible, una amenazante quiebra de la unidad de España y una nueva crisis económica en puertas el candidato Sánchez propone una ficticia subida de pensiones, se niega a censurar a Torra y niega una vez más la crisis emulando a Zapatero y a su Ministro de Economía Solbes quien recientemente ha confesado públicamente que mintió al pueblo español hace diez años, negando a la mayor el desastre que se avecinaba. Por cierto no sé si la ministra en funciones Calviño y el candidato socialista después de esa grave confesión dormirán tranquilos…
"Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron con el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: «¡No es esto, no es esto!» La República es una cosa. El «radicalismo» es otra. Si no, al tiempo".
photo_cameraPedro Sánchez en una imagen de archivo
El filósofo Ortega y Gasset, uno de los
impulsores de la caída de la monarquía y de la proclamación de la
Segunda República, reconoció a los pocos meses de su proclamación el
fracaso de ésta por el sectarismo que se reflejó en la Constitución y el
desorden social y la persecución religiosa que trajo consigo. Publicó
un artículo en El Crisol que titulaba el Aldabonazo y que terminaba con
su famoso “no es esto, no es esto…”,
Pues Sr. Sánchez, si como afirmó en la entrevista, que todos sus fracasos no le invitan a una reflexión personal (sic), el 10 de Noviembre habrá muchos españoles que al depositar la papeleta dirán “no es esto, no es esto” y tratarán de evitar, como haré yo mismo, que su soberbia y terca sinrazón termine una vez más con la esperanza de seguir trabajando y luchando por la España que nos merecemos.
Confieso que he tenido que hacer un esfuerzo considerable para seguir la entrevista que ese buen periodista que es Vicente Vallés le ha hecho en Antena 3 al candidato del PSOE y presidente en funciones del gobierno Pedro Sánchez. La única pregunta y respuesta que ha despertado mi interés y supongo que el de muchos televidentes ha sido precisamente la primera en la que Vallés le incomodaba una y otra vez interrogándole sobre los posibles acuerdos para conseguir la gobernabilidad con mayoría suficiente para no repetir el fiasco de anteriores ocasiones.
Todo su razonamiento y escapatoria giraba alrededor de dos palabras mágicas: bloqueo y progresista. Al PP y Cs no los quiere por ser condescendientes con su cansina cantinela de entendimiento con la ultraderecha de VOX y a Podemos porque le tiene “miedo” y es de suponer que a Mas País, que era su frustrada tabla de salvación, también se lo tendrá cuando destape el tarro de sus esencias radicales y ultraprogresistas, ya que Iglesias y Errejón son dos “caras” de la misma moneda.
Con el rostro serio y tenso que advertía una incómoda tensión y una vaciedad intelectual alarmante, se aferraba una y otra vez a su virtual mayoría de votos resultante de las encuestas, para demandar el apoyo a su investidura por el simple hecho de desbloquear gratuitamente las posibilidades de acceder a su gobierno progresista y estable, enrocándose en su estrategia simplista y absurda de sumar los votos y abstenciones de donde vengan para seguir disfrutando de sus días de vino y rosas en la Moncloa por la borrachera de poder que le consume.
La traca final estalló con la abracadabrante exhumación de Franco que según su sesuda y persistente obsesión revisionista traería la instauración real de la democracia en España y cerraría la inacabada transición como si de la sinfonía incompleta de Schubert se tratara. Si alguna conclusión positiva se puede deducir de esta decepcionante comparecencia televisiva del candidato Sánchez, es que hay que evitar a toda costa que en las urnas del día 10N sea este personaje a quien los españoles le den la capacidad de liderar la formación de gobierno.
La incapacidad demostrada del centro derecha para sumar voluntades de cara a los próximos comicios y de haber aprovechado estratégicamente el derrumbe y la fractura del ala izquierda de la vida política española, no es óbice para que desde una sopesada reflexión se apueste por la necesaria utilidad de aunar el voto para superar el riesgo cierto a que nos puede someter las ambiciones personales y partidistas de Pedro Sánchez.
Con un sistema de pensiones insostenible, una amenazante quiebra de la unidad de España y una nueva crisis económica en puertas el candidato Sánchez propone una ficticia subida de pensiones, se niega a censurar a Torra y niega una vez más la crisis emulando a Zapatero y a su Ministro de Economía Solbes quien recientemente ha confesado públicamente que mintió al pueblo español hace diez años, negando a la mayor el desastre que se avecinaba. Por cierto no sé si la ministra en funciones Calviño y el candidato socialista después de esa grave confesión dormirán tranquilos…
"Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron con el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: «¡No es esto, no es esto!» La República es una cosa. El «radicalismo» es otra. Si no, al tiempo".
Pues Sr. Sánchez, si como afirmó en la entrevista, que todos sus fracasos no le invitan a una reflexión personal (sic), el 10 de Noviembre habrá muchos españoles que al depositar la papeleta dirán “no es esto, no es esto” y tratarán de evitar, como haré yo mismo, que su soberbia y terca sinrazón termine una vez más con la esperanza de seguir trabajando y luchando por la España que nos merecemos.
Confieso que he tenido que hacer un esfuerzo considerable para seguir la entrevista que ese buen periodista que es Vicente Vallés le ha hecho en Antena 3 al candidato del PSOE y presidente en funciones del gobierno Pedro Sánchez. La única pregunta y respuesta que ha despertado mi interés y supongo que el de muchos televidentes ha sido precisamente la primera en la que Vallés le incomodaba una y otra vez interrogándole sobre los posibles acuerdos para conseguir la gobernabilidad con mayoría suficiente para no repetir el fiasco de anteriores ocasiones.
Todo su razonamiento y escapatoria giraba alrededor de dos palabras mágicas: bloqueo y progresista. Al PP y Cs no los quiere por ser condescendientes con su cansina cantinela de entendimiento con la ultraderecha de VOX y a Podemos porque le tiene “miedo” y es de suponer que a Mas País, que era su frustrada tabla de salvación, también se lo tendrá cuando destape el tarro de sus esencias radicales y ultraprogresistas, ya que Iglesias y Errejón son dos “caras” de la misma moneda.
Con el rostro serio y tenso que advertía una incómoda tensión y una vaciedad intelectual alarmante, se aferraba una y otra vez a su virtual mayoría de votos resultante de las encuestas, para demandar el apoyo a su investidura por el simple hecho de desbloquear gratuitamente las posibilidades de acceder a su gobierno progresista y estable, enrocándose en su estrategia simplista y absurda de sumar los votos y abstenciones de donde vengan para seguir disfrutando de sus días de vino y rosas en la Moncloa por la borrachera de poder que le consume.
La traca final estalló con la abracadabrante exhumación de Franco que según su sesuda y persistente obsesión revisionista traería la instauración real de la democracia en España y cerraría la inacabada transición como si de la sinfonía incompleta de Schubert se tratara. Si alguna conclusión positiva se puede deducir de esta decepcionante comparecencia televisiva del candidato Sánchez, es que hay que evitar a toda costa que en las urnas del día 10N sea este personaje a quien los españoles le den la capacidad de liderar la formación de gobierno.
La incapacidad demostrada del centro derecha para sumar voluntades de cara a los próximos comicios y de haber aprovechado estratégicamente el derrumbe y la fractura del ala izquierda de la vida política española, no es óbice para que desde una sopesada reflexión se apueste por la necesaria utilidad de aunar el voto para superar el riesgo cierto a que nos puede someter las ambiciones personales y partidistas de Pedro Sánchez.
Con un sistema de pensiones insostenible, una amenazante quiebra de la unidad de España y una nueva crisis económica en puertas el candidato Sánchez propone una ficticia subida de pensiones, se niega a censurar a Torra y niega una vez más la crisis emulando a Zapatero y a su Ministro de Economía Solbes quien recientemente ha confesado públicamente que mintió al pueblo español hace diez años, negando a la mayor el desastre que se avecinaba. Por cierto no sé si la ministra en funciones Calviño y el candidato socialista después de esa grave confesión dormirán tranquilos…
"Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron con el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: «¡No es esto, no es esto!» La República es una cosa. El «radicalismo» es otra. Si no, al tiempo".