Si Pedro Sánchez
no podía dormir pensando en un gobierno de colación con Unidas Podemos y con
los otros disidentes de este país, nosotros, los ciudadanos teníamos pesadillas
horribles de psicoanálisis.
Ramón Palmeral
Oigo decir a
muchas personas que no van a votar porque ya han votado tres veces, y han
cumplido con su obligación ciudadana, que su trabajo ya está hecho. Pero dejar
de votar es un tremendo error, es dejar de ejercer nuestro derecho democrático
que tanto ha costado después de cuarenta años de dictadura sin derecho al
sufragio universal. Si los indecisos no van a votar, ten en cuenta que otros
votarán por ti, por ejemplo los militantes de partidos, el que sea, todos ellos
irán a votar a su partido como una obligación. Votar es una responsabilidad, un
deber y si cabe una obligación. Yo sí voy a ir a votar el 10 de noviembre, nada
será tan prioritario, ese domingo como ir a mi colegio electoral, y temprano
para no encontrarme aglomeraciones.
Ya sabemos
que los políticos no se ponen de acuerdo, porque nos encontramos con gente
joven, orgullosa y ambiciosa que prefieren probar suerte, a ver si la fortuna
les viene de cara. Acabamos con el bipartidismo: error. Elegimos a líderes
jóvenes: error. La juventud es bella y atractiva, pero poco sabia, Ronald
Reagan tenía 73 años en 1984 en su reelección como presidente de Estados
Unidos. En cambio, en esta Europa del perfil griego, los queremos jóvenes
y atractivos como el que fuera presidente de Grecia Alex Tsipras.
Ahora
resulta que Iñigo Errejón, el niño díscolo de Unidas Podemos, crea su propio
partido “Más País" para acudir a las elecciones generales, con la intención
de dividir a Unidas Podemos, y sacar una docena de diputados para apoyar a Pedro Sánchez, con una
extensión colateral de izquierda, para ello votamos directamente al original
que es Pedro Sánchez. Puesto que el mensaje nos queda claro, votar a Errejón es
votar PSOE. Por otra parte en una de esas trifulcas de investiduras, nunca me
imaginaría a Íñigo Errejón como presidente del Gobierno, ¿os lo imagináis?,
sería un gobierno trotskista, donde las clases medias serían las más
perjudicadas porque a las clases altas y multinacionales son inalcanzables y
opacas mientras existan paraísos fiscales.
Pedro
Sánchez está en la ONU vendiendo como una victoria democrática la exhumación de
los restos cadavéricos del dictador Francisco Franco como si fuera lo más
urgente es España, cuando con su catastrófico mandado sin poder aprobar los
presupuesto de dos años fuera lo más urgente, cuando lo más urgente en el
empleo. Estoy de acuerdo que Franco debió salir del cenotafio del Valle de los
Caídos hace muchos años. El socialista Felipe González pudo ¿Y por qué no
lo hizo?, porque tenía un problema más urgente como el terrorismo. Ahora
Sánchez quiere contentar a su vicepresidenta Carmen Calvo y a los pocos
republicanos y comunistas que perdieron la Guerra Civil 1936-1939. Resucitar a
Franco como dijera el nuncio del Vaticano en España es lo que están haciendo.
La cuestión ideológica de los socialistas es abrir viejas heridas entre las dos
Españas, eterna confrontación que les da réditos electorales. Pero nada tiene
que ver la derecha actual con los herederos del franquismo, son asuntos
diferente, ni siquiera Vox lo es, por muchos que los nuevos “rojos” los
satanicen. Porque todo los partidos han de ser constitucionalistas por Ley. Que
salga Franco, sí pero que salga ya.
Se veía
venir este sainete propio de Arniches en pleno siglo XXI con una inestabilidad
política del carajo (con perdón). Quería Iglesias meter el Rey Felipe VI
por medio para comprometerlo en su imparcialidad parlamentaria, y le
salió un proyecto rana que cantan en el desierto. No sabía que Felipe VI es un
Jefe del Estado muy estricto en los deberes y obligaciones de la Corona en el
marco constitucional. Han utilizar el Congreso como una barraca de Hoguera,
dando grito y música hasta las altas horas de la madrugada.
Con la no
investidura de Pedro Sánchez, por parte de la izquierda radical o extrema
izquierda nos han demostrado que la izquierda no existe, sino que es un
entramado de siglas y de intereses particulares y partidistas, y de cambio de
cromo y de sillones.
No les
bastaba con provocar en los españoles un inmenso cabreo burlesco de circo
con payasos y todo en estos seis meses vacíos y perdidos. Todo esto ha sucedido
por jugar a las mociones de censuras y encima con inri ganarlas, y aquí estoy
yo, porque sí, de acuerdo con la leyes parlamentarias de la mayoría de los
diputados. Las ganó Sánchez y ha sido presidente del gobierno sin el voto
ciudadano.
El papel del
Monarca en la formación del Gobierno se prescribe en el Artículo 99 de la Carta
Magna y el domingo 10 de noviembre tendremos otra vez las cansinas elecciones
generales donde ser presupone, lamentablemente, una gran abstención. Queríamos
durante cuarenta años de dictadura franquista poder votar, y ahora que podemos
no votamos, y de recordar que el sufragio universal de la fue posible en 1931
en la II República ganara a la diputada Clara Campoamor del Acción Republicana
de Manuel Azaña; en contra de otras dos mujeres en el Parlamento: Victoria Kent
y Margarita Nelken. Porque había únicamente tres mujeres. Y en esta tesitura
historia y el momento actual de reivindicaciones feministas, por la
igualdad y contra violencia de género, pienso que son las mujeres las más
interesados en ir a votar el 10 N (décimo día del onceavo mes).
Hemos
asistido a una farsa de seis meses entre dimes y diretes y en que hay tiempo
para dialogar. ¡Cómo sería la colación con Unidas Podemos que Sánchez no podía
dormir! Si el presidente en funciones no podía dormir por la llegada de los
marxistas reciclados con la Izquierda Unidad de Alberto Garzón, la Ada Colau,
con los nacionalistas de Compromís valencianos (que ahora se van con Errejón) y
los de Equo de los Verdes parece una comedia esperpéntica de Valle Inclán o la
triste época azul y psicológica de Picasso. Imagínese amigos lectores
como estamos nosotros, tenemos pesadillas. Y que Hacienda se convertiría en la
Gestapo del nazismo.
Por otro
lado en un Centro político que no sé sabe muy bien donde están sus límites,
tenemos a Albert Rivera. Recuerdo los gritos de los militantes
direccionada a los micrófonos de TVE (no espontáneamente sino adrede):
«Yo, o Rivera», y recuerda lo que le gritaban sus militantes la noche que
ganó el 28 de abril: «¡No con Rivera!». Y ¿quién sabe qué votarán los españoles
el 10-N, sobre todo aquellos que hemos visto al presidente en funciones
caído en su propia trampa, dando bandazos en aguas revueltas. Las elecciones
pueden ser malas pero la alternativa de gobernar con nacionalistas y extrema
izquierda es todavía peor. Votar otra vez no es la solución puesto que los
resultados podrían ser similares a las del 28 de abril, ¿y entonces qué van a
hacer ¿las quintas, las sextas elecciones? Hasta que a Sánchez le convenga.
Vamos camino
de parecernos políticamente a Italia, por el pedregoso camino de la
antigua Vía Apia pedregosa, pero contentos con los idus de marzo
(días buenos) aunque noviembre sea el mes de Todos los Santos, esperemos que
estos muertos no se despierten y alguno/na vaya a votar con la lápida a
cuestas. Porque la lápida de Franco está a punto de levantarse, y para
que luego el cadáver no esté dentro, ¡que risa no vamos a llevar!
En fin que
cada cual vote en conciencia y que Dios nos pille confesados. No
soy partidario de la abstención.
Firmado por
Ramón Palmeral.
Alicante, 25-08-2019