El pasado año, Alicante volvió a vivir la situación de registrar más empleados que salieron a trabajar a otras zonas de España que los que entraron con un empleo, aunque la inmensa mayoría de los contratos formalizados en la provincia fue para ocupar un puesto en empresas implantadas en «la terreta». Esta es una coyuntura que se viene repitiendo desde hace más de doce años. Alicante se había convertido en una especie de «El Dorado» laboral desde el año 2000 para muchos trabajadores de otras zonas de España ante la posibilidad de conseguir un buen contrato, sobre todo, en el boyante sector de la construcción, que se encontraba en pleno «boom».
Sin embargo, seis años después el auge de la actividad
inmobiliaria comenzó a registrar uno de los periodos de ajuste más
largos e intensos que haya conocido. Y fue en 2005, antes incluso de la crisis, cuando la provincia dejó de ser receptora de mano de obra para convertirse en emisora, según constata el informe de aquel ejercicio del Servicio Público de Empleo (Sepe) sobre movilidad interprovincial de los trabajadores, teniendo en cuenta el balance de la contratación.
En 2005, de Alicante salieron 70.330 personas con un contrato para trabajar en otros territorios de España, mientras que sólo entraron 67.704 de otras provincias y los que permanecieron empleados aquí fueron 481.874. Así, el saldo entre las entradas y salidas resultó negativo en sólo 2.626 contratos. Un año después, la proporción fue muy similar y la tasa de movilidad se situaba en el 13,1%.
En 2005, de Alicante salieron 70.330 personas con un contrato para trabajar en otros territorios de España, mientras que sólo entraron 67.704 de otras provincias y los que permanecieron empleados aquí fueron 481.874. Así, el saldo entre las entradas y salidas resultó negativo en sólo 2.626 contratos. Un año después, la proporción fue muy similar y la tasa de movilidad se situaba en el 13,1%.
Un territorio emisor
Desde entonces, Alicante no ha abandonado la posición de
emisora de trabajadores que son contratados en otras provincias. Sucedió
durante los años de la crisis, pero también en los de la recuperación
económica, que ha supuesto en los últimos ejercicios un impulso a la
creación de empleo que, no obstante, ahora parece ralentizarse. Con la
repetición de la tendencia, el pasado año la tasa de movilidad se elevaba ya al 16,81%, superior al 14% del promedio estatal y del 13,81% que la propia provincia registraba hace doce años.
Este indicador es la proporción de contratos que implican desplazamiento sobre los que afectan al territorio. La suma de los que entran y salen se toma como valor medio, según explica la norma metodológica del informe de los Servicios Públicos de Empleo. El pasado año, el total de la contratación en Alicante alcanzó la cifra de 676.630 formalizaciones, de las que 579.694 eran para trabajar en la provincia. Sin embargo, más de 137.390 contratos tenían como destino otros territorios en España y 96.936 se firmaron aquí por trabajadores provenientes de fuera, por lo que el balance es negativo en más de 40.000 contratos. Este es el tercer saldo negativo más elevado, por detrás de las provincias de Cádiz (-71.047) y Toledo (-45.824).
Habitualmente, el flujo se produce entre las zonas más cercanas. En este caso, los territorios de Murcia, Valencia y Madrid se convierten tanto en las provincias de destino y como de origen de la movilidad laboral en relación con Alicante. No obstante, Barcelona y Albacete también están en el grupo de zonas con los que el flujo es más intenso. El informe del Sepe también subraya que en la Comunidad Valenciana, el 26,80% de los contratos que ha supuesto movilidad lo han sido dentro de la misma autonomía y representan un porcentaje ligeramente inferior al del año anterior. En el caso del flujo de extranjeros, estos tienen un peso importante en los desplazamientos de Alicante a Valencia y de Valencia a Castellón.
Este indicador es la proporción de contratos que implican desplazamiento sobre los que afectan al territorio. La suma de los que entran y salen se toma como valor medio, según explica la norma metodológica del informe de los Servicios Públicos de Empleo. El pasado año, el total de la contratación en Alicante alcanzó la cifra de 676.630 formalizaciones, de las que 579.694 eran para trabajar en la provincia. Sin embargo, más de 137.390 contratos tenían como destino otros territorios en España y 96.936 se firmaron aquí por trabajadores provenientes de fuera, por lo que el balance es negativo en más de 40.000 contratos. Este es el tercer saldo negativo más elevado, por detrás de las provincias de Cádiz (-71.047) y Toledo (-45.824).
Habitualmente, el flujo se produce entre las zonas más cercanas. En este caso, los territorios de Murcia, Valencia y Madrid se convierten tanto en las provincias de destino y como de origen de la movilidad laboral en relación con Alicante. No obstante, Barcelona y Albacete también están en el grupo de zonas con los que el flujo es más intenso. El informe del Sepe también subraya que en la Comunidad Valenciana, el 26,80% de los contratos que ha supuesto movilidad lo han sido dentro de la misma autonomía y representan un porcentaje ligeramente inferior al del año anterior. En el caso del flujo de extranjeros, estos tienen un peso importante en los desplazamientos de Alicante a Valencia y de Valencia a Castellón.
Consecuencia de la crisis
Los duros años de la crisis han tenido mucho que ver en
la permanencia de Alicante en la categoría de provincia emisora, según
los sindicatos. «Durante la recesión, muchos trabajadores tuvieron que
salir fuera en busca de un empleo y de mejoras laborales. Y lo
encontraron», señalaba Yolanda Díaz, coordinadora de Empleo en UGT l’Alacantí-La Marina.
Técnicos y no cualificados
La representante sindical cita, por ejemplo, el caso de profesionales técnicos y científicos. Un colectivo que el pasado año registró un saldo negativo entre las 11.649 salidas a otras provincias y las 7.003 entradas.
«Son profesionales como médicos o ingenieros que se desplazan a otras autonomías porque allí no sólo encuentran un contrato, sino con mejores condiciones laborales y salariales». Sin embargo, también ocurre entre los trabajadores no cualificados, que representan el 52% del total de los emigrados. «Son los que más dificultades tienen en acceder al mercado laboral aquí y se van empleados a otras provincias», añade Díaz. A veces, al igual que los operarios agrícolas, encuentran un trabajo temporal en las campañas del campo, ya sea en Valencia o Murcia. En este caso, el número de trabajadores agrícolas cualificados que llegaron de otras zonas y encontraron un contrato aquí fue de 1.391, frente a los 2.078 que salieron. «En muchos casos, los contratos en provincias cercanas les permiten ir a trabajar y volver a casa en el mismo día o regresar el fin de semana para disfrutar de la familia», señalaba Díaz.
Por otra parte, la representante de UGT también incidía en que la alta tasa de movilidad «está relacionada, igualmente, con la excesiva temporalidad laboral y la rotación en el empleo, por lo que pueden darse casos de personas, incluso las desplazadas, que hayan tenido varios contratos a lo largo del año. Y este indicador de movilidad se basa en los datos de contratación», explicaba Yolanda Díaz.
«Son profesionales como médicos o ingenieros que se desplazan a otras autonomías porque allí no sólo encuentran un contrato, sino con mejores condiciones laborales y salariales». Sin embargo, también ocurre entre los trabajadores no cualificados, que representan el 52% del total de los emigrados. «Son los que más dificultades tienen en acceder al mercado laboral aquí y se van empleados a otras provincias», añade Díaz. A veces, al igual que los operarios agrícolas, encuentran un trabajo temporal en las campañas del campo, ya sea en Valencia o Murcia. En este caso, el número de trabajadores agrícolas cualificados que llegaron de otras zonas y encontraron un contrato aquí fue de 1.391, frente a los 2.078 que salieron. «En muchos casos, los contratos en provincias cercanas les permiten ir a trabajar y volver a casa en el mismo día o regresar el fin de semana para disfrutar de la familia», señalaba Díaz.
Por otra parte, la representante de UGT también incidía en que la alta tasa de movilidad «está relacionada, igualmente, con la excesiva temporalidad laboral y la rotación en el empleo, por lo que pueden darse casos de personas, incluso las desplazadas, que hayan tenido varios contratos a lo largo del año. Y este indicador de movilidad se basa en los datos de contratación», explicaba Yolanda Díaz.
Los trabajadores de 30 a 45 años, los que registran más salidas
Los empleados de entre 30 y 45 años es el grupo de personas que más salió el pasado año de Alicante con un contrato de trabajo en otras zonas de España. Fueron 62.709, frente a los 43.581 que entraron. Y por ocupación, el colectivo que más emigró fue el de los trabajadores no cualificados, que fueron 71.199, frente a los 37.800 que entraron. Curiosamente, también destacan los 24.185 que salieron con un empleo en negocios de la restauración o del comercio, pese a la importante implantación del sector servicios en la provincia. No obstante, la diferencia no es abultada, dado que a Alicante entraron a trabajar en estas actividades 23.585 personas. Y otro colectivo que registró más salidas (6.387) que entradas (5.427) fue el de los instaladores.Camareros y temporalidad
Lara empieza a trabajar mañana en un comercio de complementos de moda, regalos y decoración de Orihuela Costa. Ingresará en plantilla durante dos meses con un contrato a media jornada y un salario de algo más de 500 euros. Su nómina bailará en función de las horas extra que requiera la empresa, aunque no sabe muy bien ni cuántas podría llegar a hacer ni cómo se pagan. No ha querido formular demasiadas preguntas por miedo a perder el puesto antes incluso de comenzar la faena.
Con 30 años, un titulo de ingeniera en diseño industrial y
un máster, apenas ha cotizado a la Seguridad Social. Su carrera
profesional se reduce a un puñado de contratos de formación y, sobre
todo, empleos esporádicos como camarera o dependienta. Como Lara, que
prefiere que su nombre real no se haga público, son miles de alicantinos
los que salen de las listas del paro en periodo estival y se enrolan en
las filas del sector servicios para satisfacer la necesidad de mano de
obra barata. Son los trabajadores eventuales, esos que cruzan los dedos
para que suene el teléfono en temporada alta y asumen con resignación
que el empleo estable sigue siendo para muchos una quimera en una provincia marcada por la estacionalidad de su sector estrella, el turismo vinculado al sol y playa.
Camareros, cocineros, limpiadores, monitores de tiempo
libre, socorristas y personal ligado a las campañas comerciales y de
rebajas como dependientes, reponedores o cajeros son algunos de los
perfiles más demandados entre junio y septiembre. En pleno arranque de
temporada todavía no existen datos del impacto que tendrá en el mercado
laboral el efecto verano y la necesidad de cubrir vacaciones en 2019,
pero el último dato aportado por el Ministerio de Trabajo, Migraciones y
Seguridad Social relativo a mayo fue aparentemente positivo: la
provincia cerró el mes con un descenso del paro en todos los sectores. El desempleo bajó en 4.246 personas, más del 60% vinculado al sector servicios debido a la contratación veraniega en los negocios vinculados a la actividad turística. En total, había 143.023 personas desocupadas y más de 669.085 cotizantes,
cifra esta última que roza niveles de antes de la crisis. Ahora bien,
no cabe la euforia porque se trata de un empleo de menor calidad, más
precario y volátil del que se generaba antes del estallido de la burbuja
inmobiliaria y la caída de Lehman Brothers.
Un análisis de los datos de 2018 permite hacer una radiografía del mercado de trabajo en la provincia, vinculada históricamente a contrataciones condicionadas por la estacionalidad. Según la Unión General de Trabajadores (UGT) en territorio alicantino se firmaron 689.112 contratos de trabajo el pasado año, de los que 612.139 fueron de carácter temporal. Entre los eventuales, casi el 73% estaban vinculados al sector servicios y, lo más llamativo: 148.600 contratos tenían una duración igual o inferior a siete días. Las cifras indican pues que son cientos de personas las que sufren inestabilidad laboral y encadenan contratos breves que los condenan a la fragilidad, la inseguridad y la escasez.
Un análisis de los datos de 2018 permite hacer una radiografía del mercado de trabajo en la provincia, vinculada históricamente a contrataciones condicionadas por la estacionalidad. Según la Unión General de Trabajadores (UGT) en territorio alicantino se firmaron 689.112 contratos de trabajo el pasado año, de los que 612.139 fueron de carácter temporal. Entre los eventuales, casi el 73% estaban vinculados al sector servicios y, lo más llamativo: 148.600 contratos tenían una duración igual o inferior a siete días. Las cifras indican pues que son cientos de personas las que sufren inestabilidad laboral y encadenan contratos breves que los condenan a la fragilidad, la inseguridad y la escasez.
Detrás de la barra
Mario, que ofrece su testimonio a cambio de anonimato,
como el resto de jóvenes que cuentan su historia en este reportaje, es
uno de los alicantinos que firmó uno de esos contratos temporales el
pasado año. Trabajó los tres meses de verano como camarero en un bar de
playa. Legalmente fue fichado para servir mesas durante 40 horas
semanales, pero la realidad fue bien distinta, asegura el joven de 22
años.
«El contrato era de ocho horas, pero en hostelería, en la playa y en verano por el mismo sueldo trabajaba 10 horas al día. En ese sector nadie hace las horas que pone en el contrato realmente. Se acuerda verbalmente que vas a trabajar un montón de horas aunque lo legal sean ocho. Trabajas 72 horas a la semana y libras un día. Si hacía 12 horas me pagaban dos horas extra, porque lo pactado eran 10 horas diarias». Todo ello por un sueldo que rondaba los 1.200 euros al mes. Así lo hizo durante cuatro veranos mientras cursaba estudios universitarios.
Elena tiene 24 años y también comenzará en pocos días a trabajar en un bar de copas de Alicante. La hostelería es su nicho de empleo cuando cierra la facultad y cambia los libros por la bandeja y la coctelera. Sostiene que sus contratos suelen ser verbales y cobra en función de las horas que echa. «Unos meses más y otros menos. La hora me la pagan a seis euros, en otros sitios me la han pagado a cinco e incluso a menos, y las extra depende. Hay jefes que las pagan y otros que no. En algunos bares me han pagado más por estar sin contrato como personal extra, que significa que vas de refuerzo cuando hay mucho trabajo», recalca la muchacha.
«El contrato era de ocho horas, pero en hostelería, en la playa y en verano por el mismo sueldo trabajaba 10 horas al día. En ese sector nadie hace las horas que pone en el contrato realmente. Se acuerda verbalmente que vas a trabajar un montón de horas aunque lo legal sean ocho. Trabajas 72 horas a la semana y libras un día. Si hacía 12 horas me pagaban dos horas extra, porque lo pactado eran 10 horas diarias». Todo ello por un sueldo que rondaba los 1.200 euros al mes. Así lo hizo durante cuatro veranos mientras cursaba estudios universitarios.
Elena tiene 24 años y también comenzará en pocos días a trabajar en un bar de copas de Alicante. La hostelería es su nicho de empleo cuando cierra la facultad y cambia los libros por la bandeja y la coctelera. Sostiene que sus contratos suelen ser verbales y cobra en función de las horas que echa. «Unos meses más y otros menos. La hora me la pagan a seis euros, en otros sitios me la han pagado a cinco e incluso a menos, y las extra depende. Hay jefes que las pagan y otros que no. En algunos bares me han pagado más por estar sin contrato como personal extra, que significa que vas de refuerzo cuando hay mucho trabajo», recalca la muchacha.
El 48% de los empleados de hostelería tienen contratos eventuales y el 30% jornadas parciales que en muchos casos se inflan con horas extra
Según el informe «Análisis económico de la actividad del Turismo en la Comunidad Valenciana»
elaborado por Comisiones Obreras (CCOO) el pasado año, el sector de la
hostelería ocupó a 205.728 trabajadores en Alicante, Valencia y
Castellón, de los cuales 157.574 eran personal asalariado. De entre este
último grupo, 81.810 (52%) tenían un contrato indefinido, frente a los 75.764 (48%) cuya contratación era temporal,
lo que evita que los empleados generen derechos e impide acumular
antigüedad. Otro de los datos a destacar de dicho estudio es que el 70%
tenía un contrato a jornada completa y el 30% a tiempo parcial.
La secretaria general de la Federación de Servicios de CCOO en Alicante, Patricia Carrillo, sostieNe que uno de los principales fraudes que se detectan en los empleos eventuales son, precisamente, los excesos de jornada asumidos por el personal reclutado para un reducido número de horas semanales. El engaño se intenta blanquear bajo el paraguas de las horas extraordinarias que, además, en muchas ocasiones se cobran en negro, ahondando el pozo de economía sumergida. «Las principales denuncias que se tramitan desde el sindicato tienen que ver con horas extra, abuso de la temporalidad, poca planificación de los cuadrantes o fichar menos horas de las que en realidad trabajan», esgrime la sindicalista.
La secretaria general de la Federación de Servicios de CCOO en Alicante, Patricia Carrillo, sostieNe que uno de los principales fraudes que se detectan en los empleos eventuales son, precisamente, los excesos de jornada asumidos por el personal reclutado para un reducido número de horas semanales. El engaño se intenta blanquear bajo el paraguas de las horas extraordinarias que, además, en muchas ocasiones se cobran en negro, ahondando el pozo de economía sumergida. «Las principales denuncias que se tramitan desde el sindicato tienen que ver con horas extra, abuso de la temporalidad, poca planificación de los cuadrantes o fichar menos horas de las que en realidad trabajan», esgrime la sindicalista.
Los contratos temporales firmados el pasado año en la provincia de Alicante fueron un 88% del total, con 612.139 contrataciones eventuales frente a 76.973 indefinidas, según datos de UGT
La reciente normativa que obliga a registrar de manera efectiva la jornada de los trabajadores
es una de las herramientas con las que se tratará de combatir ese tipo
de fraudes a la Seguridad Social. Solo en el primer mes de aplicación
del real decreto que lo regula, en mayo, la inspección abrió expedientes a siete empresas de la provincia por no tener operativo el control
de jornada laboral. Ahora la Inspección se centra en comprobar la
implantación del control horario y, en una segunda fase, se determinará
si el registro se ejecuta correctamente y si existen horas
extraordinarias.
La presión inspectora ha aumentado en el último año y los técnicos obligaron a convertir más de 3.400 contratos temporales en indefinidos y más de 600 trabajadores alicantinos con un empleo a tiempo parcial vieron ampliada su jornada laboral en 2018. Aún así, las centrales sindicales coinciden en que sigue siendo necesario combatir la precariedad y la estacionalidad implementando medidas que persigan el fraude en la contratación, algo que pasa inevitablemente por aumentar los recursos de la Inspección de Trabajo. Fuentes del Ministerio del ramo apuntan a este diario que en la provincia trabajan 57 inspectores, 95 en Valencia y 23 en Castellón. Una plantilla que «es insuficiente para controlar el mercado de trabajo y más todavía en temporada alta, cuando se multiplican los negocios y las contrataciones», subraya Yolanda Díaz, coordinadora del Área Externa en UGT Alicante.
La presión inspectora ha aumentado en el último año y los técnicos obligaron a convertir más de 3.400 contratos temporales en indefinidos y más de 600 trabajadores alicantinos con un empleo a tiempo parcial vieron ampliada su jornada laboral en 2018. Aún así, las centrales sindicales coinciden en que sigue siendo necesario combatir la precariedad y la estacionalidad implementando medidas que persigan el fraude en la contratación, algo que pasa inevitablemente por aumentar los recursos de la Inspección de Trabajo. Fuentes del Ministerio del ramo apuntan a este diario que en la provincia trabajan 57 inspectores, 95 en Valencia y 23 en Castellón. Una plantilla que «es insuficiente para controlar el mercado de trabajo y más todavía en temporada alta, cuando se multiplican los negocios y las contrataciones», subraya Yolanda Díaz, coordinadora del Área Externa en UGT Alicante.
Falsos temporales
Socorristas, monitores infantiles o personal ligado a piscinas y parques acuáticos son algunos de los expuestos a falsos contratos temporales que deberían ser convertidos en contrataciones del tipo fijo-discontinuo.
Javi, de 37 años, ha trabajado durante seis veranos como personal de
salvamento en playas de la provincia y sí ha mantenido un contrato como
fijo-discontinuo, aunque reconoce que otros compañeros no han tenido esa
oportunidad. «La ventaja es que sabes que cada temporada te van a
llamar y tienes al menos esa estabilidad. Durante el resto del año
puedes buscarte otros trabajos temporales y organizarte». En su caso, sí
se cumplían las condiciones pactadas de 40 horas con dos días libres,
pero en otros «te medio obligan a trabajar todos los días, incluso los de descanso, y realizar muchas de horas extra que a veces se pagan y otras te las devuelven después como días libres».
También los hay que aceptan condiciones de trabajo como socorristas en régimen laboral de autónomo, sobre todo en piscinas. Autónomos como son también la gran mayoría de repartidores de comida a domicilio, que se multiplican igualmente en temporada turística. Esta misma semana el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha informado que un juzgado de València ha reconocido en una sentencia la relación laboral existente entre 97 repartidores, conocidos popularmente como «riders», y la empresa Roodfood Spain SL, titular de la plataforma digital Deliveroo, tras una demanda de procedimiento de oficio interpuesta por la Tesorería General de la Seguridad Social. El juzgado ha estimado que «los verdaderos medios de producción en esta actividad no son la bicicleta y el móvil que el repartidor usa, sino la plataforma digital de emparejamiento de oferta y demanda propiedad de la empresa, en la que deben darse de alta restaurantes, consumidores y repartidores y al margen de la cual no es factible la prestación del servicio».
Aunque los sindicatos animan a denunciar siempre las malas prácticas en el mercado laboral, todo apunta a que no resulta nada fácil para personas que dependen de los ingresos del verano para sobrevivir el resto del año en un mercado en el que la inestabilidad parece no tener fin para aquellos que viven atrapados en la espiral de contratos exprés de temporada.
También los hay que aceptan condiciones de trabajo como socorristas en régimen laboral de autónomo, sobre todo en piscinas. Autónomos como son también la gran mayoría de repartidores de comida a domicilio, que se multiplican igualmente en temporada turística. Esta misma semana el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana ha informado que un juzgado de València ha reconocido en una sentencia la relación laboral existente entre 97 repartidores, conocidos popularmente como «riders», y la empresa Roodfood Spain SL, titular de la plataforma digital Deliveroo, tras una demanda de procedimiento de oficio interpuesta por la Tesorería General de la Seguridad Social. El juzgado ha estimado que «los verdaderos medios de producción en esta actividad no son la bicicleta y el móvil que el repartidor usa, sino la plataforma digital de emparejamiento de oferta y demanda propiedad de la empresa, en la que deben darse de alta restaurantes, consumidores y repartidores y al margen de la cual no es factible la prestación del servicio».
Aunque los sindicatos animan a denunciar siempre las malas prácticas en el mercado laboral, todo apunta a que no resulta nada fácil para personas que dependen de los ingresos del verano para sobrevivir el resto del año en un mercado en el que la inestabilidad parece no tener fin para aquellos que viven atrapados en la espiral de contratos exprés de temporada.
Más 64.000 contratos en la Comunidad Valenciana
La campaña de verano en la Comunidad Valenciana supondrá la creación de más de 64.000 contratos de trabajo, lo que supone un aumento del 6,2% con respecto a la cifra registrada el pasado año, según un análisis sobre las previsiones de contratación analizando su evolución en los últimos nueve años realizado por la empresa de recursos humanos Randstad. Son empleos en los sectores de comercio, hostelería, transporte y entretenimiento.La firma ha analizado los datos de empleos eventuales durante la última década y sostiene que tras superar los 34.000 contratos en 2011 en la Comunidad, esta cifra no ha dejado de crecer, a excepción de una leve contracción en 2012 (-7,6%). Destaca por lo tanto que, desde 2013, las contrataciones durante el periodo estival han crecido durante siete años consecutivos. La previsión para este 2019 es cerca del doble que la cifra registrada en 2010, con 34.870 contrataciones.
Randstad prevé que la campaña de rebajas de verano genere durante este año cerca de 25.400 contratos entre julio y agosto en los sectores de comercio y transporte y logística, fruto del aumento de actividad económica generada por la campaña de rebajas, donde el comercio electrónico tiene un papel fundamental.
Promotores, dependientes y puestos de atención al cliente los más valorados.En hostelería los perfiles más demandados son de apoyo en hoteles y restauración, como camareros, camareras de piso, cocineros o personal de recepción. En cuanto al transporte, los más solicitados son todos aquellos perfiles relacionados con la infraestructura de transporte, en especial, el personal de puertos, aeropuertos y estaciones de transporte, donde el conocimiento de idiomas es a menos uno aspecto indispensable para acceder a un empleo.
En cuanto a las cualidades más buscadas, según Randstad las empresas quieren que los candidatos cuenten con experiencia en un puesto similar para responder al incremento de la demanda en un corto espacio de tiempo mientras el conocimiento de idiomas, especialmente el inglés, se posiciona como un requisito indispensable.