SIN VETOS NI IMPOSICIONES
Por Jorge Cremades Sena
La guerra declarada entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para intentar salir indemnes ante la opinión pública en caso de que finalmente haya que repetirse elecciones llega a límites inasumibles. Un juego peligroso de listillos para ver quien tuerce el brazo al otro cuando saben que sin acuerdo no hay investidura y, por tanto, si no quieren cargar con la irresponsabilidad de una nueva convocatoria electoral, están condenados a entenderse, sí o sí, por encima del paripé que monten de cara a la galería. En efecto, tras la consulta trucada de Iglesias a las bases de Podemos sobre un gobierno de coalición, que gana obviamente con el 70% de los participantes, Sánchez rompe las negociaciones con el líder podemita de forma abrupta acusándole públicamente de cosas muy graves (gravísimas, diría yo), tras haber acertado en su estrategia de situarle como un ambicioso que sólo busca entrar en el Gobierno de coalición, que Pedro no quiere por nada del mundo, y, por tanto, de hacerle el responsable, por segunda vez, de abortar un gobierno “progresista”, cuando en realidad es el principal causante de que Sánchez sea presidente de Gobierno tras la moción de censura.
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