Noticia en Diario de Alicante de 17-07-2019
La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, ha acusado este martes al líder de Podemos, Pablo Iglesias, de haberse “negado a negociar” desde las elecciones generales y de haber perseguido como único objetivo “imponer” al candidato socialista la presencia de determinados miembros de Podemos en el Consejo de Ministros. “No puede pretender tener un gobierno paralelo a su servicio”, le ha avisado Lastra.
Lastra ha aprovechado para replicar a las declaraciones realizadas este martes por Iglesias y lo ha hecho en un tono muy duro, reprochándole que sólo haya querido “hablar de los nombres del Consejo de Ministros”. “No está a la altura de las circunstancias quien se niega a negociar y no es capaz de ceder en absolutamente nada”, ha remarcado.
Comentario Ramon Palmeral en "Diario de Alicante"
Cómo es que ahora, aquel P.S. que inventó el "no es no" y se fue, incluso, del partido para no negociar con el PP de Rajoy, resulta que le duelen las puyas negativas de Iglesias. Es el resultado de haber sembrado vientos que se han convertido en tempestades. Pedro Sánchez (P.S.) inclumplió una de las normas fundamentales de la democracia que consiste en la de negociar. Ahora que no presione y no se queje, aguanta tu vela o átate al mástil para no escuchar los cantos de las sirenas europeas. Nos llevastes a repetir las elecciones del 26-J (2016). Ya sabemos que Europa no puede esperar la paralización de nuestro Estado, de aquel país llamado, antes, España.
Ahora vas y le quitarás la pareja de la Guardia Civil que custodia el palacete-marquesal de Galapagar. ¡Qué otra cosa puedes hacer! cambiarle los pañales a los gemelos.
Recuerdo que Rajoy le negó la mano de Pedro Sánchez, que no quería, entonces negociar la investiguaqra de quien tenia más votos y escaños: el PP
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El fracaso tiene un precio
marc llorente 17.07.2019 | 04:15
El fracaso tiene un precio
La consulta de Unidas Podemos a sus bases sobre la investidura de quien sigue instalado como presidente en funciones, ha terminado de arreglar el espinoso asunto. No tocaba ahora. Y menos de ese modo. Iglesias hace las cosas a su manera, rígidamente, y así, sin andar, no se hace camino. Lo que toca, al margen de otras consideraciones, es el mejor pacto posible de gobierno con los socialistas. O urnas otra vez. No es imprescindible un Gobierno de coalición. Por encima de la ambición particular, es más importante un poco de flexibilidad y dejar a un lado la idea de cómo poder justificar un corte de mangas a Sánchez.
Cada político necesita un relato de cara a la opinión pública en un intento de no quedar mal. Defender lo propio y apuntar al vecino con el dedo acusador. El líder del PSOE ha hecho distintas ofertas al jefe de la formación morada. ¿Mejorables? Sí. En eso consiste negociar y no salir corriendo. Que Sánchez ofrezca ministerios a Iglesias para personas cualificadas de su ámbito, le da la espalda a este y es un puntapié en las espinillas. Aun así, no vale pensar que «soy ministro o hay elecciones».
Queda menos tiempo. El documento de la negociación se podría modificar y perfeccionar con la vista puesta en marcar prioridades y objetivos, ya que el punto de partida no incluye las principales medidas sociales contempladas en los presupuestos firmados por Sánchez e Iglesias en 2018. Comienza la cuenta atrás. Todos deben asumir su responsabilidad si queremos que funcione la maquinaria. O atenerse a las consecuencias.
No existe alternativa a un Gobierno del PSOE. Ni en julio ni en septiembre. Cualquier líder debe poner soluciones encima de la mesa, incluso en beneficio propio, y no más problemas que atasquen y empeoren la situación. El coche está en punto muerto y ningún dirigente se despeina y afloja sus humos. Triunfan los recelos. Las ruedas se desinflan, no avanzan.
Los próximos días 23 y 25, si alguien no lo remedia, van a ser la crónica de un tropezón anunciado. El de la investidura de Sánchez. Todos intentan legitimar su estrategia y no cargar con el precio del fracaso. Pero ninguno tiene autoridad moral para hacer lo que le plazca en perjuicio de la sociedad que le pone ahí. En una negociación, en favor del progresismo y de la transversalidad, no debe haber ganadores ni derrotados.