Francisco Hernández Díaz (Melilla, 1932 – Vélez-Málaga, 2012) en el Museo de Málaga
En sencillo homenaje a la persona
y pintor, uno de los más elevados representantes de lo que yo llamaría con
justicia la escuela de pintura veleña o axárquica del siglo XX, ofrezco la
presente semblanza de Francisco Hernández Díaz sobre los cimientos de una
relación que vincula su recuerdo con mi plaza de técnico superior en el Museo
de Málaga desde los umbrales del presente siglo. No quiero con mis palabras
excusar un guión museológico en la sección de Arte, del que no renuncio a
ninguna de las innumerables horas durante años que he estado realizando la
investigación sobre sus fondos para una posterior ordenación expositiva
coherente y comunicable, en una importante labor de síntesis desde los oscuros
siglos medievales hasta las últimas tendencias actuales cuajado de lagunas de
colección, que un museo de los antiguos provinciales no debe sacralizar en sus
salas sin peligro de asumir labores valorativas sobre tendencias actuales que
correspondería, por razones técnicas que no voy a desarrollar aquí, a un Centro
de Arte Contemporáneo. Con ello no quiero decir más allá de lo que expreso, las
actuales salas de la segunda mitad del siglo XX no pueden entenderse más que
como una propuesta de presentación actual sobre las colecciones del Museo de
Málaga, que se aquilatará en sus más representativos nombres con el largo
transcurso de los tiempos.
No es mi intención, con estas
precedentes palabras, que se me entienda como excusa de una praxis profesional
de la que no tengo por qué dar explicaciones, ni justificarme si el ejercicio
se realiza bajo estrictos parámetros científicos, técnicos y deontológicos,
como siempre he pretendido. El sentido de estas palabras es narrar una historia
personal que crea un compromiso con la escuela veleña de pintura y con algunos
de sus representantes, muchos fallecidos y algunos vivos. Así como dar a
conocer los fondos que hasta el momento se poseen del pintor, la procedencia de
los mismos y las deducibles relaciones históricas establecidas entre Francisco
Hernández y el antiguo Museo de Bellas Artes de Málaga, antes de su reunión en el
Museo de Málaga en la década de los setenta.
Francisco Hernández Díaz, quien
llegó a la localidad veleña con unos cinco años de edad desde Melilla, se
enraizó de tal modo con la tierra que prácticamente hoy no podríamos entender a
Paco sin su vinculación con los paisajes, paisanaje y más profundas costumbres
y usos cotidianos de la vida en la capital de la Axarquía malagueña, se le
considera autodidacta a pesar de dar sus primeros pasos artísticos de la mano
de José Muñoz Anglada, bajo cuya atenta mirada se produjo la alquimia de la
creación plástica, más mágica en los dibujos que realizaba el joven pintor de
muchos de los rostros que le rodeaban que en el duro modelado del óleo en el
dominio de los paisajes veleños. En el segundo lustro de los años cuarenta,
Francisco Hernández logró ocupar un hueco entre los artistas provinciales con
los galardones obtenidos en el entonces entramado artístico que el Frente de
Juventudes y la Obra Sindical de Educación y Descanso habían establecido para
la promoción de jóvenes artistas, lo que permitió al pintor tomar conciencia de
una profesión que le acompañó a principios de los cincuenta, cuando se trasladó
a Madrid para cumplir con su obligación de servicio militar, y donde se
presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes del año 1953 y, junto al ya
consagrado García Rizo, exponer en la Galería Turner de la capital. De regreso
a Málaga, junto a nuevos galardones, realizó su primera gran exposición
individual en la Sociedad Económica de Amigos del País, animando a la
Diputación Provincial a pensionar a Hernández para continuar estudios en la
Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando en 1956. Mal se comparecen los rígidos cánones impuestos
desde la academia madrileña con el espíritu libre de un pintor en continua
formación personal, que con absoluta libertad recorría los rincones de su
Vélez-Málaga para captar la esencia de lo esencial y, por hoy un incomprensible
suspenso en Dibujo, Paco Hernández decidió al año siguiente abandonar la vetusta
institución y buscar su escuela al aire más libre de distintas capitales
europeas. Su periplo en busca de una Ítaca que siempre estuvo en Vélez lo llevó
por distintos países europeos, hasta asentarse definitivamente en Ginebra a
principio de los sesenta, con la formación de una extensa producción con la que
pudo reiniciar sus exposiciones nacionales en la madrileña Galería Alfil y una
nueva presentación en la malagueña Sociedad Económica de Amigos del País, donde
se descubre un nuevo artista que ha soltado definitivamente su mano y
consolidado una poética y narrativa plásticas personal y con proyección de
futuro. Destacar que en estos años, Hernández compartió cartel con Alberka
(sic), Chicano y Brinkmann, en los inicios de unas jóvenes carreras profesionales
que transitarán caminos tan distintos. Tras una breve estancia catalana en casa
de unos familiares, donde deslumbra en los círculos artísticos barceloneses, Francisco
Hernández decidió cambiar su residencia a Madrid donde el ambiente cultural y
el mercado artístico respondían mejor a sus aspiraciones profesionales,
aunque por los testimonios reunidos durante aquellos años siempre tuvo una
profunda nostalgia por la vida tranquila y sencilla de su Veléz-Málaga.
No obstante, son los años a los
que no pudo ni debió renunciar por una sólida fama nacional con la
diversificación de su arte en proyectos artísticos que van creando una justa valoración
del pintor en otros terrenos, como el muralismo o los trabajos enfrentados para
los montajes del Teatro Español. Su fortuna cruzó nuestras fronteras con su
exitosa participación en bienales internacionales como la VII de Sao Paulo y
XXXII de Venecia, lo que le valió el reconocimiento de una institución tan
prestigiosa como la madrileña Fundación Juan March, que en 1966 le otorgó el
premio a las Bellas Artes. Los años setenta son de intensa actividad expositiva
nacional e internacional, lo que determina que durante la inauguración del
Museo Nacional de Arte Español en 1972 se le dedicase amplio espacio en la institución,
hoy no incorporado a los fondos del heredero Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía, silente a pesar de sus fondos en pintura malagueña. De regreso en Vélez-Málaga,
continúa la proyección profesional de un pintor que se sintió reconciliado con
su ánimo de veleño errante y establece intensa relación con proyectos
artísticos en toda la Axarquía, siendo un líder para una nutrida nómina de
artistas que gravitan en torno a su capital: Antonio Jiménez, Joaquín Lobato,
Jurado Lorca, Evaristo Guerra o José Bonilla, por mencionar algunos de los más
representativos y consagrados, y donde en 1979 el municipio veleño le dedica una calle a uno
de sus más ilustres vecinos. Tras su fallecimiento el 5 de abril de 2012, la
figura de Francisco Hernández no cabe duda que es un referente plástico a promocionar,
sin poseer la bola de cristal que nos ofrezca la valoración futura que el autor
tendrá y su presencia en la historiografía artística nacional y en la
representación museológica del más mediado y remoto futuro.
Retrato de Señora [2008]. Donación a la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo |
Los años setenta y ochenta de residencia
malagueña presenta un hito importante en la exposición en homenaje a Francisco
Hernández que le dedica el Ayuntamiento de Vélez-Málaga en la Sala de
Exposiciones de la Plaza del Carmen en 1973, preludio de los numerosas
distinciones y cariñosos homenajes que el consistorio le dedicó en vida y ahora, tras su óbito. Desde
1977 hasta la década de los ochenta, Francisco Hernández es un habitual en las
galerías artísticas en torno a la Fuente de Reding malagueña: Sala de
Exposiciones Malacke, Miramar Arte y Galería Harras, destacando entre ellas la
emotiva muestra que la segunda realiza en 1981 en homenaje a Pablo García Rizo.
La inauguración de la galería Porticus de Antonio María Marín,
establecida desde 1989 en la calle Compañía de la capital, contó con Francisco
Hernández como seguro valor plástico para su entrada en la actividad artística
local, con gran éxito de público y crítica por la reunión de un completo
conjunto de obras en la más clásica poética de la mediterraneidad, exposición
que se enmarcó en el nombramiento del pintor como hijo predilecto de
Vélez-Málaga el 14 de julio de ese mismo año. la Sala de Exposiciones de La
Coracha, anexa al Museo Municipal del Patrimonio Histórico (MUPAM), en 2007 cerró
su revisión sobre pintores malagueños de la generación del cincuenta con una
completa antológica de la obra de Hernández bajo comisariado y hábil selección de obras de Enrique
Castaños Alés, que tuvo como pieza central el Tríptico de Venecia, una magnífica muestra que repasó la trayectoria
vital del pintor veleño. No podemos considerar ésta como definitiva, pues en una de
sus últimas convocatorias en 2010, en la Sala de Exposiciones del Rectorado
malagueño, Francisco Hernández sorprendió con su serie Aurora, un conjunto de óleos realizados entre los años 2007 y 2009 cuyo estilo definió como de serpentina,
en que las figuras se construyen a partir de unas gruesas líneas multicolor que
marcaban con rotundidad los contornos, en unos casos, y en otras alcanzaban su
entera construcción.
En este sentido, el Museo de Málaga atesora una importante colección de
documentación expositiva especialmente local y, en menor medida,
nacional e
internacional en un corpus que se extiende desde 1913 a 2017, de la que
he
realizado una clasificación por años que espero que algún día pueda
ponerse a
disposición de la investigación histórico-artística entre los fondos
bibliográficos y documentales del Museo. Su estudio nos ofrece una
evidencia
incuestionable documentalmente, mientras que existe una participación en
la
vida expositiva de la institución de la pintura y el grabado de la
escuela
veleña, que deja huella en sus fondos museísticos, no existió una
relación con
la obra y figura de Francisco Hernández, de la que les confieso
desconozco sus razones al ser responsabilidad de los distintos técnicos
en la extensa vida de una institución.
La relación con los fondos del museo se
centra en torno a su ingreso como académico de número por la Sección de
Pintura
en la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, el 24 de agosto de
1982. Sin
entrar en valoraciones sobre la política de incremento de colecciones de
la
corporación, que daría para muchas páginas que exceden la ya larga
entrada de
este blog, sí quiero hacer notar que desde que los artistas plásticos
pueden
donar una obra en sustitución o complemento al discurso de ingreso en la
corporación, los ingresados no han mostrado especial interés en la
calidad representativa de las mismas en un fondo que se deposita en el
Museo de
Málaga y, por tanto, susceptible de formar parte de su vida expositiva.
Los
formatos, géneros y tendencias estilísticas de las obras donadas no
responden a
lo más destacado cualitativamente en la producción de estos artistas. Es
decir,
a mi juicio casi se convierte en un trámite a cumplimentar con escasas y
honrosas excepciones. Esta seguro que inflamable afirmación no tiene más
fin
que, al artista que se acerque a este texto, proponerle una reflexión a
la hora de
seleccionar la obra que ofrece como ingreso en su nombramiento como
académico de
la corporación malagueña en beneficio de la calidad de la colección de
la corporación, de la
representación del artista y del museo depositario concernidos.
Esta afirmación tan taxativa responde a la propuesta que la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo realizó a finales del
año 2011, en que expuso en la malagueña Sala de Exposiciones de Cajamar la muestra: Artistas plásticos de la Real Academia de
Bellas Artes de San Telmo, de la que fui comisario científico y redactor de
textos biográficos del catálogo editado por Pepe Bornoy. Al reunir en una misma
mirada las obras entregadas por los académicos de número representados, del que se
exceptuó la obra de Mariano Benlliure en calidad de académico de honor desde los años
cuarenta, que se iniciaba con las obras de Bono y García Rizo hasta las últimas
incorporaciones de Cabra de Luna, Peinado, Lindell y Brinkmann, algunos de los
académicos no reconocieron sus obras de ingreso como representativas de su
plástica y cambiaron las obras en exposición. Este fue el caso de Vivar
Aguirre, Pimentel y Suso de Marcos, quien además la donó al Museo de Málaga. Paco
Hernández, ya bastante enfermo, fue invitado a la inauguración en una de las
últimas presencias públicas del pintor quien, quizá por estas circunstancias,
se sintió satisfecho por la obra donada en la década de los ochenta en su acto de
ingreso, que finalmente fue la exhibida. No obstante, antes de su fallecimiento
se realizó el 9 de enero de 2012 el
ofrecimiento familiar de donar cinco obras de Francisco Hernández al Museo de Málaga, cuatro óleos sobre
lienzo de gran formato, muchos de ellos de su serie Aurora, pintados entre los años 2005 al 2008: Crucificado
(Ó/l, 185 x 140 cm), Danza (Ó/l, 200
x 200 cm), Movida I (Ó/l, 200 x 200
cm) y Pelotón (Ó/l, 200 x 200 cm); y
un dibujo de 2006 dedicado a Francisco Ramírez Nadales (G/p, 109 x 073 cm). Durante
la gestión fallida de esta donación se produjo el fallecimiento del pintor, lo que me
facilitó la oportunidad de dar el pésame a la familia por tan
irremplazable pérdida, última comunicación sobre la donación que se iniciaba a tramitar.
Así, los fondos del Museo de
Málaga alcanzan la definitiva organización del programa museográfico para su ejecución
en torno a 2014 con una única obra en sus fondos, la donada a la academia en
los años ochenta por su ingreso: Maternidad
de 1985 (Ó/l, 48 x 28 cm). Aún más incomprensible es la ausencia de obra
sobre papel, una de las facetas a mi juicio más imprescindibles de contemplar
entre la producción de Francisco Hernández, mostrando una laguna evidente entre
las piezas excepcionales de Picasso, Rosales, Denis, Casas, Martínez de la
Vega, Peinado, Colectivo Parejo School o Alvarado. Esta colección de obra sobre
papel incluye además el importante monto de grabados con especial representación veleña, que irán saliendo
periódicamente en la sala diecisiete del museo, planteada como de exposición
flexible por las propias condicionantes de conservación preventiva de los soportes
en exposición. En este sentido, deseo realizar un último apunte a esta historia
de las obras de Francisco Hernández en el Museo de Málaga. En el año 2013 un gran
amigo del pintor y nuevo académico de San Telmo, D. Francisco Carrillo
Montesinos, realizó la donación de la obra Retrato
de señora de 2008 (Ó/l, 100 x 081 cm) como tributo al añorado amigo y
muestra de implicación con la corporación que lo recibía. En este
sentido, dejo
a valoración de los lectores si alguna de las dos obras hasta el momento
existentes en los fondos del museo ofrecería justo homenaje a la figura y
obra
de Francisco Hernández entre la producción más destacada de estos años
posteriores a los ochenta, tras el espacio dedicado a Colectivo Palmo,
entre las adquisiciones a Brinkmann, Ruano,
Béjar, Díaz-Oliva, Joaquín de Molina y Carlos Durán y los más
testimoniales de
Padilla y Santos. Debido a que por fecha y calidad de la obra no tengan
referencia en la permanente, no obstante, los pintores con vinculación
con el museo a través de las colecciones académicas han sido expuestos
en el Almacén Visitable de planta baja, priorizándolos sobre otros
fondos de la colección estable o de la Colección Museística de Andalucía
en reserva.
Movida I [2007]. Propuesta de donación al Museo de Málaga en 2012 |
Consciente de la laguna que
muchos grandes creadores provinciales de Málaga puedan apreciar en un guión
museológico por su naturaleza necesariamente selectivo, sin aviesas intenciones
de los museólogos o cuerpo técnico que lo articula, cada uno de sus
receptores destinatarios colocará la tilde donde mejor considere, en algunos casos buscando
culpables donde no creo honestamente que existan culpas. En este sentido, deseo
incorporar una última apreciación en torno a lo personalmente vivido en torno
al Centro de Arte Contemporáneo de Vélez-Málaga, en un relato que me afecta más
de lo hasta el momento expuesto, pero con relación tangencial con la figura de Francisco Hernández.
Pelotón [2008]. Propuesta de donación al Museo de Málaga en 2012 |
Danza [2008[. Propuesta de donación al Museo de Málaga en 2012 |
Como vocal de la Comisión
Andaluza de Museos me correspondió la ponencia de la institución de la
ciudad
de Vélez-Málaga en torno al mismo año 2011, que ya había pasado varias
comisiones anteriores con otros ponentes hasta llegar finalmente a mi
mano.
Como antecedente les relataré que su inmueble había sido desafectado en
su
destino administrativo por decisión de pleno municipal en 2006 por otro
de tipo
cultural, que en nuevo pleno del año 2008 se perfiló ya como CACVM y
para el que
se firmó un convenio con la Consejería de Cultura de la Junta de
Andalucía para
la financiación conjunta de la rehabilitación de la sede y su adecuación
museográfica. El Ayuntamiento financió un Proyecto Museológico con
personal con
sólida formación en esta disciplina, por lo que resultaba gratificante
la
lectura del documento de trabajo y fue cordial y profesional la
confrontación
de ideas con sus redactores, a lo que se sumaba la propia implicación de
la
Consejería y Delegación Provincial competente en esta materia en la
buena
marcha de las negociaciones del proyecto y su final apertura. Dos fueron
las
alegaciones que presenté en el proyecto, que desgrané por extenso a la
entonces
concejala de cultura municipal, en reunión en su despacho, y al personal
técnico de Gerencia Municipal de
Urbanismo que me acompañó en la visita técnica, para la rectificación en
proyecto de dos puntos fundamentales: uno de tipo conceptual sobre
la propia identidad del Centro de Arte Contemporáneo, que pasaré a
explicar más pormenorizadamente; y otra de tipo más administrativo,
contenida en el Reglamento de Funcionamiento
en torno a la composición y fines de sus órganos de dirección y
asesoramiento.
Definiendo la identidad de la institución,
la colección fundacional se centraba en un conjunto de obras
propiedad del consistorio o depositadas por sus autores que formaron
parte de la
exposición celebrada en el año 2004 en el madrileño Museo de América en
torno
al centenario de la veleña María Zambrano, con comisariado de Iván
Blanco. El
guión organizaba expositivamente este heterogéneo grupo, con muy
distintas piezas producidas entre los
años 1994 y 2004 en torno a María Zambrano, en un discurso que encarnaba
en las obras exhibidas por unidades su
pensamiento filosófico, extractado por salas de entre sus pensamientos
sobre Arte en general y pintura,
en particular. El relato museológico no planteaba más criterio de
integración de los fondos
que su vinculación entre el pensamiento del personaje que le servía de
hilo conductor y los movimientos artistiscos de la postvanguardia, por
emplear los juncos con los que se debía confeccionar el cesto, sin
apreciación de aspectos cuantitativos o de relación con la escuela
artística veleña. Así, numerosas políticas futuras del Centro de Arte
Contemporáneo (ingresos, exposiciones, difusión, etc.) quedaban
hipotecadas en
torno al pensamiento de María Zambrano, lo que comprometía la propia
vida de la
institución artística, duplicando o haciéndola coincidente con los
objetivos
y fines de la Fundación María Zambrano, ya en el Palacio de Beniel. Mi
caballo de
batalla estuvo fundamentado en la profunda convicción de que la capital
de la Axarquía
podía reclamar con justicia un Centro de Arte Contemporáneo de
excepcional potencialidad
si se cimentaba en su escuela contemporánea de Arte, con una
nutrida nómina cuantitativa y cualitativa de pintores, escultores y
grabadores,
no sólo con capacidad de poner en valor las personalidades y obras de
los que
ya son, sino un centro dinamizador de las vocaciones de los que serán.
Desde un punto de vista
organizativo, el Centro ofrecía una tremenda miopía a la hora de definir
reglamentariamente la constitución de sus Junta Directiva y Órgano
Asesor,
ambas integradas por los mismos representantes de los partidos políticos
del pleno municipal. La objeción era de una evidente contundencia, la
directiva siempre tendría en su mano la toma de decisiones y su
ejecución con
los miembros políticos representantes de la pluralidad de su pleno, pero
el
asesoramiento planteado por sus miembros en aspectos museológicos,
artísticos o culturales no podrían ser resueltos por los mismos
integrantes. Aquéllos que
planteaban las consultas de la Junta por la mañana, no podrían
contestarse en Órgano Asesor por la tarde.
Así, puse mucho énfasis en que la existencia de un importante movimiento
cultural local con representación en la Universidad malagueña, la
Academia de
San Telmo, la Sociedad de Amigos de la Cultura (SAC) veleña, los
integrantes de la Fundación María Zambrano, los importantes cronistas
locales, galeristas axárquicos, etc., no haría
difícil orquestar un Órgano Asesor de alta calidad intelectual y
científica en la localidad. Lo
que aceptó la corporación socialista anterior durante la gestión de la
presentación en Comisión del proyecto, luego fue puesto en duda por la
siguiente corporación, quien solicitó una reunión en la Delegación
Provincial para que se explicasen dichos extremos,
integrando la reunión en el despacho del entonces Delegado: los técnicos
en
museos de la Consejería de Cultura, personalmente en calidad de vocal de
la
Comisión Andaluza de Museos; los representantes de la corporación
municipal; y
un miembro redactor del proyecto. En esta reunión se volvieron a
plantear las dos
principales objeciones al proyecto, sin que disminuyese un ápice mis
apreciaciones sobre lo que siempre entendí su mejora asumiendo estos
enfoques.
En torno a estos acontecimientos,
me llegaron algunos comentarios jocosos sobre un técnico que había en
Málaga
que era una leona (sic), en este caso sí con aviesas
intenciones, pero que definió perfectamente mi implicación con los
proyectos
culturales y museológicos en los que participe y mi defensa de lo que
creo
beneficioso para la excelencia de los mismos. Resultado de esta fútil
anécdota fue
que la SAC de Vélez-Málaga, donde se
integran algunos magníficos profesionales en muy distintas disciplinas,
entre
las que se cuentan museólogos y museógrafos acreditados que puede
integrar y
emplear el consistorio en sus numerosas propuestas y proyectos
culturales con
gran aprovechamiento, me invitó amablemente a participar en sus XII
Jornadas de “Foros de
Opinión” celebrado entre los días 6 y 7 de julio de 2013, en esa ocasión
dedicada a los Museos, donde expuse mi visión sobre el Proyecto
Museográfico
del CACVM en la línea de la tradición de los Museos de Arte Moderno,
transformados en Centros de Arte Contemporáneo para el siglo XX y primer
cuarto del XXI, reseña contenida en este blog —entradas Conferencias y Jornadas.
Tras esta larga digresión, el
Ayuntamiento de Vélez-Málaga incorporó en su Comité Asesor al pintor natural de
la localidad Evaristo Guerra, Antonio Garrido Moraga, Francisco Ruiz Noguera,
María Luz Reguero Gil-Montañez y Juan Ignacio Montáñez, quienes han participado
activamente en la redefinición del proyecto. En esta línea, la primera exposición
temporal de 2013 se dedicó a: Francisco Hernández, pintor total, lo que determinó
un nuevo y merecido homenaje al pintor con la nueva denominación: CAC de Vélez Málaga “Francisco
Hernández”. Dejo aquí el relato, para que el lector obtenga sus propias
conclusiones.
Como punto y final a cualquier nuevo
debate suscitado sobre el guión museológico del Museo de Málaga, en los
que no se imaginan cómo me cuesta no entrar, quisiese dejar apuntado que
la misma existencia de este blog es la recuperación de todos aquellos
bienes culturales que constituyen los fondos del Museo de Málaga,
intentando dar visibilidad a las obras y autores que han formado parte
de la historia museológica de la institución, no sólo aquellos
silenciados en su pública exhibición permanente, sino olvidados de voces
que los reclamen: Garcés, Bono, Cañete, Capulino, García Rizo, Ramos
Rosas, Mingorance Navas, Molledo, Mingorance Acien, Mª Pepa Estrada,
Ruiz Blasco, Sánchez Vázquez, Baena, Virgilio Galán, etc. por no
mencionar más que a los ya fallecidos, algunos con sus mismos derechos y
sin defensores ni proyectos locales que les rinda homenaje, y tan
injustamente tratados algunos por supuestas vinculaciones políticas o
por empeñarse en experiencias plásticas hoy desautorizadas o maltratadas
en el ideario colectivo. A todos ellos dedica el técnico de este Museo
el mismo empeño y mimo que a Moreno Carbonero, Ferrándiz, Muñoz Degrain,
Nogales, Simonet, Sáenz o Moreno Villa, de tan extensa presencia en su
permanente.
Esta larga entrada, no obstante, pretende
poner el acento en el homenaje a la personalidad y obra de Francisco
Hernández Díaz. Espero haberlo cumplido y, si no es así, les prometo
seguir trabajando en esta mi personal vocación, asumiendo y mejorando
con todas las apreciaciones del público que se acerca a nuestras
instalaciones en la Aduana.
Bibliografía:
CASTAÑO ALÉS, Enrique, Pintura Contemporánea en la colección de la
Diputación Provincial de Málaga [Catálogo Exposición itinerante por la
provincia de Málaga, 1992], Málaga, Diputación Provincial, 1992.
PEÑA HINOJOSA,
Baltasar, 20 pintores malagueños de la
Real Academia de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, (Col. Artistas
Plásticos 19), Granada, 1987, pp. 44-45.
SEGOVIA LOBILLO,
Antonio, Historia del Arte en
Vélez-Málaga, Málaga, Ayuntamiento de Vélez-Málaga, 1987, pp. 107-113.
VV.AA., Artistas plásticos de la Real Academia de
Bellas Artes de San Telmo [catálogo exposición Cajamar, Málaga, 1 al 30 de
diciembre de 2011], Málaga, Cajamar / Real Academia de Bellas Artes de San
Telmo, 2011, pp. 46-47.