La democracia se
basa en la negociación, lo contrario es un fracaso
Pedro Sánchez no
tiene juego de cintura política es un autócrata que mira más a su ombligo que a
la voluntad de los votantes
Ramón Palmeral
Todos sabemos que la democracia consiste en votar libremente a un determinado partido político, que luego se
materializará en los pactos y en las negociaciones posteriores, así es y así ha
sido siempre. Cualquier empresario sabe que negociar consiste en ceder para
llegar a un acuerdo entre las partes donde todos creer salir ganando en el
juego de negociar, siempre con los dados contrapesados, por supuesto.
Pues bien no tenemos gobierno porque el presidente en funciones Pedro Sánchez no sabe negociar, y nunca
lo ha sabido hacer desde aquel empecinado
escenario intransigente del «no es no» que se sacó de la mollera en 2015 y, nos
llevó a repetir las elecciones del 26J
de 2016, sin respetar la voluntad
popular de la mayoría que había votado pactos, o sea, diversidad política.
Porque se ha acabado el cómodo sistema del bipartidismo gobernante absolutista
o la autocracia (liderazgo
autoritario que se caracteriza por el control individual del líder sobre todas
las decisiones).
Si el sistema de formar gobierno consistente en tener que repetir las
elecciones hasta que a mí me convenga, demuestra el fracaso de la democracia, o,
acaso del sistema de nombrar presidentes del gobierno, o está anticuado. Pues
sí, algo ha de cambiarse, porque así lo refleja la voluntad popular.
Desde el punto de vista de una realidad política demostrada, aquí, el
culpable de que no haya un gobierno es de un Pedro Sánchez, débil, y de
su prepotencia en no ceder ni un ápice, de no conceder ministros a Unidas
Podemos (su socio de extrema izquierda, por excelencia) que por lógica quieren
gobernar en comandita y no en colaboración.
Piensa Sánchez que repetir las
elecciones le va a beneficiar, en detrimento de sus competidores, pero este
asuntos (bodrio de las elecciones repes), aunque se monte una buena
campaña electoral, echándose a cuestas
el matuco de las televisiones públicas y el CIS, es como jugar a la ruleta rusa con un revólver, tienes seis posibilidades entre una de
que una bala te pueda volar la cabeza. Y es que Sánchez tiene cara de póker y tipo de
jugador; sin embargo, este farol tiene sus peligros y quimeras, porque el
pueblo se puede hartar.
Cuando las playas se llenan de algas (los arribazones de posidonia) la gente veraneante se harta y se
cabrea, porque no hay una política de limpieza de algas amontonadas y putrefactas,
porque lo que es del mar es suyo, y si se le quita, el mar se puede cabrear (lo
mismo que los votantes, se pueden hartar), lo que es del mar (del pueblo) no
se le puede quitar las algas que son suyas. La voluntad popular es la de acabar con el bipartidismo, y hay que
asumirla. Así están estos días las playas de Alicante, llenas de algas, porque
la mar está parada como lo está España políticamente hablando, llena de
algas mutantes que huelen mal.
Con un gobierno en funciones creamos más empleo y más afiliados a la
Seguridad Social. Esto plantea una cuestión «metapolítica» la eterna pregunta al politólogo:
¿Necesitamos un gobierno para funcionar? O el anarquismo (origen griego “ánarkhos”,
que significa sin gobierno o sin poder), es un ideal posible. Los
anarquistas no quieren gobierno, porque
piensas que el hombre es bueno por naturaleza, y se pueden gobernar por sí solos;
pero no es cierto, el hombre es malo capaz de las peores atrocidades
imaginables, y por ello han de existir los poderes legislativos, el
judicial y el ejecutivo. Y por ello necesitamos seguridad, y Fuerzas Armadas, y
quienes administren los impuestos para
que el Estado funciones.
Unidas Podemos tiene 3.732.929 votos, a los que representan para
defender sus ideas, aunque a otros no nos guste el comunismo trasvertido,
porque esto es la democracia. Nos hemos vuelto tan cómodos que, ahora, estamos
hartos, cansados de oír las misma noticias que, si el PSOE y Podemos, Murcia,
Madrid, Navarra. El PP y Cs. Prefieren nuevas elecciones, porque los políticos
españoles no están acostumbrados a pactar, sino
a la comodidad de que se lo demos todo hecho, porque el bipartidismo se acabó, ha muerto. Entre el
bipartidismo y el partido único solo hay un paso a la corrupción, como por
ejemplo aquel Partido Revolucionario Institucional (PRI) un partido
político mexicano de centroderecha que gobernó durante setenta años
consecutivos, de 1930 a 2000.
En España tuvimos en siglos pasados dos partido: los liberales y los
conservadores, y era como una dictadura donde el monarca hacía y deshacía a su
antojo y real voluntad. Cuando un partido gobierna con mayoría absoluta, puede entrarle el
síndrome de los billetes de 500 euros, por eso los grandes partidos no quieren
coaliciones con otros, para que nadie meta las narices elefantes en sus
chanchullos que, sin duda, siempre los hay, sería como meter el lobo en casa.
Pero los ciudadanos (la voluntad del pueblo) decimos en las urnas que los partidos deben pactar exigiendo ese cesto
de puntos por debatir. Y si no lo hacen, el problema es de ellos, de los
presidentes designados para formar gobierno, que siempre quieren gobernar en
solitario (como el llamero solitario). Gobernar en el posible mangoneo, sin
testigos de cargo. Los resultados legislativos exigen la pluralidad de gobernanza y lo hemos visto
también en las elecciones europeas, es pactar y llegar a acuerdos, cediendo, y... señorías,
no hay más milagros.
Cuando votamos y sabemos de antemano que nuestros partidos, después van a
pactar aunque en campaña digan que no lo van a hacer o que no se saltarán líneas rojas o se pondrán cordones sanitario.
La portavoza del PSOE Adriana Lastra,
no pueden decir que, habrá nuevas elecciones por culpa de los
obsesionados Pablo Iglesias y Albert Rivera que no quieren ceder a las pretensiones del
PSOE. Y no es así, sino de vosotros que no queráis ceder ni un ápice, cuando
los resultados dicen lo contrario. Sin duda alguna, o, cedéis o tendréis que
ir al
incierto examen de las urnas, o, por el contrario pactar con el desgate
político de bildubatasunos, separatistas y los «traidores rajonianos» del PH
negativo del PNV.
A Vox lo vemos en Murcia y en Madrid, exigiendo, lo que parece razonable,
un pacto a tres bandas, porque, los pactos bilaterales subrogados, tienen una letra
pequeña que los terceros desconocen y luego donde dije digo, digo Diego.