ABC/24-06-2019
El Congreso asestó ayer el mayor varapalo a un candidato a presidente del Gobierno en la historia de la democracia. La primera votación de investidura de Pedro Sánchez se saldó con un mayúsculo rechazo por 170 votos en contra (PP, Cs, Vox, ERC, JpC, Navarra Suma y CC), frente a sólo 124 «síes» (PSOE y PRC) y 52 abstenciones (Podemos, PNV, Bildu y Compromís). Un resultado nunca visto en la Cámara baja en una iniciativa de este tipo y que hasta el último minuto se anticipó incluso peor, ya que la formación morada cambió en el último momento su voto en contra por una abstención.
Con esta medida pretende aumentar la presión sobre Sánchez e intentar forzar la vuelta a la negociación antes de mañana, cuando a partir de las 14:25 horas arranca la segunda votación de investidura. La portavoz parlamentaria, Irene Montero, había votado de manera telemática en contra de la investidura antes del inicio y no pudo enmendar su posición.
Pide racionalidad
Tras conocer el resultado, Sánchez se encerró en la zona de Gobierno junto a su núcleo duro –Carmen Clavo, José Luis Ábalos, María Jesús Montero y Adriana Lastra– para «comentar la jornada» hasta entrada la tarde. En esa reunión decidió reabrir las conversaciones con Podemos –paralizadas desde que el lunes arrancó el debate– y trasladarle una nueva oferta. Pero no en primera persona, lo que demuestra el deterioro de su relación con Pablo Iglesias. La interlocución seguirá, como en los últimos días, en manos de la vicepresidenta Carmen Calvo, quien ayer por la tarde ya telefoneó a Pablo Echenique para acordar una reunión en «las próximas horas». Al cierre de esta edición, no se conocía el contenido de la cita, pero fuentes de Podemos pedían al PSOE tener poder para «desarrollar políticas en carteras sociales».El PSOE, no obstante, no tiene grandes esperanzas en alcanzar un pacto con Podemos. Aunque en La Moncloa situaron la abstención de la formación morada como «un gesto en la buena dirección», fuentes de la dirección socialista subrayaron que solo «si hay racionalidad habrá solución». Según estas fuentes, Podemos está actuando guiándose por los sentimientos, lo que está impidiendo llegar a un acuerdo «racional». Esta mañana volverá a reunirse la Ejecutiva socialista, aunque las mismas fuentes apuntaban a un cónclave de «trámite». «Todo lo que había que hablar ya se ha hablado», zanjaban.
Carteras «vacías»
Tampoco aparecía el entusiasmo en Podemos. Fuentes del grupo morado denunciaron ayer que en lo que llevaban de negociación el PSOE solo les ha propuesto representar el 4 por ciento de las estructuras ministeriales y además sin competencias.De hecho, según revelaron, los socialistas ni siquiera les proponen participar en ministerios ya existentes, si no que pretenden «reconvertir» las direcciones generales de Juventud y Vivienda en carteras «vacías» de contenidos y de poderes, pero creadas para seducirles. Durante el debate de investidura, Iglesias rechazó esa oferta al tacharla de «política decorativa» en su cara a cara con el candidato socialista.
«El PSOE no tiene políticas decorativas nunca», replicó ayer la vicepresidenta del Gobierno en funciones, Carmen Calvo, durante una rueda de prensa en el patio de la Cámara Baja. «La propuesta del domingo por la noche sigue encima de la mesa», expuso después. Calvo no lo dijo ante las cámaras, pero se refería a una vicepresidencia social y «simbólica» que el PSOE ofreció a Podemos la noche del domingo pensando en Irene Montero para ocupar el puesto. Los departamentos de Juventud y Vivienda creados ad hoc estarían de hecho supeditados a este cargo de la número dos del partido morado. Desde el entorno de Iglesias explican que se rechazó la oferta porque el PSOE no quiere «compartir competencias». Es decir, no les permiten tener acción de gobierno para sacar adelante medidas como, por ejemplo, la bajada del precio de los alquileres en las zonas tensionadas. Podemos busca en el futuro gabinete socialista una presencia «proporcional» a su resultado del 28-A.
Según ha podido saber ABC, pese a la negativa del PSOE, Iglesias aspira a meter miembros de su partido en las carteras de Medio Ambiente, Energía, Transición Ecológica o Industria para poder sacar adelante medidas –que están reflejadas en su programa– como el impuesto a las compañías eléctricas o la bajada del precio de la luz.
Entre sus prioridades también están las competencias en Política fiscal, Ciencia, Igualdad y Empleo para impulsar medidas como «otra subida del SMI, afrontar el cambio climático, justicia fiscal o la educación 0-3».
Lluvia de críticas
El segundo día de debate se cerró con una nueva apelación de Sánchez al acuerdo, situando otra vez al mismo nivel a Podemos, PP y Cs. Al primero le pidió «generosidad», al segundo «responsabilidad» y al tercero el abandono «del sectarismo». El candidato socialista ignoró así el chaparrón de críticas que le lanzaron sus socios de la moción de censura desde la tribuna. Tanto ERC, PNV, JpC o Compromís se alinearon con Iglesias y cuestionaron las intenciones de Sánchez y su estrategia. «¿Qué hace pidiéndole la abstención a Cs y PP?», le atacó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, aunque en un tono bastante más moderado de lo habitual. El republicano adelantó su «no», aunque concedió al líder socialista 48 horas para alcanzar un acuerdo con Iglesias. De producirse, se comprometió a mudar su posición hasta la abstención, lo que colocaría a Sánchez muy cerca de superar la segunda votación por mayoría simple –más síes que noes–. A lo mismo le emplazó el portavoz del PNV, Aitor Esteban: « Quien debe buscar las alianzas es usted. Esto no puede ser un contrato de adhesión».Por su parte, la portavoz de JpC, Laura Borràs, le mandó hacer «los deberes». Sánchez sí habló de Cataluña en el segundo día, un debate imposible de evitar tras las intervenciones de los grupos independentistas. Ofreció diálogo dentro de la Constitución y la ley, pero exigió la «renuncia a la unilateralidad y la frase desafortunada de que lo volverían a hacer».
Muy contundentes fueron también la portavoz de CC, Ana Oramas, y el de Compromís, Joan Baldoví. La primera advirtió a Sánchez que su «soberbia le está matando» mientras el segundo le alertó de que una repetición electoral puede ser su «tumba». Sánchez contestó a todos ellos con un tono conciliador, sin entrar en el cuerpo a cuerpo, mientras Iglesias observaba con dureza desde su escaño. Mañana en torno a las tres de la tarde sabremos si España vuelve a tener gobierno o si se encamina a la segunda repetición electoral de la democracia.