Consejos para no perder la cabeza en la terraza de un bar
Únicamente
hacemos lo que nos gusta y así nos va, repudiamos a los inmigrantes y luego
vamos de vacaciones a sus países exóticos de donde salieron
Ramón Palmeral
Al final Pedro Sánchez se ha «bajado de la burra» y se ha dado de
bruces contra la realidad del suelo duro ardiente del verano, como Sancho Panza
cuando se cayó del jumento y se abrió la cabeza o se la abrieron unos pastores
en Sierra Morena, apaleado acabó. Agotados los plazos parece que su corte
de asesores ha leído mi artículo (de la semana pasada) sobre el axioma de que
negociar es ceder, e Iglesias, El Humilde,
se ha salido con la suya, porque en España quien aguanta siempre se lleva un
troco tocino a casa.
Hacemos las cosas que nos gustan, compramos lo que nos
gusta, vemos las películas de verano que nos gustan, o que nos imponen,
indirectamente la televisión con su publicidad pasiva, como la mejores guerras
pasivas del programa de “Aquí la Tierra”, subliminar, como la del león
que ni era rey ni sabía leer, porque el afán de cada día y las nuevas
tecnologías hemos perdido el gusto por la lectura de libros, de la lectura de
la prensa impresa, que salvo la sección del caso, siempre son lo mismo, y que,
antiguamente, luego servía como papel higiénico en los retretes de los
cuarteles. Hay un teletipo amaestrado que se encarga de cambiar la fecha y los
títulos cada día. Únicamente hacemos lo que nos gusta y así nos va,
repudiamos a los inmigrantes y luego vamos de vacaciones a sus países exóticos
de donde salieron.
Hace cincuenta años, dicen, que el hombre fue a la Luna, lunera
cascabelera, y regresó con unas piedras en la capsula del Apolo XI, por cierto con
una tecnología de la edad de piedra informática aunque todo se rodó en unos
estudios de Hollywood previamente. Pero eso sí, la bandera de los EE.UU., quedó
tiesa en su mástil como si fuera una sábana congelada con estrellas azules, y
unos astronautas flotaban como colgados de hilos invisibles, y rodado con
varias cámaras en blanco y negro y el zoom de la pisada de un zapato
ortopédico. Y en 1969 se vendieron más televisores que nunca, más que en el
mundial de Sudáfrica, que era el
propósito final de la misión a Apolo, dios griego protector de las artes y
hermano de Selene, diosa de la luna.
Nos excusamos en que no tenemos tiempo para realizar actividades
deportivas que nos ayuden a relajarnos por la noche del agobiante verano
manchego, en esas noches «titánicas acariciadas» por los motores de los
ventiladores, de hélices sin volar. El poco tiempo que tenemos para nosotros
mismos, si, acaso, los nietos del vecino te dejan, lo empleamos en mirar
el Smartphone o el Facebook con selfies
o autofoto de un amigo virtual gilipuertas que no hemos visto nunca para
poner «me gusta» sin pensarlo, o subir fotos en equilibrio desde alguna
azotea para decir «mira dónde estoy» y si me caigo no importa porque la
foto será viral por un par de horas o un día, y saldrán hasta en el Telediario
de Ana Blanco, junto a las noticias de una nueva «manada de cerdos» que ha
vuelto a violar o cometer abusos sexuales en un portal, o que los ingleses ya
no quieren Brexit «ni Peñón, Catalina».
Aceptamos los cookies de la
pantalla del ordenador, sin leer nada del aviso (lo damos por sabido) como otra
manada de borregos. Pasamos horas actualizando cookeis de
farándulas, modas o tetas de tías buenas, o ver las series de televisión
«actividad pasiva visual de lavado de cerebro» y dejamos de lado el
aprendizaje, las relaciones personales, el enriquecimiento «uranio cultural»,
nuestra salud mermará por el sedentarismo del sofá o «de la barra fija
del bar». Al salir del bar nos toparemos de frente con una bandera del arco iris
en la fachada de la Diputación, de esas del Orgullo que ya no hay que decir
Orgullo gay y lesbianas, sino LGTB, que parece la etiqueta de una prenda de
talla grande. Estamos bajo una publicidad excesiva institucional de estos
grupos sociales «antes marginales» que interesa normalizar por el PSOE por la
igualdad. ¿Qué igualdad? A mí,
particularmente, no me gustan gays ni lesbianas, aunque los respeto y tolero, y
cada cual con su cabalgata constitucional que haga lo que quiera, mirados por
un caleidoscopio que es de colores neutros. La selección de la naturaleza
animal y humana se encarga de crear con normalidad hombres y mujeres de ambos
sexos (y nos lo pasamos muy bien) para procrear y perpetuar la especie, lo
contrario es una, llamémosle tara, o apéndice que debe vivir su vida en un
estado social y democrático de estériles larvaria. Me consta que estar fuera de
la corriente del pensamiento mayoritario acarrea inconvenientes, pero yo no soy
ni un político, ni un funcionario ni un hombre público, sino un comentarista
que hacer ver lo invisible.
Algún tercero en discordia dirá que soy un facha y un homófobo,
pero uno, sin insultar a nadie con «palabros graves» debe expresar su opinión
con arreglo a la libertad constitucional de expresión y cátedra. Los llamados
gobiernos «progresistas» pretenden que salgan de armario cuando más
personas, mejor, para sus fines, puesto que consideran que son votantes
potenciales de sus programas sociales. A mí de niño me decían que no tenía que
besar en la boca a otros niños porque no estaba bien, o que no jugara con
muñecas ni cocinitas de juguete, porque era cosa de niñas, o que no llorara
porque los hombres no lloran, y acabé en los años setenta haciendo el servicio
militar obligatorio en Infantería. En unos años en que las chicas no lo hacían
el S.M., era así, y yo soy hijo de mi tiempo y no lo puedo remediar.
La lectura alternativa de los periódicos, son hoy la lectura
de la prensa digital en la tablet (Tabernáculo de la lectura), los tiempos
cambian. Ya, ya lo sé, no leemos en papel, sino que hojeamos (de hojas) los
titulares en negritas, y puede que el columnista tenga suerte si algún despistado
le lea la mitad de su artículo, el final queda siempre como un postre
alternativo. Leemos que si Pablo Iglesias ha sido vetado por el
presidente en funciones, exponiendo en una entrevista que no es
democrático, y no se puede gobernar en coalición con Unidas Podemos. Pero si
lees más adelante, ves que el titular era del tipo «anzuelo con carnaza», luego
lees que todo ha sido como una pantomima, y que ahora ya están firmando los
partes del accidente, del pequeño accidente que tuvieron la semana anterior en
Moncloa. Todo ha sido un teatrillo político para entretener a la prensa y a los
televidentes o «teletontos».
Así somos en este puzzler de país, antes llamado España, donde
priman los pelotazos, las recomendaciones, el venga usted mañana, porque el
trabajo honrado ya no mola. Con un acostadero oportunista con un famoso/sa te
puedes forrar en algunos de esos programas de telebasura de cotilleo y prensa
del hígado graso de oca y, entretenimiento de chabolas, okupas, casinos de
juego, o bares donde te puedes dejar olvidada la cabeza si te dejas llevar por
el alcohol (droga legal) o algún canuto de hojas del moro o la raya de jabón
triturado con alguna anfeta.
Empiezo el día leyendo la tablet acostado en la cama como un
enfermo de esta sociedad que camina, sin avanzar sino retrocediendo, por el
sábado de mi piel, qué poético me ha salido, o por las dunas de los senos
soñados de una bailarina de samba. Veinte minutos diarios es más que suficiente
antes de desayunar con cuatro huevos pasados por los luceros del día, antes del
curro. Esto te ayudará a crear una disciplina y tener huevos de sobra por todas
partes que es lo que hace falta en este país para ir tirando del carro donde se han subido un montón de españolitos (listos) enchufados que se subieron
sin pagar peaje. Y el miércoles o jueves tendremos investido a Pedro el
de "no es no", inventor de los noes=a bolas de billar que se golpean
entre ellas. Y además veremos las contrapartidas de Iglesias y de Irene Montero,
los marqueses de Galapagar como escribe Antonio Burgos. He dicho: ¡salchichón!
Alicante, 21 de julio de 2019
Diario de Alicante