Ciento
cuarenta (140) años del nacimiento de Gabriel Miró
Un aniversario
que ha pasado desapercibido por las instituciones culturales alicantina,
oriolana y polopina. No tiene busto en los jardines de la Diputación
Ramón Palmeral
Un día como
hoy 28 de julio de 1897 (que era lunes) nació a la seis de la tarde el insigne
y destacado escritor Gabriel Miró Ferrer en la calle Castaños 14, 2º piso, de
Alicante, segundo hijo de matrimonio Juan de Dios Miró Moltó (ingeniero
de caminos) y María de la Encarnación Ferrer Ons (ama de casa), alcoyano y
oriolana, respectivamente. En una calle que si Gabriel Miró levantara cabeza se
sorprendería al verla convertida en un bulevar, donde, a ciertas horas de la
tarde es complicado caminar sin tropezarte con alguna silla, y que a su
vez, desemboca en la hoy plaza de Gabriel Miró donde, sombreado con grandes
ficus tiene un lugar el pedestal con busto que lleva su nombre cincelado en piedra
caliza del escultor José Semper Ruiz, que fue inaugurado el 27 de mayo de 1935
(aniversario de los cinco años de su muerte en 1930), antes llamada plaza
de Isabel II, por la reina madre del Rey Alfonso XII. Pero no es
necesario recordar que en 1935 estábamos en plena II República de
derechas de la CEDA en el bienio llamado rectificador, bienio conservador o
bienio contrarreformista, denominado también bienio negro, despectivamente por
las izquierdas. En la plaza de Isabel II antes de construirse el edificio
de Correo y Telégrafos (1917-1920) había un almacén de sal, y luego fue la
cárcel de Alicante, y se llamaba de las Barcas por su proximidad al puerto.
Pero entrado
directamente en la caja de los de truenos, y he decir, con estupor, que no
tengo conocimiento de que, ni en Alicante, ni en Orihuela ni en Polop de la
Marina se hayan realizado seminarios, jornadas o encuentros literarios en
homenaje a Miró, que tanto nombre ha dado a la millor terrea del món
(para algunas cosas como la fiestas y el arroz con bogavante). Yo siempre creí
que este 140 aniversario se iba a celebrar un seminario o unas jornadas en el
Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, situado en la Casa Bardín, o
en el Sede de la Universidad, conocida por la de Canalejas (político
liberal), pero no, no amigos lectores, en ninguna de las dos instituciones
culturales ni se le ha mencionado ni recordado, como si fuera el vecino del
tercero que no pagara la comunidad. El único homenaje que me consta es el que
le hicimos el 8 de mayo actual en Ámbito Cultural El Corte Inglés, por
iniciativa del quien escribe esta amarga reseña, más un grupo de amigos/as como
Mª Consuelo Giner Tormo, Consuelo Jiménez de Cisneros y Laura Polomo
Alepuz, y numeroso público sediento de saber su biografía.
Mirad por
donde, el 11 de julio actual giré visita a los jardines de la Diputación de
Alicante para fotografiar a los hijos ilustres de Alicante (placa de Pérezgil,
recién colocada), y me llamó la atención, entre otras omisiones, que no estaba
el busto ni siquiera un relieve de la efigia de nuestro excelso Gabriel Miró. Lo
cual me chocó considerablemente como una bofetada, o como un acto de
menosprecio institucional provincial a esta figura internacional de las Letras
universales, sí, sí, han oído bien, universales, autor entre otras
novelas importantes: Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San
Daniel, El Obispo Leproso o el libro de relatos genuinamente
alicantino Años y leguas. Pero nunca es tarde, a lo mejor a Carlos
Mazón, recién tomada la alternativa de la presidencia de la Diputación se
acuerda y le pone uno, sin darnos cuenta, evidentemente.
Un amigo mío
me decía que si en lugar del 140 aniversario fuera un número más redondo como
el 150 o los 200, sería más fácil que las autoridades movieran el
trasero, y yo le respondí, tajantemente: «Dentro de diez años nosotros no
estaremos en condiciones ni físicas ni mentales para homenajear a Gabriel Miró,
porque él y Sigüenza seguirán siempre jóvenes porque es inmortal
entre los dueños de la pluma». Sí es cierto, amigos y atentos lectores,
seguirá ahí afuera como el dinosaurio del mini-relato del guatemalteco
Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Pero
nosotros no estaremos en ningún limbo de esos ansiados, soñados o anhelados de
las bibliotecas del mundo. Y este amigo me preguntó: ¿Y además del homenaje en El
Corte Inglés tú qué has hecho? Yo además de una paella con lágrimas, he escrito
un comentario de Años y leguas, ilustrado, solamente de 466 páginas que
se titula Buscando
a Gabriel Miró en Años y leguas, publicado en Amazon.
Tres
años antes del busto en la plaza Gabriel Miró en Alicante, en Orihuela se había
inauguró otro busto el 2 de octubre de 1932, este de bronce del escultor
murciano de Librilla José Seiquer Zanón, en la Glorieta de Gabriel Miró, en
cuya inauguración estuvieron Ernesto Giménez Caballero, Augusto Pescador, Ramón
Sijé o Miguel Hernández, entre otros. Donde actualmente las autoridades
municipales «orcelitanas» han tenido la osadía de darle una manita de
cobre-oro brillante que parece un premio cinematográfico como un óscar.
Miró se había
casado en 1901 en la parroquia San Juan Bautista de Benalúa con la
señorita Clemencia Maignon Mahuenda, hija del Cónsul de Francia en Alicante, de
cuyo matrimonio nacieron sus hijas Olympia (1902) y Clemencia (1905). En 1908
ganó con Nómada el primer premio de novela organizado por El Cuento
Semanal, de Madrid, adquiriendo rápidamente gran fama de narrador y
estilista, y le dieron un homenaje varios escritores, entre ellos Valle Inclán,
Pío Baroja y Felipe Trigo.
Tomando
prestado unos párrafos de la biografía de Miro del profesor y mironiano
Miguel Ángel Lozano Marco (Universidad de Alicante), sabemos de su estancia en
Barcelona, donde leemos:
«En
febrero de 1914, buscando consolidar tanto la economía familiar como la carrera
literaria, se traslada con su familia a la capital catalana. Su firma ya había
aparecido en Diario de Barcelona, desde 1911, y en La Vanguardia,
desde 1913. Animado por Eugenio d'Ors, cuenta allí con excelentes amigos, entre
los que se encuentran Enrique Granados, José Carner, Pi y Suñer y Prat de la
Riba, quien le ofrece un puesto en la Diputación, un empleo como contable en la
Casa de Caridad; empleo que abandona en el mes de junio, cuando la Editorial
Vecchi y Ramos le encarga la dirección de una ambiciosa Enciclopedia Sagrada».
Partió la
familia Miró para Barcelona en barco, desde Alicante, por piernas, por las
amenazas de un celoso marido, pero para saber más de esta rocambolesca anécdota
habrá que esperar a otro de mis artículos, así es la sacrificada vida kafkiana.
Colaboró con
medios nacionales de Prensa y en La Nación de Buenos Aires. En 1925 ganó
el Premio Mariano Cavia de periodismo del ABC por su artículo «Huerto de
cruces» (que se publica en Años y leguas, y en 1927 es propuesto por
Azorín y otros académicos para la Real Academia de la Lengua pero no fue
elegido, quizá por el escándalo levantado ante su novela El obispo leproso (ambientada
en la Oleza que es Orihuela), considerada anticlerical por el poder jesuítico y
levítico.
Es también
autor de la colección de 17 estampas, tituladas Años y leguas, situadas
en Polop de la Marina, Aitana, Benidorm, Calpe y otros pueblos como Bolulla,
Tárbena o Alcalalí… Puesto que Miró y su familia residieron en la masía
alquilada de Les Font de Polop de la Marina los veranos de 1921 a 1928,
por enfermedad de su hija Clemencia. El lector de Años y leguas
(que se encuentra en e:
book Calameo) debe saber que no es un libro biográfico de
Gabriel Miró, sino una expresión literaria neomodernista de personajes,
leyendas y paisajes con el «alter ego» de Sigüenza, bien estudiado por
Vicente Ramos (el próximo 7 de septiembre es su centenario). En Madrid se
puso en contacto con su amigo el compositor Oscar Esplá y Triay
(1886-1976) que, tenía una masía de descanso en la sierra de Aitana llamada
Masía El Molí en Benimantell (Valle de Guadalest), y le recomienda una masía de
alquiler a las afuera de Polop camino de Xilert.
El escritor oriolano Julio Calvet y presidente del Patronato
Histórico-Artístico de Orihuela, publicó un magnífico artículo en
la Revista Oficial de Moros y Cristianos de Orihuela, del mes de
julio actual, titulado: «Gabriel Miró. Ciento cuarenta aniversario
de su nacimiento», que he podido leer y es un alarde de saberes de Miró en
Orihuela donde, el niño Miró estuvo siete años como alumno interno en el Colegio
de Santo Domingo de la Compañía, devotos de San Ignacio de Loyola.
Y
hago la siguiente pregunta: ¿Se merezca o no Gabriel Miró un homenaje institucional
en la tierra que lo vio nacer? O quedaremos, los alicantinos, como compatriotas
desagradecidos y olvidadizos Estas omisiones contribuyen a
desconocer cada vez más a nuestros escritores, o poetas, o pintores:
almas espirituales de nuestra identidad alicantina.
He dicho:
¡Salchichón!
Publicado en Diario de Alicante