¿Quiénes son los curioseantes?
Vamos a ver, y digo yo por qué no se puede decir
"curioseante" lo mismo que se dice paseante, cabalgante de sus propios pasos, de
esos tipos setentones o + gafotas que se acercan a las vallas de la obras para ver cómo trabajan los obreros,
y encima algunos se atreven a exclamar: «¡Eso está mal, eso no está derecho!», porque sí porque lo
digo yo de cuando fui jornalero en la finca del marqués. O esos otros peatones
o paseantes, esos otros curioseantes que al pasar por la puerta de un
restaurante miran a través de los cristales, para ver si está su mujer con las
amigas tomando del desayuno andaluz de churros o calentitos. O esos curiosos
que se pone al ver pasar los tronos en Málaga, cuando debajo van 200 hombres de
trono llevando y pesado paso como La Cena, con 13 figuras sagradas, y gritan:
«¡Al cielo», como si un trono de 30.000 kilos se pudiera elevar como el Cristo
de Mena òr los legionarios, o «legías» como también les llaman a estos soldado
españoles que llegan al puerto de Málaga desde Ronda. ¿Y qué importa de dónde
vengan? lO importantes es conservar la tradición de cuando los legías venían de
Ceuta o de Melilla, quien sabe.
¿Y por qué no llamar estos paseantes curioseantes,
por lo curiosas que son su ocurrencias imponentes como el Piyayo, que daba un
¡respeto imponente! A pesar de ser un vagabundo saleroso de la Coracha, aunque
otros dicen que era del Perche, cuyo nombre deriva de las perchas donde se
secaba el pescado sacado en las playas cercanas, y que fue nombrado por el
Quijote, sí así es, como os digo, porque don Miguel de Cervantes, protojudió o
si me ajunta las fustas converso, y lazareto en la Corte estuvo en la Axarquía
de Málaga como cobrador del frac, cobrador de tributos del Rey, y se alojó en
Velez-Málaga.
Pero es que si vamos más allá de la vida del
alcalaíno este era un curioseante de la vida en Valladolid conde dice unos que
su mujer le puso unos astados. Y si esto no era verdad que se lo pregunten al
caballero Espeleta, un asalta ventanas y balcones como don Juan Tenorio, ese
sevillano seductor de inocentes monjas curioseantes de la Puerta de la Carne, que no viene por carne sexual sino
porque Juan del Alcor tenía un carnicería, al que llamaban socarronamente el
marqués de Alcor. ¿Qué hubiera dicho de este asunto léxico, mi maestro de columnas de pergamino merino del ABC sevillano don Antonio Burgos?
Ramón Palmeral
Alicante, 30 de junio de 2019