Las mentiras y los eufemismos son una forma de vida política, estrategias para engañar el enemigo, y por ende a los ciudadanos paganos
Ramón Palmeral
Cuando a los políticos se le ponen vallas, obstáculos, o se le
hacen preguntas incómodas que no saben o no pueden responder, entonces
«refolgan» (del verbo refolgar que usó nuestro Gabriel Miró para indicar que
cuando a una hormiga se le pone un obstáculo delante, ella, lo salvará dando un
giro para seguir su camino). Como para ponerlo fácil: refolgar equivale a
evitar, es lo que hacen los políticos antes preguntas complejos, cómo
¿qué piensa de la congelación de embriones (cripersevación) o sobre los
vientres de alquiler subrogación materna, o sobre clonar seres humanos?
Pueden suceder tres cosas que el político use respuestas evasivas, use
eufemismo en inglés o vetar al periodista (lo más frecuente) para que no
vaya más a las ruedas de prensa (o redadas de prensa).
Porque lo que más le duele a un político es que lo
dejen en ridículo en público o cuestionen su política, en general. Cuando
se encuentran en el oscuro rincón del callejón se inventan eufemismos como «esa
es un pregunta inflamada», que nadie entiende de momento, pero el periodista
busca del extintor. El buen periodista repetirá la pregunta dándole la
vuelta a la semántica como a una bayeta, aunque a los cinco minutos
reciba, en el pinganillo, una llamada de su jefe de redacción para que le abra
la jaula al pájaro, porque le han llamado el jefe de prensa del gabinete,
amenazándole con reducir los anuncios institucionales.
Estos días el Banco de España dice que el Salario Mínimo
Interprofesional va a crear unos cientos de miles de desempleo (será destruir),
lo que estaría en contra de la política de Pedro Sánchez y su mochilero o
limpia botas Iglesias (que como no le den un ministerio -mendiga por uno- no
le salva nadie del carroñeo de sus propios buitres, ni Cáritas, ni la
Montero). Bien, pues este asunto de cuestionar la decisiones al candidato a la
presidencia, es muy posible que dé origen a un nuevo cisma en el Banco de
España o eufemismo como aquellos de Zapatero sobre la crisis, cuando decía que
era una «desaceleración económica» y Salgado la de los «brotes verdes»
que no estábamos recuperando (todo mentira que pagó en la urnas) y acabamos en
un «prestamito» de la Eurozona, no en un temido «rescate forzoso»
¡qué palabra tan ofensiva! Pues en estos momentos en el Banco de España dicen
que no quiso decir lo que dijo, porque los micrófonos son traidores, ya se
escuchan llamadas a la empresa de mudanzas, porque seguramente habrá
movimientos de sillones en cuanto Pedro, el Cruel, llegue a la Moncloa y se
siente delante de un cuadro abstracto de Antoni Tàpies (el de las cruces), y,
será, en el primer consejo de ministros cuando ponga encima de la meses
la vara de mando).
En tiempos de Rajoy se decía no traspasar la «línea roja»,
ahora son, con Sánchez, los «cordones sanitarios», por no decir vetar o
encerrar en un gueto al adversario político hasta que pida socorro o se asfixie.
Ahora Vox se ha quedo, con la muletilla de «extrema derecha» o los «ultras»
(eufemismos despectivos), nada dicen de que los "ultras violentos
independentistas" o los de la «extrema izquierda» como
los podemistas más los IU de Alberto Garzón (residuo comunista del malagueño),
que reprochó al Jefe del Estado el discurso en televisión días después del 1-0
en Cataluña, dijo que fue un error del monarca parlamentario porque soliviantó
los ánimos de los independentistas, que ya estaban en el camino «refolgado» un
golpe de Estado a las bravas (patatas con mala leche), según el Fiscal del
Supremo. Garzón es capaz de bajar a los infiernos con Dante con tal de
ganar algunos votos entre las ascuas.
Ahora «el Coletas» no es de «extrema izquierda», sino un aliado
necesario, aunque será devorado con la hoz y el martillo de sus
propios correligionarios (a los que arroja a los abismos, incluido Echenique)
porque nunca fue un partido político sino una vidriera de partidos, de mares,
comunes, y fragmentos de mosaicos, y cuenta más mentiras, que acaban en
Adelante Andalucía. Lo malo de las mentiras es que no se pueden enderezar. Las
mentiras son clavos de acero que nunca se enderezan por muchos martillazos que
se le den.
Ahora también estamos con los bulos de los peligros
de la tecnología 5 G (más velocidad en Internet), que puede afectar a la
comunicación de los satélites meteorológicos, sobre todo, los de EE.UU, porque
trabajan en una frecuencia parecida a su número de gigahercios. A los
apocalipsis tecnológicos estamos ya acostumbrados, cuando se inauguró el tren
en el siglo XIX se decía que viajar a más de 50 k/h. podía ser perjudicial para
la salud y el ritmo cardiaco. Recientemente se decía que en el año 2001 por el
cambio de siglo iba a suceder un colapso informático, que no ocurrió, luego que
si el demonio de Sadam Husein tenía armas químicas, que no se encontraron y se
armó una guerra en el desierto; y ahora Trump (el gendarme del mundo) con
su guerra con China por los aranceles que hace temblar a las Bolsas del mundo.
Pero amigos lectores, tranquilos, que la mayoría de
noticias económicas son bulos, que la verdad nunca va por delante de las
estrategias del juego del ajedrez en la Bolsa, y se miente más que en el juego
del mus. Porque los Gabinetes de Prensa son los ministerios de la
desinformación.
Publicado en Diario de Alicante
Publicado en Diario de Alicante