¿Es una mascletà una obra de arte?
Vivimos como una fiesta incomparable las Hogueras de
Sant Joan con mascletà y petardos de todas las potencias
Ramón Palmeral
Desde primeros de junio vísperas de las Fogueras de Sant Joan
d'Alacant empezaron a sonar, los fines de semana, las tormentas de
mascletàs a las 14 horas en la Plaza de los Luceros, lugar elevado
que expande sus voces de truenos por todo Alicante como una manada de bombillas
explosivas, amagado en el temor de un petardo saqueando los aires mediterráneos,
y metiéndose como lagartos vivos de fuego por alguna venta habitada y dejando
su huella quemada en las azoteas. En junio y cuando los días son más largas y
el 21 será la noche más corta del año por el equinoccio de primavera, empiezan
a sonar las tronadas de la mágica alquímica de la pólvora negra guerrera, o de
avancarga en fiestas de Moros y Cristiano.
¿Y yo me pregunto si una macletá (del valenciano
“mascletà”) es arte y o es ruido salvajemente concentrado? Pero tras sesudos
estudios de todo tipo desde los cañones de guerra, los misiles y el hombre
sentado en la luna, me he dado cuenta que una mascletà es arte guste o no
guste a algunos, que siempre los hay díscolos o con alguna enfermedad de oídos
como la hiperacusia. Una mascletà es el arte de encender un petardo común por
su mecha, sube como un lagarto de fuego raptando por los aires, explosiona con
toda su intensidad de pólvora cabreada, forma un ruido de colores, si fuera de
noche, y de trueno de humo de día, pero es más porque estos petardos no suben
solos, sino acompañados, y la gracia es que suben primero unos pocos, silbando
como disimulando, y luego vienen otros de la misma cuadrilla y hacen más ruido,
y luego vienen otros con ascensor nuevo, y arriba en lo aires discuten, se
pelean a ver quién grita más alto, se ponen luego de acuerdo y se forma el
terremoto en la tierra que pisan miles de alicantinos dispuestos quemarse o a
sufrir un infarto o una quemadura, pero no importa la mascletà ha tenido ritmo,
ha empezado piano, piano hasta reventar en un vértice supremo.
Luego el público aplaudirá lleno de alegría porque
se trata de un espectáculo de fuegos artificiales, el arte de la pólvora, los
Picasso de la pólvora, ¡Ay!!! Amor que lejos estás en tu condición de mujer de
fuego en las alturas. Una mascletà es femenina como femenino es el poder de la
seducción. Es muy posible que asista el alcalde de turno, los concejales, las
“Belleas del Foc” adultas e infantiles, y alguna hasta saldrá llorando de
emoción, y otras autoridades y acaben tomándose un refrigerio en la caseta de
la Avd. del Dr. Gadea. ¿Y si esto no es arte? Que venga Picasso y lo vea, por
no decir del arcángel San Juan, que debe haber uno, ¿dijo yo?
Han sido unos minutos, una mascletás que concurren para
un premio del Ayuntamiento, siempre bien cotizado, porque una mascletà cuesta
dinero, porque todo aquello es arte cuestan euros. También las hay de
fuera de concurso, como si los artistas pirotécnicos fueran espontáneos.
Piensan algunos que es esto de quemar pólvora es un gasto inútil, pero de
ninguna manera lo es, porque una mascletà es como música de orquestas de luz y
color a lo grande. Y además da trabajo para muchas familias. Porque esto, como
dicen los rocieros andaluces, «hay que mamarlo de chico».
Es un espectáculo para los sentidos en su máxima
audición, retumba en el corazón como un concierto en Viena, pero lo bestia. El
corazón que se agita como una locomotora de carbón se te puede parar, pero no
pasa nada porque cercan estará los técnicos sanitarios de las ambulancias
armados con los desfibriladores para monitorizar los corazones pasmados, y si
algún petardo fuera rebelde e incendiario para eso están los bomberos con las
mangueras largas preparadas.
La gente salta de alegría, y además del corazón festero
es el olfato quien trabaja y evoca cuando tenías 15 años, la vista, los
oídos, los cinco sentidos se ponen a trabajar, de tal forma que hasta las
campanas de San Nicolás se ponen a repicar solas. ¿Y si esto no es arte que
venga Picasso y lo vea? Y la noche de San Juan después de la cremá las 170 hogueras,
retumbará en el castillo de Santa Bárbara la Gran Palmera compuesta por 1.100
cohetes, y “bajará con lágrimas llorando” como un vestido de novia sobre las
faldas escarpadas del Benacantil. ¿Y si este no es arte que venga Picasso y lo
vea?
Mascletà deriva del valenciano “mascleto”, que significa
macho. Macho cabrío, capricornio de cuernos de estrellas de fabulación
zodiacal.
Sí que es arte, hasta los petardos de la chiquillería es arte. La
pirotecnia es arte porque, a la vez, es ciencia, riesgo y arte. “La ciencia de
encerrar la energía bajo una envoltura y tirarla para obtener arte con efectos
sonoros y luminosos en perfecta armonía”, como escribiera Manuel Andrés
Ferreira escritor de temas levantinos.