Vinieron a
comprobar si la gente ya habla valenciano C1, en las calles y tiendas, con
normalidad, y si era valenciano, valenciano, o catalán como lengua vehicular del
nacionalismo que nos espera si no nos libran del pantacatalanismo
Ramón Palmeral
Obviemos, que no vienes de Oviedo sino de la falta de ingenio, enterremos para siempre los articulistas, cronistas, politólogos y, demás fauna habitantes de las columnas de la Prensa, decir Botànic II, que solo fue una percha temporal de unos días, por la sorpresa que nos dieron –a mí me cogió la noticia esperando el bus en Alfonso el Sabio (que el tripartido no le cambió el nombre a la avenida porque era yerno de Jaime I de Aragón)– hasta encontrar un titular exacto a este pacto: El pacto del Benacantil. Y no digamos ni pacto del Castillo de Santa Bárbara, ni otra ocurrencia como el que dije de la Santa Faz, sino EL PACTO DEL BENACANTIL.
¿Por qué los tres del triciclo valenciano, o mejor levantino (más integrador para las tres provincias), se vinieron a Alicante a firmar su acuerdo de gobierno autónomo? Yo lo tengo medianamente claro. Vinieron para dar visibilidad a la zona Sur de la Comunidad, porque reconocen que nos tienen totalmente olvidados a los alicantinos. Las estadísticas son transparentes como las aguas de un arroyo en la Sierra de Aitana al amanecer, los nacionalistas de Compromis perdió un diputado, y los comunistas de extrema izquierda de Unides Podem más EUPV, han perdido dos diputados. El PSOE ha ganado uno, pero con los 27 del total, no ganó la mayoría absoluta. Y Vox (los de la cacareada ultra derecha) irrumpen de la nada con 10 diputados autonómicos porque algo se está moviendo es el espíritu por lo español y nuestra bandera (somos el único país del mundo al que te pueden pinchar el coche por llevar una en el parabrisas).
Pues nosotros, ante esta brisa de publicidad gratis (sin la Volvo Racer) no debemos decir Botànic II, sino pacto del Benacantil, que a lo largo de los cuatro próximos años alguna publicidad conseguiremos, ¿digo yo? Bueno, pues la respuesta es sencilla, los tres conductores del triciclo: PSOE, Compromís y Podemos vinieron a comprobar si Alicante aún seguía aquí, si todavía quedaban restos de murallas sarracenas, si alguien quedó vivo después de la bomba nuclear-socio-política de los recortes, y de Operación Puig, o si los del turrón de Xixona consiguieron su emoji propio. O para probar qué es eso que dicen del “arroz alicantino”, o con costra, que no paella valenciana con garbanzos y alguna anguila de la Albufera. Si todavía seguíamos merendando churros con chocolate Valor de la Vila en la Explana de España. Vinieron a comprobar si la gente ya habla valenciano C1, en las calles y tiendas, con normalidad, y si era valenciano, valenciano de Alcoy, o catalán de Sueca como lengua vehicular del nacionalismo que nos espera como metidos con fórceps, si no nos libran de los «Països Catalans».
Es evidente que querían la foto del pacto de la Generalitat en Alicante en reconocimiento a habernos obviados durante estos cuatro años atrás, infra-financiados, empleo precario de aparadoras, con largas lista de espera en la Seguridad Social, con barracones como sucedáneos de colegios, y unos discapacitados que reclaman sus ayudas económicas, por no habla de que no hay residencias de la 4º Edad suficientes para ancianos que no se pueden valer por sí mismos o con Alzheimer avanzado. Los peperos piden más financiación y menos fotografías con el púgil de Morella.
Vinieron a repartirse los sillones en el juego de tronos de la Generalitat, o Junta de Valencia, ¡pero qué bestia es este Palmeral! Eras los tres caballeres (lenguaje inclusivo) de la añeja mesa redonda del castillo con armaduras y mandobles colgados de las paredes. Para que haya, por los menos, tres vicepresidentes y repartirse las subdelegaciones y la secretarias y más consellers (machos y hembras). Y una vez todos colocados nos largamos a la ciudad del Turia, que estos son todavía muy sarracenos y comen “conil y caracols” y vino de Pinoso, y de postre Fondillón. Ahora hay que preguntarse por la perdurabilidad de este tripartito del Benacantil, si se van a quedar embalsamados como la cara de Moro Pétreo, o solo será un vociferio en la comedor privado de alguna casa elegante de comidas de Mislata, o en los despachos revestidos de madera de abebay del Congo. Esperemos, por Sant Joan bendito, que no sea un puro desastre.
Todavía nos queda ver, cómo queda la «Operación de Puig» por la Diputación y la Alcaldía de Alicante con Ciudadanos. Ya sabemos que la Dipu la quieren liquidar con un jab o directo de izquierda.
Ramon Palmeral es coumnista de Opinión de Diario de Alicante