Por Ramón Palmeral
España
será lo que los jóvenes españoles quieran que sea, aunque la segregación o centrifugación
de sus Autonomías sea un error grave. Porque la unión hace la fuerza de una
nación.
Las
elecciones generales del 28A son ya toro pasado
Tras la evidente
derrota de la derecha en casi todos los ring de España, pues entre los tres
(PP, Cs y Vox) más algún satélite afín, suman menos que todo el entramado de la
«izquierda progre» más independentistas de diferentes griteríos. Pablo Casado
en lugar de reconocer sus propias culpas y las sospechas de su posible master
fraudulento, le echa las culpas a la herencia del «marianismo» (no finalizó su mandato porque le quitaron el oxígeno con la moción de censura), «al sorayismo
discrepante» y a la fragmentación del centro derecha. Es decir, que los
capataces del cortijo se han dividido en tres facciones. Todos tienen la culpa menos el palentino (de
flojo gancho de derecha) ni siquiera
Javier Maroto (el de la lampiña barba), vicesecretario de Organización del PP y
jefe de campaña del partido.
Y es que Casado empezó
bien con el orgullo nacional de las banderas en los balcones, con un posible
pacto con Rivera y Abascal, si ganaba; hasta pasar hace pocos días, a insultar
a su socio «voxista» en la Junta de Andalucía, cayendo en la muletilla de
«extrema derecha de Vox» como Sánchez, su contrincante. No lo entiendo, pero
así ha sido.
A Pedro Sánchez le fue
muy bien su juego de cadera y de piernas frente al candidato con la muletilla
de «PP corrupto», y de esta lectura no se salió ni un ápice, a pesar de que su
supuesto «cum fraude» de la tesis doctoral estaba en juego, espinoso asunto que
sí aprovechó Rivera que sacó el mamotreto en el debate, pero como la pelea era
en campo local, salió el árbitro para interrumpir el juego dialéctico e ir al
VAR (no bar de Prado del Rey). Napoleón decía de sus generales que los quería
con suerte, y Sánchez es uno de ellos con el «no es no», luego se marchó, entró
por las ventanas del Congreso, se volvió a sentar en su escaño con la moción de
censura que le entregó en bandeja Mariano Rajo, ausentándose de su bancada,
dejando a Soraya solita, porque los peneuvistas de Íñigo Urkullu, pensaron que
con Sánchez les iría mejor con la famosa “Y” por medio.
Sánchez sacó el
estoque contra Santiago Abascal con apelativos como «nazis» o «extrema
derecha», de trasnochado fachas (palabra mágica del PSOE) más el voto del miedo,
y le fue muy bien para aminorar su embestida de Miura con divisa española,
cuando en realidad es un partido democrático y renovador, legal y constitucional, que no tiene terciopleo
en la lengua, y se metió peligrosamente contra todos, incluso contra las
subvenciones de la «casta sindicalista», que fue su puntilla. Cuando en
realidad en el tema de la corrupción histórica, todos han de mirar de perfil.
Pero las elecciones
generales del piso 28A ya es toro
pasado, y ahora les toca a la derechona (que tanto gustaba repetir a Alfonso
Guerra) pasar una cuarentena de cuatro años vagando por el desierto, para
reflexionar y recapacitar y si, es necesario, una reconversión, para enterarse
de verdad qué quieren y, sobre todo, qué necesitan los españoles (incluido
catalanes).
Ahora
empieza el zangolotear los partidos
Son tiempos de pactos
o de zangolotear, acepción usada por el gran Gabriel Miró en Años y leguas (andar de una parte a otra
sin trabajar), o de marear la perdiz sin
propósito alguno para preguntar a «La Dolores» por los pactos o como
están los pastos de la cabaña vacuna de la montaña. ¿María del Mar te quieres
venir conmigo o con el otro que a la puerta espera….? El submarino Pepe no tiene que pactar nada porque se
han sumergido en los mares árticos por cuatro
años. Esta España va a ser territorio comanche, no la va a conocer ni la
madre que la parió. Pero los esperados pactos de gobierno no se verán hasta
después de 26M (no de M de mayo sino M de municipales) lógico y normal en el
mundo político siempre en equilibro, puesto que los resultado mandarán nuevas
estrategias.
Sabido es que los
resultados de las elecciones municipales son siempre diferentes a los
resultados de las generales o autonómicas, sencillamente porque las necesidades
de los municipios son desiguales, y priman más las personas que los partidos
políticos.
El
futuro de España
El futuro de España será
lo que los jóvenes españoles quieran que sea. Aunque la segregación o centrifugación
de sus Autonomías es un error grave y una debilitación ante Europa y el
concierto (sin música) de las naciones.
Porque para fortuna de
la democracia el destino reside en las urnas, que es el pueblo (que atesorar
valores espirituales comunes). Por ello hay que empezar a investigar qué se
está enseñando en las escuelas, institutos o universidades. ¿Quiénes son los
maestros, profesores y catedráticos? ¿Si
vienen o van? ¿El buen camino está
en unidad de la Patria? (¡qué «palabro» tan ofensivo, para
algunos!). Todos sabemos que las universidades levantinas, se están
valencianizando, porque beben de los dineros de la Generalitat Valenciana, con
la pretensión de escalar el nacionalismo, algún día. A mí no me parece mal que
se aprenda y use el valenciano, porque es cultura, pero no como lengua
vehicular como arma excluyente de opositores al empleo público, como han hechos
los catalanes con el catalán, excluyendo al universal idioma castellano o
español (llamado así en Hispanoamérica).
Si hemos de buscar
culpables de la deriva nacionalista de las comunidades autónomas, se los
debemos a los gobiernos de González, Aznar, Zapatero que entregaron competencias a los
nacionalistas catalanes (con el recordado Jordi Pujol) y vascos, a cambio de
que les apoyaran en las investiduras de sus presidencias. Y como la minorías
separatistas saben de su poder de «partidos bisagra», cada vez, si no cambian las
leyes electorales se harán más dinámicos y radicales.
Es sabido que el voto
joven se va a la izquierda, por culpa del gran paro juvenil, es una forma de
castigar a los conservadores, y al IBEX 35 (de capitales anónimos).
Gobernar el PSOE en
minoría con 123 escaños es como comprarse unos zapatos estrechos, sumamente
incómodos, pero si quieren gobernar en solitaria ha de hacer concesiones a las
Unidas Podemos, bajo la capa de mejoras sociales, y con los independentistas,
bajo le amenaza de un referéndum, aunque de solapado nos reformen la
Constitución, que todo es posible en mares tenebrosos con quimeras al acecho.
Las regiones nacionalistas e independentistas
crecen exponencialmente como una viruela sin vacuna, aunque los balcones se
incendien con banderas rojigualdas, como cuando España ganó el Mundial de Fútbol
de Sudáfrica, porque, o cambia la política europea de más empleo o este buque
del € se va al traste. Ya veremos qué pasa en las elecciones europeas que también
tocan el 26 M.
Ramón Palmaral es cronistas de Diario de Alicante
Ramón Palmaral es cronistas de Diario de Alicante