Ramón Palmeral
Llega esta Semana Santa con campaña electoral
y la tradicional subida del precio de los carburantes como un impuesto
indirecto, y directo al bolsillo, como si fuéramos tontos. ¿No cree amigo
lector que esta costumbre debería ser investigada por Industria, Comisión
Europea u otro Organismo de papeleo burocrático de papel marca Gvarro. Y luego
dicen que es que los españoles somos muy latinos y viscerales, pero es que es
para cabrearse ¿o no?
Y este asunto medieval de hacer coincidir
la Semana Santa con la luna llena de abril, en una sociedad laica y constitucional
debería ser, una fiesta religiosa con calendario fijo, sobre todo por aquellos
trabajadores, alumnos, profesores y
maestros que, los pobres míos, no ha descansado desde las vacaciones de Reyes. Desde esas lejanas fiestas de Melchor, Gaspar
y Baltasar, existe una trecha de tres largos meses. ¿No sería mejor la Semana Santa
en medio de marzo con San José en medio?, ya que los valenciano de Valencia son
menos de Semana Santa y más de fallas.
Me dice mi viejo amigo de biblioteca
Algazel que el primer dato escrito sobre Hermandades y Cofradías alicantinas se
remontan a primeros del siglo XVII, y que imagineros de misteriosas y hábiles
manos con la gubia afilada en la piedra de agua, esculpieron, por encargo del
cielo, figuras de cuerpos semidesnudos y lacerados a la imagen de la Pasión de
Cristo, Dolorosas, Sepulcros y Cenas.
Esos imagineros debieron ser impostores ángeles ebanistas más que
tallistas de la dulce madera de ciprés (no le ataca la carcoma). Magos del escoplo y de la gubia como Nicolás
Bussy o Salzillo autor del Cristo del Hallazgo, Lastrucci autor de la Virgen de
Santa Rendición o un anónimo crucificado.
No debemos buscar en estos días el
folklore o la competitividad entre Hermandades, ni la playa con olor a incienso
en el Postiguet de la culona de Margot, ni que se parezca un paso la cabalgata
de Reyes o un desfile de Moroso y Cristianos. No seamos hipócritas, todos
sabemos que la Semana Santa es un reclamo turístico en toda su amplitud. No
debemos mezclar lo religioso con lo turístico, a los hombres de fe con los laicos,
agnósticos, los que rematamos el Domingo de Ramos con el Lunes de Mona.
Siento cómo mi río interior se hace grande por
el ruido de su alegría, a la gula la llevo a raya en la Cuaresma, penitencia
sin flagelos hipócritas, oposiciones más que exámenes de conciencia me revelan
que soy un pecador incorregible, en mi alma anidan los anhelos de todos los
pecados capitales. Seamos sinceros con nosotros mismos y respetemos la
tradición de esta santa semana a la que tanto quisieron y respetaron nuestros
antepasados.
La procesión que más atractivo tiene es
la Hermandad de
la Santa Cruz: constituida en 1945, realiza su estación de
penitencia con cuatro tronos: el Cautivo, la Dolorosa y el Descendimiento de la
Cruz, todas obras de Antonio Castillo Lastrucci, y el Cristo de la Fe, conocido
como El Gitano, que fue realizado por Luis Ortega
Bru.
Llegó la
Semana Santa con una urna bajo el brazo, con dos urnas: la del santo Sepulcro
(con todos mis respetos y las urnas de dos elecciones: generales y autonómicas).
Pero no me censuren a mí, amigo míos,
que yo no tengo la culpa de este triplete ecléctico entre religión, política y
subid de los carburante. Que yo solo soy el mensajero de esta sátira a lo
Arniches, nada más, el que escribe llevado por la observación de la realidad
cotidiana, urbana y rural.
Qué lejos quedaron aquellos años de su nuestro desamparo
dictatorial cuando se cerraban hasta los bares y la carta de ajuste se pasaba
una semana en la pantalla de la televisión única y pública, cumpliendo duelo por la muerte de Nuestro
Señor Jesucristo de hace dos mil años. Lo demás, todo lo queda al juicio
inteligente del lector.
Ramón Palmeral
Domingo de Ramos, 14-04-2019