El tradicional y democrático debate a dos entre el presidente Sánchez
interino y el líder de la oposición no será posible en estas elecciones
generales del 28 de abril 2019. No será posible una pelea de gallos entre los
dos por el título a la presidencia del gobierno porque su jefe de campaña,
consciente de su debilidad va a perder más votos de los que ya ha perdido por
su boca a boca con Torras, en aquellos temerarios reportaje cogidos de la mano
en la Moncloa. Las concesiones de Prisiones al pene v, o PNV. Y lo mediático
con el Acuarios.
En cuento llegó se cargó de un tiro de avancarga el 155, y abrió un diálogo de convencimiento, y de convento, imposible, hacia el constitucionalismo de los independentistas catalanes, que no ha sido posible, porque ellos, los Torras, Cup y cía –no de la CIA de EE.UU– no quieren dialogar sino ir a un peligrosísimo referéndum de segregación de España, un brexit a la tarta catalana con quemaduras de azúcar con soplete de acetileno, incluido.
Un debate a dos entre Sánchez -con su juego de cadera en equilibrio- supone someterse a preguntas capciosas como las de si pactará con Otegi, Torras y los independentistas el 29 de abril.Y si no lo hace es la eutanasia en público y en directo.
El pretendiente al título Casado del PP está muy fuerte, está entrenado duro y tiene un buen golpe de derecha, en cambio Sánchez perdió su gancho de izquierda cuando lo vimos en manos del Iglesias sin Rosario, y con las coleta recogida de un Jesucristo al Calvario, que anda cerca de los Cielos, sin pisar tierra de verdad, terrones de viento del pueblo, demagógicos, realidad social inflada, con el chalet custodiado por la Guardia Civil, y la Montero llena de palabros de igualdad y las portavozas, de seducidos entre ceja y ceja depilada con tenacillas hechas de restos de hoz y martillos.
Debatieron González y Aznar, Rajoy con Zapatero, etc., porque los ciudadanos hemos de ver y tocar la mercancía antes de votar. Y quien no se somete al juicio de los debates, pierde sinceridad. Y luego vienen los despidos de los jefes de campaña, a los entrenadores se cabrearan, por no exponer a sus pupilos al debate de las elecciones.
Es evidente el refrán español: quien se oculta es que algo oculta, si y valga la feliz redundancia. No dar la cara, por eso se llaman debates cara a cara, es un síntoma de que, una vez más, nos la quiere clavar por la espalda a los ciudadanos de a pie.
Sánchez nunca fue de fiar, se liquidó él solito al PSOE tradicional gonzalista y puso a los suyos. A Susana Díaz no la quería en Andalucía, que perdió por puntos la longeva Junta socialista de los Griñán y Chaves al fondo.
Por el mismo camino iba Ximo Puch en Valencua, o reino de Jaime I, el Levante visto desde Madriz, con z, con la costa de veraneo en el Postiguet, la Malvarrosa o Torreblanca y Oropesa, es decir, o sea, que Sánchez no tragó a Ximo, y puso en aquel debate de primarias a Rafa García el alcalde de Burjassot, que no ganó.
En fin, que no debatir supone un paso atrás, y los españoles ya somos mayores de edad, con 40 años de Constitución. Y por mucha foto que se haga en los feudos Dos Hermanas con los gonzalistas de la expo 92, no levanta cabeza.
Debatirán 6 partidos en televisiones privadas de menor audiencia, y deja en bragas a la directora de RTVE, la televisión pública, sin publica y doméstica, que demo viene del latín casa, domesticar en casa.
....................
Comenario en Facebook de
En cuento llegó se cargó de un tiro de avancarga el 155, y abrió un diálogo de convencimiento, y de convento, imposible, hacia el constitucionalismo de los independentistas catalanes, que no ha sido posible, porque ellos, los Torras, Cup y cía –no de la CIA de EE.UU– no quieren dialogar sino ir a un peligrosísimo referéndum de segregación de España, un brexit a la tarta catalana con quemaduras de azúcar con soplete de acetileno, incluido.
Un debate a dos entre Sánchez -con su juego de cadera en equilibrio- supone someterse a preguntas capciosas como las de si pactará con Otegi, Torras y los independentistas el 29 de abril.Y si no lo hace es la eutanasia en público y en directo.
El pretendiente al título Casado del PP está muy fuerte, está entrenado duro y tiene un buen golpe de derecha, en cambio Sánchez perdió su gancho de izquierda cuando lo vimos en manos del Iglesias sin Rosario, y con las coleta recogida de un Jesucristo al Calvario, que anda cerca de los Cielos, sin pisar tierra de verdad, terrones de viento del pueblo, demagógicos, realidad social inflada, con el chalet custodiado por la Guardia Civil, y la Montero llena de palabros de igualdad y las portavozas, de seducidos entre ceja y ceja depilada con tenacillas hechas de restos de hoz y martillos.
Debatieron González y Aznar, Rajoy con Zapatero, etc., porque los ciudadanos hemos de ver y tocar la mercancía antes de votar. Y quien no se somete al juicio de los debates, pierde sinceridad. Y luego vienen los despidos de los jefes de campaña, a los entrenadores se cabrearan, por no exponer a sus pupilos al debate de las elecciones.
Es evidente el refrán español: quien se oculta es que algo oculta, si y valga la feliz redundancia. No dar la cara, por eso se llaman debates cara a cara, es un síntoma de que, una vez más, nos la quiere clavar por la espalda a los ciudadanos de a pie.
Sánchez nunca fue de fiar, se liquidó él solito al PSOE tradicional gonzalista y puso a los suyos. A Susana Díaz no la quería en Andalucía, que perdió por puntos la longeva Junta socialista de los Griñán y Chaves al fondo.
Por el mismo camino iba Ximo Puch en Valencua, o reino de Jaime I, el Levante visto desde Madriz, con z, con la costa de veraneo en el Postiguet, la Malvarrosa o Torreblanca y Oropesa, es decir, o sea, que Sánchez no tragó a Ximo, y puso en aquel debate de primarias a Rafa García el alcalde de Burjassot, que no ganó.
En fin, que no debatir supone un paso atrás, y los españoles ya somos mayores de edad, con 40 años de Constitución. Y por mucha foto que se haga en los feudos Dos Hermanas con los gonzalistas de la expo 92, no levanta cabeza.
Debatirán 6 partidos en televisiones privadas de menor audiencia, y deja en bragas a la directora de RTVE, la televisión pública, sin publica y doméstica, que demo viene del latín casa, domesticar en casa.
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Agustín Conchilla Perfil de Opinión Me
parece muy bien argumento, analítico y reflexivo. Posiblemente sea por
eso, opino yo, por la poca capacidad de representación que se aprecia en
Casado, recalco, que Sánchez no quiera debatir con él en publico.
También creo cierto que el representante de las derechas minoritarias, no del conjunto social, ha hecho pocos méritos para ganarse un debate radiofónico o televisivo a través de RNE, a excepción de buscar confrontación y alentar a los extremos de izquierdas y derechas.
Por otro lado existe, consideto, dentro del marco de la democracia, la presunción de inocencia. A través del código penal español no se juzgan presunciones, excepto a traves de la fatídica ley de violencia de género, sino hechos palpables, consumados,, y esos, aunque se presuman, no están sobre el tapete fiscal.
Personalmente, qué voy yo a esconder, a estas alturas, apuesto por la izquierda moderada que se ampara en la socialdemocracia para crear estabilidad nacional, compensar la brecha que separa la miseria de la riqueza y adoptar medidas para que exista derecho efectivo a la oporutidad y a la igualdad que sea capaz de augurar el bienestar social y el crecimiento económico e intelectual entre los ciudadnos españoles.
También creo cierto que el representante de las derechas minoritarias, no del conjunto social, ha hecho pocos méritos para ganarse un debate radiofónico o televisivo a través de RNE, a excepción de buscar confrontación y alentar a los extremos de izquierdas y derechas.
Por otro lado existe, consideto, dentro del marco de la democracia, la presunción de inocencia. A través del código penal español no se juzgan presunciones, excepto a traves de la fatídica ley de violencia de género, sino hechos palpables, consumados,, y esos, aunque se presuman, no están sobre el tapete fiscal.
Personalmente, qué voy yo a esconder, a estas alturas, apuesto por la izquierda moderada que se ampara en la socialdemocracia para crear estabilidad nacional, compensar la brecha que separa la miseria de la riqueza y adoptar medidas para que exista derecho efectivo a la oporutidad y a la igualdad que sea capaz de augurar el bienestar social y el crecimiento económico e intelectual entre los ciudadnos españoles.