Ramón Palmeral
Alicante, 29-04-2019.-
Salvaje alma mía cómo te has
quedado después de conocer los resultados electorales de las generales al
Congreso y Senado. La
noche ha sido larga, «noche eterna con ese corazón de agua que se escucha al
dormirnos» escribió el gran poeta alcoyano Juan Gil-Albert.
Te han dejado como si «El puma de Baracoa» te hubiera dado un gancho de
izquierda, y te hubiera dejado K.O. como un burgués ilustrado tras leer La Ilíada de Homero, como un zombi que
hubiera ido a votado con la lápida de su sepultura a cuesta.
Las esperadas elección del 28-Amperio, se desarrollaron con
normalidad y sin especiales espavientos ni potros desbocados mirando de perfil
a la luna de abril (aguas mil, dice el refrán). Ganó el ínclito y luminoso Pedro Sánchez con
123 diputados, 37 más de los 84 que tenía antes. Ahora le toca pactar o con UP
más independentistas (dentistas de muelas ajenas) catalanes y vascos, más el
«Falcón»; o con Rivera hacia el centro, sin espavientos ni referéndums. Desde
el balcón de Ferrán ha dicho Sánchez (vestido con camisa blanca y vaqueros) que
no pondrá «cordones sanitarios», y habrá más socialdemocracia.
Me gustaría encontrar esta
noche el anillo mágico de Giges y
hacerme invisible, el inconveniente de hacerse el invisible, según la teoría de
Glaucón (hermano de Platón y nombrado por Diógenes Laercio) al ser invisible el
hombres se corrompe inmediatamente y es injusto. Pero en fin, aparcada la
mitología y los cuerpos invisibles, que es lo que pasa cuando accedes al reino
de los intocables como Pedro Sánchez, un socialista con la suerte de cara.
El partido conservador liberal del PP se hunde y queda por
dejado del 69 erótico, es decir con 66 diputados (un número pandemonio), y a
pesar de ello Casado sonríe, no sabemos por qué razón, quizás debiera dimitir.
Rivera y sus Ciudadanos sube hasta los 57 escaños, lo cual
supone una fuerza de centro (bisagra necesaria) para frenar a los
independentistas.
Unidos Podemos se
queda con 42 diputados y sin senadores como representación territorial, España
se ha cansado del Coletas, y de su
falta de etiqueta y del barbudo de Alberto Garzón, de la extinta Izquierda
Unida.
Los 24 diputados VOX de
Abascal, supone un varapalo para sus expectativas de llegar a los 60 ó 70
diputados que pretendían. Los españoles por ahora no quiere a un «salvapatrias»
de la derechona, pero al menos el garbanzo se ha sembrado para que no dé vergüenza
izar la bandera de España y lo tradicionalmente español: Semana Santa, toros,
caza, o tener un arma para defenderse.
Y aquellos electores
que no fueron a votar a la gran fiesta de la democracia, sin tener impedimento
físico o mental que le disuadiera, no tienen derecho alguno, a protestar en
casa, ni a salir a la calle en manifestaciones. Porque como he comentado en
otras sátiras quien no participa no puede pedir su ración de cabreo, que con el
tiempo vendrán motivos para ello. Los llamados «indecisos descorazonados», son
los que no se quieren mojar, son de los que mandan al perro para que recoja la
pelota que cayó en el laguna verde o a la peligrosa acequia de los batanes
cervantinos.
Cuando la mujer no podía
votar todo eran proclamas para lograr sufragio universal, empezó a votar en las
generales de 1933, como un derecho inalienable y participativo de un nación en
la que vivimos en comunión, en comunidad igualitaria. Ahora que todos (hombres
y mujeres) mayores de 18 años tenemos
ese derecho, muchos, por el contrario con el buen tiempo se han ido esta mañana
a la montaña, a la playa o a jugar a la petanca con los bolos metálicos oxidados del abuelo, tirando la bola
lo más cerca posible del boliche –bolita de madera, un jugador me dijo una vez
que también se llamaba bola testigo, porque es la bola que se entera de todo lo
que pasa durante el juego–, y no han votado. Algunos egocéntricos creen que su
voto no sirve para una nada, una papeleta no llena urna, pero esto de votar es
como el llover, una gota de agua no hace nada, pero millones o billones de
gotas hacen tormenta y en muchos caso inundaciones.
Para ir abreviando
(sin abrevadero), al nuevo gobierno legal de Pedro Sánchez, salido ahora de las
urnas debe ser elegido en el Congreso y
formar gobierno, y dispone de 100 días de confianza, antes de tirarnos
todos a su cuello como verdugos –sin capuchas– con hachas estridentes como en
la ejecuciones de la Edad Media.
Otra prueba de fuego
serán las elecciones europeas y municipales del 26 de mayo, que, irán (no país
de Mesopotamia), supongo por la misma tendencia de más socialdemocracia y menos
«salavapatrias» de esta España en camino hacia desguace o la chatarrería.