La aviación de bombardeo republicana
En las primeras semanas de la guerra el gobierno republicano compró aviones franceses de los modelos Potez 54, Potez 540 y Potez 542 que resultaron muy inferiores a sus equivalente italianos y alemanes. Con algunos de estos aviones, André Malraux forma la Escuadrilla España y pasa a actuar en Extremadura. Al principio obtiene éxitos relativos, retrasando a las tropas franquistas en su avance para unir las dos zonas sublevadas. A mediados de agosto de 1936, al recibirse en el bando sublevado los cazas italianos Fiat, estos empiezan a apoyar el avance en Extremadura, proporcionando a las tropas sublevadas el dominio del aire e impidiendo la actuación de la aviación republicana.
Hubo que esperar a octubre de 1936 para que la República tuviera una auténtica aviación de bombardeo cuando llegaron los primeros 31 aviones soviéticos Tupolev SB-2, conocidos en España como «Katiuskas» (los rusos lo llamaban "Sofía" y el bando sublevado "Martin Bomber-10"). Era un avión muy avanzado para la época con una velocidad máxima de 430 km/h (a la altura de los alemanes Heinkel He 111 o los Savoia-Marchetti S.M.79 italianos), lo que le permitía realizar misiones de gran profundad dentro de la zona sublevada, pero tenía el defecto de su escasa capacidad de carga (unos 600 kg. de bombas). Fue empleado por primera vez el 28 de octubre en un ataque al aeródromo de Tablada en Sevilla. En total llegaron a España de la Unión Soviética 93 «Katiuskas» a lo largo de la guerra, de los que sólo sobrevivieron unos 20.5
Los primeros bombardeos (julio-octubre 1936)
Los primeros bombardeos de los republicanos
En cuanto el Gobierno republicano tuvo las primeras noticias de la sublevación en el Protectorado español de Marruecos en la tarde del viernes 17 de julio, ordenó a la aviación y a la marina de guerra que bombardearan las posiciones de los rebeldes en el norte de África. Para realizar las acciones aéreas fueron rápidamente reconvertidos aviones comerciales Douglas DC-2 y Fokker F.VII que despegaron del aeródromo de Tablada (Sevilla) para realizar una serie de incursiones en los días 17 y 18 de julio sobre Melilla (donde fue alcanzado el cuartel de la Legión Extranjera), Ceuta, Larache y Tetuán. En esta última localidad, que era la capital del Protectorado, se lanzaron ocho bombas que alcanzaron el edificio del Alto Comisariado pero también la mezquita y sus alrededores, causando numerosas víctimas. Esto levantó los ánimos de los marroquíes contra los españoles y solo la intervención del gran visir Ahmed Ganmia logró salvar la situación (por esta acción el gran visir recibiría la Cruz Laureada de San Fernando, que le fue impuesta personalmente por el general Francisco Franco). «Al final lo que consiguió este bombardeo fue irritar a los marroquíes y aglutinarles alrededor de los sublevados».12 Por su parte la marina de guerra también bombardeó esas posiciones. El 21 de julio el destructor Sánchez Barcáiztegui bombardeó Ceuta. El 25 el acorazado Jaime I, el crucero Libertad y el crucero Miguel de Cervantes bombardearon de nuevo Ceuta y al día siguiente Melilla siendo hostigados por aviones Breguet 19 que habían quedado en manos de los sublevados. El 2 de agosto volvieron a bombardear Ceuta, además de Algeciras y Tarifa.13Cuando la sublevación se extendió a la península a partir del sábado 18 de julio el gobierno republicano también recurrió a la aviación para intentar abortarla. En Barcelona los aviones que despegaron del aeródromo de El Prat colaboraron en gran medida en la derrota de las tropas sublevadas bombardeando cuarteles y columnas que se dirigían al centro de la ciudad. En Madrid también tuvieron un papel muy destacado en la desmoralización de los sublevados los bombardeos efectuados por los aviones de las bases de Getafe y Cuatro Vientos sobre el cuartel de La Montaña y sobre el de Campamento. También tuvo mucha importancia para abortar la sublevación en Albacete la actuación de los aviones con base en Los Alcázares (Murcia) que bombarderon la ciudad, causando algunas víctimas entre la población civil, entre ellas tres mujeres y dos niñas.14
En cambio no tuvieron éxito los ataques aéreos sobre los sublevados en Zaragoza, Huesca, y Valladolid que siguieron en manos de los militares rebeldes. En Zaragoza no surtió efecto el ultimátum lanzado por radio para que la ciudad se rindiera a las autoridades de la República o de lo contrario sería bombardeada. Y dos semanas más tarde un Fokker F.VII transformado en bombardeo lanzó en la noche del 2 al 3 de agosto tres bombas sobre la basílica del Pilar (una cuarta cayó sobre el río Ebro) que no causó víctimas porque ninguna de las bombas explotó. Este hecho fue interpretado en la zona sublevada como una prueba de la impiedad de los "rojos" y como un milagro de la "Virgen del Pilar" ("Virgen del Pilar, España es tuya y pondremos nuestros pechos para defender tu templo glorioso, santuario de la Patria. ¡Abajo la antipatria! ¡Viva el Pilar! ¡Viva el Ejército Salvador!", se decía en un periódico de Oviedo, que esos momentos también estaba siendo bombardeada por los republicanos). También tuvo mucho impacto el bombardeo de un avión en la tarde del 3 de agosto sobre la estación de ferrocarril de Valladolid en el que murieron siete personas y varias resultaron heridas y que fue calificado por la presa de la zona sublevada como un acto "criminal" cometido por un "aviador sin conciencia". En las semanas siguientes los bombardeos sobre la estación de ferrocarril continuaron causando muchos daños en los barrios aledaños, y algunas víctimas más. El que tuvo lugar a finales de septiembre, en el que murieron una mujer y una niña, dio lugar a una manifestación de protesta encabezada por el general Mola y que prometió a la multitud "una represalia por este hecho vandálico; pero no será contra mujeres y niños sino contra enemigos antiespañoles y traidores, a los que hay que exterminar".15
Las dos ciudades en poder de los sublevados más castigadas por los bombardeos republicanos fueron Granada y Oviedo, ya que ambas estaban completamente rodeadas por las fuerzas leales. Granada sufrió el primer bombardeo el 29 de julio y durante el mes siguiente la ciudad sufrió veintitrés incursiones que causaron veintiséis muertos y unos cien heridos. Por su parte Oviedo fue prácticamente reducida a escombros por los bombardeos de la aviación republicana y de la artillería que cercaba la ciudad, desde el 26 de julio en que se produjo el primer bombardeo hasta el 17 de octubre en que varias columnas sublevadas procedentes de Galicia levantaron el cerco.16 Hubo manifestaciones de protesta de los habitantes de la ciudad como la que tuvo lugar el 5 de septiembre ante la Comandancia Militar de Asturias desde la que el jefe de los sublevados, el coronel Aranda, les dirigió unas palabras de ánimo.17
El bombardeo republicano de Cabra (7 de noviembre de 1938) fue un ataque aéreo realizado por la aviación republicana sobre Cabra (Córdoba), en poder de los nacionales, durante la Guerra Civil Española. El bombardeo, dirigido contra población civil por parte del bando republicano, se saldó con 109 muertos y más de 200 heridos.
La población de Cabra estaba situada a bastante distancia de las líneas del frente y carecía de interés militar.
Índice
Contexto
De acuerdo con los partes de guerra1 las acciones bélicas anteriores se sitúan el 22 de octubre en Villafranca de Córdoba por parte franquista, y el 24 en Cabeza del Buey por parte republicana. El 30 de octubre la Primera División del ejército sublevado, al mando de Mohammed ben Mizzian, rompe el frente ocupando la sierra de Cavalls. La vecina localidad de Baena ya fue bombardeada por la aviación republicana el 28 de octubre de 1938.El bombardeo
Cabra, población cordobesa que rondaba los 20.000 habitantes en 1938, no se encontraba cercana de la línea del frente. El día 7 de noviembre, hacia las 7:31 horas, tres aviones soviéticos Katiuska SB-2, con tripulación totalmente española2 y procedentes del Campo de Aviación de "Los Guerreros" en Fuente Álamo de Murcia, atacaron la localidad. Los Katiuska, unos bombarderos ligeros y rápidos, se empleaban para el bombardeo estratégico sobre la retaguardia enemiga.De acuerdo con los testimonios de uno de los observadores de los Katiuska SB-2 que participaron en el ataque, el servicio de información de la unidad a la que pertenecían los Katiuska fue advertido de la presencia en Cabra de una unidad italiana de paso. Pilotos y observadores esperaban encontrar un campamento de tiendas en las inmediaciones de la localidad y vehículos militares a sus alrededores. Al llegar, pudieron ver fugazmente un gran número de tiendas en la plaza central de Cabra que resultaron ser el mercado de abastos, no un campamento militar, y atacaron sin confirmar el objetivo que bombardeaban.2 A pesar de que Cabra disponía de una significativa dotación antiárea, ésta no reaccionó con la suficiente rapidez y no pudo dificultar el ataque.2
Los aviones dejaron caer una veintena de bombas, que provocaron la pérdida de 109 vidas humanas (96 en el acto) y más de 200 heridos. El bombardeo afectó fundamentalmente a zonas del centro de Cabra, incluida la plaza del mercado, y en especial al barrio obrero de la villa. Se calcula que cada aparato llevaba en sus bodegas unas dos toneladas de bombas de diverso tamaño. La mayor, de 200 kilogramos, cayó en el mercado de abastos. Un artilugio similar detonó en la esquina de las calles Platerías y Juan de Silva. De todas las explosiones, la del mercado fue la más potente, resultando muertas en el acto 36 personas, más otras 14 posteriores a consecuencia de las heridas causadas.
Siguiendo la trayectoria de vuelo efectuada por los aparatos, se aprecia una diagonal en dirección noreste-sureste respecto a la caída de las bombas. Esto significa el acceso de los bombarderos a la localidad por las antiguas trincheras de la línea de ferrocarril y su salida por el Mirador de la Paz en el barrio de la Villa (por aquel entonces antiguo cementerio). A continuación, descargaron otro artefacto junto al Molino El Fondón, rumbo a Lucena, donde se produjo un viraje y la vuelta en dirección norte, llegando a Castro del Río y girando nuevamente por Valenzuela.