Por Ramón Palmeral
La verdad es que yo vi a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis de San Juan (Sánchez, Casado, Rivera e Iglesias) tres con corbatas: una roja y dos azules y un descamisado, imitación al trabajador obrero español que acaba de salir de la obra y se vino al plató, simplemente poniéndose la gomilla en la coleta. Y el quinto jinete era el moderador Xavier Fortes, como mozo de espadas del presidente Sánchez, que en cuanto los tábanos de la derechona le atosigaban, le echaba el capote lapidario con alguna impertinencia. Fuera de cámaras, sonrisas, abrazos y saludos, echando de menos aquella moción de censura y la investidura (dura) de Pedro, el Cruel, rojo de mociones de censuras raras y de increíbles resultados. Se saludaron como colegas «subido o colgados al poder» que se vuelven a ver tras el último botellón en alguna plaza pública. Pues así vi a los cinco en un plató de radiotelevisión de Prado del Rey donde faltaba el sexto jinete: Abascal, el vendedor de «salvapatrias» con su barba picuda a lo Gladiator, que han decidido –los de la JEC- pasarlo a la clandestinidad, para hacerle un favor, ¡que por todos los Santos! que no abra el pico de legionario.
Y es que este país es un mosaico de pícaros, gorrones, chaqueteros, estafadores y vendedores de crepúsculos, desde los tiempo de Viriato que luchó contra los romanos en plan guerrillero maquis. Lo que nos espera es un gobierno sin mayoría y de coalición, a imitación de los gobierno de turno de nuestros vecinos lo de la «Bota en mitad del Mediterránea».
Yo no hago caso a los discursos, programas electorales y demás paparruchada porque existe una Sentencia del alto Tribunal Supremo que dice, más o menos, que los programas electorales no son de obligatorio cumplimiento; es decir, que son únicamente propaganda, promesas posicionales, pero no son contrato con el pueblo oyente o lector o electorado (que de aquí debe su etimología). Es únicamente un manifiesto de venas intenciones como El contrato social de J.J. Rousseau.
Entonces para qué yo me pierdo la película o la serie TV de la hora coincidente con los debates del siglo, de cuatro candidatos a la poltrona de la Moncloa, sin mujeres, que se atacan educadamente, a medias y se preguntan –entre ellos- si cuando ganen o ganasen pactarían con tal o cual partido. ¿Qué hará usted señor Sánchez si ganara, indultará (aría) a los golpistas catalanes? No responde, porque para eso estaba Xavier, el mozo de espada, y sale al quite como un monosabio, para interrumpir las embestidas e los Miras. Estos debates están pactados para que no sea la Guerra de Troya, con Aquiles herido en un talón. Nunca me gustaron estos debates previsibles y descafeinados, maquillados, todos educados, sin el menor riesgo a equivocarse ni sudar o mostrarse nerviosos. No fuera a ser que su jefe de campaña, luego le eche la bronca por tal o cual fallo. Los colores de las corbatas (lazos al cuello del árbol del ahorcado), esas seda made in China, son símbolos importantísimo, Casado salió el primer día 22 con una corbata azul como la gaviota y, al día siguiente, en Atresmedia con corbata carmesí a os Antoñito el Camborio ¿Quién eres Pablo? Que no te conocemos ni en Elche.
Tiró Rivera de hemeroteca y recordamos a Sánchez con Torras y en medio de ellos una bandera catalana (4 barras sangre en campo de gules), y ausencia se la bandera española, con la que algún presentador gilipollas se limpió los mocos. Catalán adoptivo que no vivió la Semana Trágica de 1909, pero que sí vio la Semana de Traficantes de Independencias, de septiembre y octubre de 2017, con aprobación de leyes de ruptura, o sea, las tres PPP: Prisión Preceptiva Preventiva,
El Coletas no hacía más que leer artículos de la Constitución cuando él fue el primero que organizó manifestaciones para rodear el Congreso y presentó un proyecto para hacer un referéndum para suprimir la Monarquía Parlamentaria por una República chavista presidencialista que no prosperó.
Visto lo visto en la vertical pantalla plana negra de plasma o cristal líquido de sangre, que es como una catarata de colores "comecocostv", ahora, hoy sábado 27 Alfa, tenemos la jornada de reflexión de la que hemos salido con los ojos metidos en paños de manzanillas, y arrepentidos por todas las horas malditas que nos han quitado de sueño; pero a la vez aliviados por ir el domingo para ver a los vecinos que deben alguna mensualidad de la comunidad y votan en cabinas o entre bambalinas, para arrojar el voto a la piscina (que tiene forma de urna).
Al final de la jornada hemos de tener fe en los presidentes de mesas, vocales, apoderados, policías y alguaciles, para que no se equivoquen al contar los votos nulos y en blanco. Y esperar a que todo sea legal, sin pucherazo alguno y que a las 22 PM (siempre es tarde-noche) no me tenga que cabrear porque el olor de la pringá del puchero me llega a mi nariz, que no sea el potaje de garbanzos con bacalao (sin do) que guarda mi mujer en el frigorífico del que sobró el Viernes Santo, por la preceptiva vigilia.
27 de abril 2019