Apoteosis de una megaestrella del rock en Sevilla en la gira del 40 aniversario de Loquillo
"Nadie debería perdérsela. Una
cita imprescindible y homenaje a una vida, una vocación, convicción,
autenticidad y fidelidad al rock-and-roll". María Fidalgo, una de las
críticas más leídas del país, analiza el inicio de la gira de Loquillo
"40 años".
06 de Octubre de 2018 (20:21 h.)
En uno de los escenarios al aire libre más grandes del mundo, y con una temperatura que pareciera ex profeso para el evento, cinco mil personas de todas las edades esperaban con expectación la salida del artista coreando una única palabra que lo decía todo "Loco"... Una palabra fetiche que se convertiría en el mantra de todo el concierto. Y como siempre, apasionó desde el primer aliento.
El tema elegido para abrir no podía ser otro que "Rock and Roll actitud", nombre de su disco antológico con el que empezó un concierto de más de dos horas y media ininterrumpidas. El tema inicial, toda una declaración de principios.
Loquillo en Sevilla.
Sevilla siempre se ha considerado un territorio algo hostil para el
rock and roll, sin embargo se encontró con un público totalmente
entregado al que Loquillo correspondió con una espectacular sonrisa que
no le abandonó en todo el concierto. Se mostró exultante y feliz y pese
a la parquedad extrema en palabras -que esta vez llegó al paroxismo
porque casi podían contarse los dedos de la mano las frases que dijo -
transmitía pasión, empatía y sobre todo un enorme disfrute de la música y
de compartir el extraordinario talento de su banda. No paró de bailar y
como él mismo suele decir como un equipo de basket perfectamente
sincronizado, hizo que brillaran todos y cada uno de sus miembros, que
convirtieron cada tema en una fiesta coreográfica. A veces daba la
sensación de que Igor Paskual, Josu García, Mario Cobo, Alfonso Alcalá, Lucas Albadalejo y Laurent Castagnet eran una
pandilla de nobles y rebeldes guerreros recreándose en el juego del
puro rock y de la interacción con el público, bajo la atenta mirada de
un rey complaciente - y hasta cariñoso- cuáles caballeros en el Camelot
del Gran Rey del Rock.Loquillo fue hilvanando sus antiguos éxitos y temas recientes, dosificando in crescendo aquellas canciones que -ya es una frase hecha- se han convertido en himnos generacionales y banda sonora de las vidas de tantos. No podrían destacarse unas sobre otras. Todas tan vivas y frescas como fueron creadas, pero mejoradas y transportadas a la esfera de los mitos. "Rock and Roll Star" sonó más existencialista que nunca, "Rey del Glam" pareciera que jamás hubiera sido de otro, la otrora simple "Esto no es Hawai", con la solidez de un rock clásico americano... Una tras otra fueron desfilando sin pausa, intercalando un dueto con Nat Simons o bajando a saludar en "Carne para Linda". "El Rompeolas" sonó circunspecto y épico a la vez y quizás el Loquillo más profundo apareció en "Memoria de jóvenes airados" y en " Cuando fuimos los Mejores". Todas sin excepción fueron cantadas, estrofas y estribillos, por un público emocionado que casi se desborda con el tema final: un Cadillac Solitario más desgarrador que nunca.
Algunos criticaron que la actuación sevillana se pareciera en exceso al recordado Concierto de las Ventas 2016, algo que lejos de un demérito es una loa, ya que en ese concierto, considerado histórico marcó para la crítica un antes y un después que consolidaría para la posteridad a Loquillo como el más grande entre los grandes del rock patrio y uno de los mejores artistas musicales del siglo.
Loquillo en Sevilla.
Una puesta en escena espectacular La puesta en escena fue soberbia. Una plataforma escénica, de 3.000 m2, donde fueron desarrollándose distintos efectos de luces y color, humo, fuego y sobre todo lo más emocionante: las proyecciones. Centenas de retazos temáticos de su vida personal, musical, cultural a velocidad de vértigo. homenajeando todo el contexto en el que ha crecido, en el que se ha formado y crecido como persona y como artista. Desde la Historia de la España de todos: desde milicianos republicanos a José Antonio , la lucha por las libertades desde Goya a las Cortes de Cádiz a la España actual, de la música que ha admirado como sus ídolos Johnny Hallyday, David Bowie, Johnny Cash, Eddie Cochran, Buddy Holly, The Clash, las bandas de los 60, Los Sirex, Lone Star, Los salvajes, Los Gatos. Su barrio y su ciudad natal, el mundo del basket - al que siempre agradece haberle inculcado valores- y un maravillosos homenaje a la movida- dando una bofetada ética a tantos que reniegan cuando le deben lo que son. De las calles de Madrid, del Penta al Rock -Ola, Ana Curra y Eduardo Benavente, La Bobia, La Edad de Oro, Ceseppe a la movida gallega con Germán Coppini o la cazadora icónica de la Sala Clangor diseñada por el artista Fernando Pereira, las portadas de sus libros, sus discos. Toda una vida que compartió con el público fiel que le ha mostrado una lealtad inquebrantable acompañándolo "en la pobreza y en la riqueza" "de los años duros a la opulencia de sus éxitos", desde nostálgicos recalcitrantes a ochenteros furibundos y las nuevas generaciones.
En el show de Sevilla, como una estrella del star system, cuidó con detalle su imagen porque Loquillo desde el principio no fue sólo un cantante y una banda. Parte de su tirón se debía a un sello propio, una imagen única e intransferible en el panorama musical español. Ninguno como él y ninguno que se le pareciera jamás. En Sevilla compareció vestido de negro riguroso, de clásica americana que se cambió cuatro veces - se las hacen a medida- , pero no quiso renunciar al cuero con el que mantiene lazos ancestrales. Todavía conserva su primera prenda de cuero, una cazadora de Guardia Civil de los 50 con la que se sentía un Salvaje como Marlon Brando.
Junto a las dos primeras americanas de cuero, lució dos de paño con apliques en terciopelo y con el logotipo del Pájaro Loco, que también llevaba en su anillo. Su símbolo desde que el gran Juan Antonio San Epifanio (Epi ) así le llamara por el dibujo grabado en aquella cazadora de beisbol que siendo quinceañero compró a un marine americano y que convertiría en su segunda piel durante años. Incluso se dejó ver humorísticamente atusándose el pelo a lo Danny Zuko.
Junto a su identitario look, un loquillesco megaidentitario lenguaje gestual. Miradas desafiantes y de poderío, paseos por el escenario, ademanes chulescos, y tal vez por concesión a la ciudad, atisbos de ciertos toques toreros Una parafernalia en la que se permitió el lujo de fumar, beber una copa ¿ Jack Daniels? e incluso, tal vez como revulsivo a la corrección política - con valentía para los tiempos que corren- no obvió cantar "La mataré" que fue de las más coreadas. Paralelamente, un gran guiño al LGTB por parte de Igor Paskual que ataviado con falda- que le sentaba como a Brave Heart, también lució la boa roja del vídeo de Rey del Glam, que sonó como hemos dicho, como si hubiera sido de Loquillo de toda la vida.
Siempre he afirmado que José María Sanz (Barcelona 1960) no ha sido fagocitado por Loquillo. No hay personaje o sólo hay personaje. Es así y siempre lo ha sido. Soñó desde niño en llegar a donde está ahora y ser lo que es: una superestrella del rock. Pero lo más llamativo es que asumió que lo era desde el principio, pese que pocos hubieran apostado por aquel adolescente con más estilo que talento que surgió en el maremágnum de la movida donde todo valía si eras transgresor o diferente. Y desde luego que él era diferente –y lo es–. Tenía vocación, convicción y cierto mesianismo que el tiempo demostraría que era pura clarividencia. Cuarenta años de coherente, exitosa y evolutiva trayectoria asi lo avalan. El concierto de Sevilla, como las siguientes citas de la gira, serán ocasiones históricas para constatar su categoría de rocker y que su banda es la mejor banda de rock.
Al terminar, no se pidieron bises... El público, agradecido, tenía plena conciencia de que lo habían dado todo... Por ello, cuando sonó Heroes de Bowie, se asumió como la más perfecta sintonía para su despedida.." We can be heroes, just for one day" . Loquillo y su banda, en comunión mística con el auditorio, habían logrado hacerle sentir que formaban parte de un selecto grupo de héroes, viviendo de forma intensa, aunque sólo fuera por un día, la grandeza del Rock.